lunes, 18 de diciembre de 2017

El lenguaje de la aldea




El lenguaje de la aldea


Marshall McLuhan predijo a mediados de la década de los 60 del pasado siglo XX que la humanidad estaba en una fase de interconexión que habría de transformar al mundo en una “aldea global”. En aquellos años, Fernández Morán nos decía que una biblioteca gigantesca cabría en un dedal de coser, lo que valió para que muchos compatriotas, algunos hasta “científicos” cargados de envidia, señalaran como estas predicciones eran evidencias de que “El brujo de Pipe”, no estaba cuerdo. En 1975, Bill Gates y Paul Allen fundarían la empresa Microsoft , y al año siguiente Steven  Jobs  y  Stev Wozniak vendieron su primer ordenador personal y desencadenaron una revolución con nombre propio: Apple.

En 1981 la aparición de las PC de IBM en el mercado iniciaría la masiva expansión de las computadoras personales y hemos seguido avanzando exponencialmente con una velocidad tan vertiginosa capaz de avasallar la imaginación de los seres humanos. McLuhan había fallecido en 1980 y no pudo ver la aparición de las computadoras personales, como existen actualmente, virtualmente descolgadas todas desde la nube informática de Internet. Desde aquel  entonces, fueron muchos quienes plantearon con preocupación la idea de que íbamos hacia la desaparición de la letra impresa en libros y periódicos, y que estábamos entrando en una novedosa, quizás “revolucionaria” cultura alfabética la cual a corto plazo habría de ser adoptaba por
“la aldea global”.

 
Sin que sea necesario profundizar mucho en el tema, ni hacer un concienzudo análisis, es por demás evidente que todo cuanto nos llega por Internet a nuestras “PCs de bolsillo”, “tabletas”, a los “CPUes” y demás componentes electrónicos de las computadoras que se utilizan para el intercambio de información, tienen como base, el lenguaje escrito. De tal manera que es evidente que todos estos  dispositivos electrónicos, personales, comunitarios, o empresariales, se basan absolutamente en el lenguaje escrito.

Pudiéramos  por tanto, considerar como estos instrumentos, que cada día son más versátiles y sofisticados, en realidad resultan ser los defensores del lenguaje escrito. Si bien se apoyan en un sistema binario y todo lo podríamos reducir a imágenes, los libros impresos por los sistemas tradicionales, resguardados por las nuevas tecnologías, habrán de permanecer para resguardar y poder transferir la información sobre quienes fuimos, que somos y hacia donde marchamos los seres humanos.

Maracaibo, 18 de diciembre 2017

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