El lenguaje de la aldea
Marshall McLuhan predijo a mediados de la década de los 60 del
pasado siglo XX que la humanidad estaba en una fase de interconexión que habría
de transformar al mundo en una “aldea
global”. En aquellos años, Fernández Morán nos decía que una biblioteca
gigantesca cabría en un dedal de coser, lo que valió para que muchos
compatriotas, algunos hasta “científicos” cargados de envidia, señalaran como
estas predicciones eran evidencias de que “El brujo de Pipe”, no estaba cuerdo.
En 1975, Bill Gates y Paul Allen fundarían
la empresa Microsoft , y al año
siguiente Steven Jobs y Stev Wozniak vendieron su primer ordenador
personal y desencadenaron una revolución con nombre propio: Apple.
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Sin que sea necesario profundizar mucho en el tema, ni hacer un
concienzudo análisis, es por demás evidente que todo cuanto nos llega por
Internet a nuestras “PCs de bolsillo”, “tabletas”, a los “CPUes” y demás
componentes electrónicos de las computadoras que se utilizan para el
intercambio de información, tienen como base, el lenguaje escrito. De tal
manera que es evidente que todos estos dispositivos electrónicos, personales,
comunitarios, o empresariales, se basan absolutamente en el lenguaje escrito.
Pudiéramos por tanto,
considerar como estos instrumentos, que cada día son más versátiles y
sofisticados, en realidad resultan ser los defensores del lenguaje escrito. Si
bien se apoyan en un sistema binario y todo lo podríamos reducir a imágenes, los
libros impresos por los sistemas tradicionales, resguardados por las nuevas
tecnologías, habrán de permanecer para resguardar y poder transferir la
información sobre quienes fuimos, que somos y hacia donde marchamos los seres
humanos.
Maracaibo, 18 de diciembre
2017
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