martes, 23 de enero de 2024

Bestiario fantástico


En la Edad Media, la gente fervorosa, vivía realidades donde los límites de lo real y lo fantástico se mezclaban fácilmente. Por allí leí que el único bestiario escrito en castellano que existe conservado data de 1570 y se titula “Bestiario de Juan de Austria” que había sido escrito por Martín Villaverde, cuyo original se encuentra en Monasterio de Santa María de La Vid, en Burgos. De todos es sabido que fue precisamente en el Medievo cuando se difundieron leyendas y mitos sobre la existencia de seres sobrenaturales y la mayoría de las veces eran cosas perfectamente aceptadas, posible herencia del mundo grecorromano, que poco a poco se fueron introduciendo en el mundo cristiano.

La compilación de leyendas y de bestiarios describían numerosas extrañas criaturas a partir de los mitos y el folklore del norte de Europa, como gnomos, enanos o elfos, relatados como razas bendecidas con algunas cualidades especiales, eran sabios o grandes herreros, conviviendo con seres irreales como las hadas, procedentes de las fatae romanas, o las nýmphē griegas y las fays celtas.

Estas criaturas eran benévolas o malvadas, pero existían en el imaginario colectivo en tiempos cuando se creía que los recién nacidos recibían la visita de las hadas, ideas estas que aparecen reflejadas en los cuentos de hadas tradicionales alternando con criaturas monstruosas, no necesariamente malvadas sino como cualquier animal salvaje. El bestiario medieval es herencia de la mitología griega con seres como las sirenas, los basiliscos o los grifos, híbridos de diversas criaturas.

El monstruo medieval más icónico es el dragón, un ser que en el Lejano Oriente, era venerado como criatura primigenia del universo y considerado símbolo de la buena fortuna; mientras que en Europa y el Medio Oriente, por el contrario, eran criaturas maléficas y la referencia más antigua data de alrededor del año 2000 a.C., como Tiamat, diosa de la mitología babilónica que representaba tanto la destrucción como la creación.

El dragón entró en el imaginario europeo gracias a los griegos y los fenicios, quienes lo conocían a través de los persas y para ellos era un ser maligno, pero el cristianismo lo relacionó con la encarnación del Diablo desde que en el Libro del Apocalipsis se describe a Satanás como “el gran dragón” y “la serpiente antigua”; por ello, leyendas como la de San Jorge representarán el triunfo de la fe cristiana contra el Maligno.

El caso del Ave Fénix, o de la serpiente de varias cabezas, puede identificarse en la iconografía de diferentes civilizaciones. El dragón es también un símbolo de poder y, al igual que otras criaturas míticas como el unicornio o el grifo, aparece a menudo en la heráldica medieval. Entre los animales considerados mágicos figuraban las salamandras. Eran estos animalitos, capaces de vivir en la tierra como en el agua, y se pensaba que podía resistir también el fuego. Las salamandras tienen por costumbre hibernar entre las raíces, y estas (las raíces) se recogían para utilizarlas como combustible; si alguna salamandra caía accidentalmente en una chimenea ella lograba escaparse corriendo de la hoguera gracias a la humedad de su piel, que la protegía de las llamas, así la gente las creía invulnerables, al menos del fuego…

No es muy difícil comprender por qué este animalito fue elegido por alguien tan prestigioso como Francisco I, rey de Francia, y una vez adoptada la salamandra como su emblema, llenó todos sus castillos con grabados de este animal, sobre todo, el Castillo de Chambord, donde se le ve más de 300 veces. La salamandra de Chambord, se ve tocada de una corona que reza el lema: Nutrisco et Extinguo, "Me alimento del buen fuego, apago el malo". La salamandra de Chambord es representada escupiendo agua para apagar el fuego malo o tragando las llamas para alimentar, al contrario; este, el buen fuego, fue el símbolo de Francisco I un rey que se consideraba a sí mismo como el protector de su pueblo, que apagaba el fuego malo, y ofrecía resistencia fuerzas tan destructivas como las llamas e incluso se alimentaba de ellas...

El rey Luis XII de Francia, que no tenía herederos, hizo llegar a su corte al pequeño Francisco, acompañado de su madre Luisa de Saboya y de su hermana mayor Margarita. Fue en ese castillo y a orillas del Loira donde creció Francisco con su madre Luisa, viuda a los 19 años en 1495 cuando Francisco tenía dos años, por lo que criaría sola a sus dos hijos. En 1502, Francisco a la edad de 7 años se caería de un caballo y en estado crítico, sobrevivió. Cuando Francisco accedió al trono en 1515, a la muerte de Luis XII, estaba casado con Claudia una hija del rey y tuvieron 7 hijos.

Los reyes de Inglaterra habían estado reclamando el trono de Francia desde principios del siglo XIV, en una serie de conflictos conocidos como la Guerra de los Cien Años. Cuando Enrique VIII y Francisco I estaban en el apogeo de su poder, y su rivalidad podría haber desembocado de nuevo en la guerra. Siguiendo los pasos de sus predecesores, Enrique VIII había invadido Francia en 1513 (Francisco aún no estaba en el trono francés) y obtuvo una victoria en una escaramuza llamada la la "batalla de las espuelas". Al año siguiente se aseguró la paz con el entonces rey Luis XII. Enrique y Francisco se aliarían cuando se trataba de eventos deportivos, como eran las justas. Se hizo una cometa para la ocasión, con el símbolo de la salamandra de Francisco entrelazada con el dragón Tudor, un símbolo del vínculo de los dos reyes que asombró a las multitudes. Los reyes partieron el 24 de junio, no sin antes obsequiarse piezas hechas por sus mejores orfebres.

Enrique VIII, el rey de Inglaterra, zarpó de Dover con su flota hacia Calais el 31 de mayo de 1520 para encontrarse con Francisco I. En la primavera de 1520, 6.000 ingleses con sus pertenencias siguieron a su rey Enrique VIII hasta Francia y viajaban para participar en la exhibición más grande de riqueza y cultura de Europa. Fueron recibidos por Francisco I de Francia y 6.000 nobles y sirvientes franceses que erigieron palacios temporales, elaboradas carpas, pabellones de justas y fuentes doradas que arrojaban vino tinto, blanco y clarete. El 7 de junio de 1520, se encontraron Enrique VIII y Francisco I en un valle cerca de Calais, y serían 18 días de torneos, fiestas, disfraces y servicios religiosos para solidificar la amistad entre las dos naciones; era una oportunidad para cada rey de mostrar su riqueza, poder y refinamiento.
Para finalizar el asunto de los bestiarios, es bueno saber que un bestiario también puede servir de guía de interpretación sobre la simbología y el significado de los animales en la Lírica tradicional española, ya que a menudo se usan como tropo literario en estas canciones, siendo el Ciervo símbolo privilegiado del hombre y la virilidad, junto a otros animales que señalan el papel amoroso de los amantes como el Ruiseñor.

Ya dijimos que el Ave Fénix, y la serpiente de varias cabezas pueden identificarse en la iconografía de diferentes civilizaciones, pero el vocablo latino bestiarius, o bestiario es y continúa siendo un concepto que se emplea con referencia a las colecciones de textos, o de ilustraciones de animales, ya sean reales o del terreno de la fantasía, como los que se realizaban en la Edad Media. Bestiario fue el primer libro de cuentos del escritor argentino Julio Cortázar, publicado en 1951 por la Editorial Sudamericana. En su obra, Cortázar utilizaría por primera vez su verdadero nombre, según comentó más tarde, que lo hacia, cuando “ya estaba seguro de lo que quería decir”.

En Miami, Florida el día martes 23 de enero del año 2024​

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