lunes, 14 de enero de 2019

De Jesuitas y Euskadi


De Jesuitas y Euskadi

Se me ha ocurrido pensar en que puede ser necesario examinar  mi relación  con los jesuitas, ¡qué pretensión!, casi como decir A.M.D.G. (a la mayor gloria de Dios, -que suena más convincente que la lectura de uno de mis compañeros en tercer grado que dijo que significaba “Adán murió dando garrotazos”, por lo que fue castigado, evidentemente, no creo que con “una lluvia de “capones””, como le ofrecía el padre Aspiri –gran jugador con la pelota en el paredón-, para divertimento de todos –la lluvia, digo- para quien no se adaptaba a alguna ordenanza del pelotari).  Me salgo de esta disquisición que lejos de parecer introductora a un relato serio, por el contario suena a la propia “mamadera de gallo”.

Después de mi atrevimiento al señalar-y creo que acertadamente- las peculiaridades del comportamiento de Bergoglio ( el Papa Fco! ), con las dictaduras latinoamericanas, presuponiendo que, como jesuita, permanece imbuido en la bien conocida doctrina de la Teología de la Liberación y como convicto y confeso peronista (cada quien es libre de favorecer a el grupo político que le parezca-aunque no sé si este dogma se aplicará para con los Papas, pero supongo que desde que existe el llamado libre albedrío, valdrá... ), por todos estos motivos y alguno que otro, que nunca estará de más, pues como figura pública, está sujeto a estas situaciones, el Papa Francisco mereció un “tate-quieto” en mi anterior perorata de lapesteloca.blogspot, y me parece que de allí, siento que surgió el deseo de inspeccionar mi relación con la Real Compañía de Jesús ahora que nuestro Papa Negro (el Superior de la Orden) es venezolano y por otra parte, lo siento casi como un pana, yo quien durante años fui lector de la revista SIC del Centro Gumilla.

En este orden de ideas, permítanme copiar un pedacito del texto que los obispos venezolanos publicaron en SIC, en Junio del año 2017, (P.Rafael Garriido S.J.) “Nuestros obispos subrayan que no saldremos de la ruptura democrática mientras no sean respetadas la Constitución y los derechos humanos, se mantenga anulada a la Asamblea Nacional electa, sigan y se incrementen el número de presos, exiliados y perseguidos políticos, y no se realicen elecciones libres para que el pueblo soberano elija sus representantes en todos los niveles e instancias, como lo exige la Constitución”.  El mundo  entero supo cómo toreó el Papa Francisco esta serie de trágicas verdades. No obstante, en la Revista SIC en enero de este año hay varios artículos, lloviendo sobre mojado, como puede ser uno de Michael Penfold que dice: “Venezuela entró en las tinieblas. No hay otra forma de describirlo. El 10 de enero marca la decisión voluntaria de una parte del chavismo, así como del estamento militar, de permitir que en Venezuela se entronice una clase política en el poder, que optó por desmantelar el Estado de derecho y abandonar todo vestigio de origen democrático”. Diversos artículos de SIC señalaron que “Frente a la asunción de un nuevo mandato del Presidente Nicolás Maduro el 10 de enero próximo, como resultado de un proceso electoral que no contó con las mínimas condiciones para la realización de elecciones libres y justas en el país, la Comisión alerta sobre la profundización del debilitamiento institucional en Venezuela, advierte sobre la persistencia de situaciones estructurales que afectan los derechos humanos y alerta sobre las graves consecuencias que ocasionaría el retiro del Estado de la OEA para la población venezolana”.

Por estas cosas del SIC de Gumilla, es que regreso a creer en “los jesuitas”. Para mí son quienes nos enseñaron desde temprana edad que nuestro compromiso para toda la vida tenía que ser “la opción de los pobres”, y me siento seguro y tranquilo al afirmar que desde la década del 40 hasta mediados de los 50 del siglo pasado, quienes estudiamos en el Gonzaga de Maracaibo con los jesuitas, eso fue lo que aprendimos; y no era porque habíamos tenido a un PintoSalinas de Rector, ni porque durante el perezjimenismo sabíamos que las desigualdades sociales eran muy grandes y veíamos funcionar la escuela nocturna para obreros en el mismo colegio, no, era algo más que hizo, de aquella camada y de muchas de las que sucesivamente continuaron como exalumnos del Colegio, un semillero de personajes que habrían de brillar como líderes en cargos donde el ejercicio de la política nunca habría de ser cuestionado como es de todos conocido por el remoquete tan popular de “que me pongan donde haiga” y si existen ejemplos –seguramente- de quienes no hayan cumplido con lo que en mi opinión fue una impronta más que tatuada, marcada con fuego en nuestro pellejo, sobre quiénes somos y que necesitamos los venezolanos, afortunadamente los desconozco.

Finalizo esta nota, desde Euskadi, como un homenaje también a tantos sacerdotes vascos como tuvimos en nuestra niñez y juventud, a través de los jesuitas de Ignacio de Loyola, y de quienes aprendimos muchos valores y principios que aún sostenemos. Yo quien si se me ocurre puedo cantar “Maite” o “Maitexu mia”, me doy el regusto de decirlo ahora que estoy ya camino de los 80 años y tengo nietos y nietas nacidos en el País Vasco que hablan el euskera como su padre, mi hijo Tomás quien además está casado con Marijo que es vasco-navarra, y es que Tomás que es maracucho, a veces por lo tozudo parece más vasco que los vascos! 

Donosti (San Sebastián), 13 de enero, 2019

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