LA
MALARIA SE EXTIENDE
La malaria se extiende en
Venezuela ante la falta de medicamentos, escribió María Ramírez
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En
una publicación poco común a principios de este año, el gobierno publicó
estadísticas que reportaban 240.613 casos de malaria el año pasado, un 76% más
que en 2015, y la mayoría en Bolívar. Una solicitud de información hecha al
Gobierno no fue contestada. En su
visita a Bolívar a principios de noviembre, la viceministra de Salud, Moira
Tovar, dijo que el brote en el Estado sería controlado dentro de tres meses.
También dijo que 32 personas habían muerto durante solo una semana a finales de
octubre. El gobierno no ha publicado la mortalidad total. Pero los activistas
de salud y los grupos de médicos estiman que alrededor de 200 personas han
muerto de malaria en el último año en todo el país y temen que la enfermedad
esté empezando a extenderse a los centros urbanos altamente poblados. Venezuela,
que tiene una de las mayores reservas petroleras del mundo, atraviesa ahora una
aguda crisis con recesión, escasez de alimentos y medicinas, precios que suben
cada semana y un parque industrial desmantelado como para asumir la fabricación
de medicamentos contra la malaria y repelentes.
La división regional de la Organización Mundial de la Salud anunció el
mes pasado la llegada de más de un millón de pastillas contra la malaria, que
los médicos consideran insuficientes. Los pacientes deben acudir hasta cuatro
veces a su centro de salud más cercano para completar la dosis gratuita, que no
se entrega completa, pues los funcionarios alegan que deben combatir la reventa.
Ante
la escasez de medicamentos, que la federación farmacéutica local cifra en un 85%, y la golpeada economía de Venezuela, en el
mercado negro y las redes sociales abundan ofertas de tratamientos. El precio del medicamento en oro equivale a
más de cuatro salarios mínimos. Otros
han optado por hacer una infusión de corteza de árboles de quina (Cinchona pubescens),
que fue popular durante la época colonial por sus propiedades antisépticas. “Vamos
a morir porque no hay tratamientos”, dijo Yaritza Figuera, ama de casa
de 29 años. Su hijo de 9 años, enfermo de malaria, estaba sentado en el suelo
de un centro de salud porque la sala de espera estaba repleta.
Maracaibo, 13 de diciembre 2017
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