El lenguaje de la aldea
Marshall McLuhan predijo a mediados de la década de los 60 del
pasado siglo XX que la humanidad estaba en una fase de interconexión que habría
de transformar al mundo en una “aldea
global”. En aquellos años, Fernández Morán nos decía que una biblioteca
gigantesca cabría en un dedal de coser, lo que valió para que muchos
compatriotas, algunos hasta “científicos” cargados de envidia, señalaran como
estas predicciones eran evidencias de que “El brujo de Pipe”, no estaba cuerdo.
En 1975, Bill Gates y Paul Allen fundarían
la empresa Microsoft , y al año
siguiente Steven Jobs y Stev Wozniak vendieron su primer ordenador
personal y desencadenaron una revolución con nombre propio: Apple.
En 1981 la aparición de las PC de IBM en el mercado iniciaría la
masiva expansión de las computadoras personales y hemos seguido avanzando
exponencialmente con una velocidad tan vertiginosa capaz de avasallar la
imaginación de los seres humanos. McLuhan había fallecido en 1980 y no pudo ver
la aparición de las computadoras personales, como existen actualmente, virtualmente
descolgadas todas desde la nube informática de Internet. Desde aquel entonces, fueron
muchos quienes plantearon con preocupación la idea de que íbamos hacia la
desaparición de la letra impresa en libros y periódicos, y que estábamos
entrando en una novedosa, quizás “revolucionaria” cultura alfabética la cual a
corto plazo habría de ser adoptaba por
“la aldea global”.
Sin que sea necesario profundizar mucho en el tema, ni hacer un
concienzudo análisis, es por demás evidente que todo cuanto nos llega por
Internet a nuestras “PCs de bolsillo”, “tabletas”, a los “CPUes” y demás
componentes electrónicos de las computadoras que se utilizan para el
intercambio de información, tienen como base, el lenguaje escrito. De tal
manera que es evidente que todos estos dispositivos electrónicos, personales,
comunitarios, o empresariales, se basan absolutamente en el lenguaje escrito.
Pudiéramos por tanto,
considerar como estos instrumentos, que cada día son más versátiles y
sofisticados, en realidad resultan ser los defensores del lenguaje escrito. Si
bien se apoyan en un sistema binario y todo lo podríamos reducir a imágenes, los
libros impresos por los sistemas tradicionales, resguardados por las nuevas
tecnologías, habrán de permanecer para resguardar y poder transferir la
información sobre quienes fuimos, que somos y hacia donde marchamos los seres
humanos.
Maracaibo, 18 de diciembre
2017
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