lunes, 4 de marzo de 2019

Vampirismo, psiquiatría e historia



Vampirismo, psiquiatría e historia

Sobre los vampiros, tenemos muchas historias, o leyendas;  hay obras literarias y películas que han florecido alrededor de la mitología serbio-rumana con la consiguiente  adopción de las clásicas “supersticiones transilvánicas”. Todo esto antes de Bram Stoker y después con la posterior resurrección de Vlad Tepes El empalador, se consolidarían las numerosas presentaciones fílmicas, desde las de Bela Lugosi, y de Peter Cushing sin olvidar quienes tengan memoria audiovisual,  al incomparable Christopher Lee. Todo aquello desde Nosferatu el vampiro, película muda del cine alemán de 1922, dirigida por F.W.Murnau, seguida años después en 1979 por Nosferatu, el vampiro de la noche de Werner Herzog con Klaus Kinski, y el año 2000 La sombra del vampiro, reviviendo la aventura de FW Murnau en un filme de humor negro dirigido por E.Elias Merhige y protagonizado por John Malkovich y Willem Dafoe, sin tener que llegar a “Crepúsculo”, que , ¡por favor! Ya estamos en el siglo XXI dirán algunos, sin que otros dejen de gozar, reviviendo aquella tradición que asegura, un vampiro es un ente inmortal que regresa del otro mundo para alimentarse de la sangre de inocentes, y que además puede o no mutar a voluntad en murciélago hematófago, a quien por demás urge, para resolverlo, o darle “matica de café”, atravesarle el corazón con una estaca de madera, ¡qué tal!

Parece existir el extraño caso de las personas que creen ser vampiros, lo que ha originado un síndrome clínico conocido como vampirismo o síndrome de Renfield. Los casos son puntuales y en realidad este diagnóstico se considera una enfermedad mental. El nombre otorgado al síndrome viene de un personaje del libro “Drácula” quien seguía a este vampiro. El término de  síndrome de Renfield fue utilizado por primera vez en 1992 en el libro de Richard Noll (1959) un psicólogo clínico, escritor y profesor universitario estadounidense, conocido por sus publicaciones sobre la historia de la psiquiatría, y por sus libros y artículos sobre la historia de la demencia precoz, la esquizofrenia y el vampirismo. Aunque éste utilizara el nombre de Renfield como parodia, el término ha quedado marcado para hablar de este tema. 

En referencias anteriores, es necesario mencionar al psiquiatra alemán Richard van Krafft-Ebing quien en 1886, era un defensor a ultranza del victorianismo, centrado en la procreación y el estándar heterosexual, promoviendo el mayor control posible por parte del Estado de las “inmoralidades”. Krafft-Ebing utilizó para “el vampirismo” el término de “Psychopathia Sexualis”. De acuerdo con informes históricos en la literatura psiquiátrica, un acontecimiento clave en la infancia llevaría a imaginar una lesión arterial o la ingestión de sangre como algo excitante. El síndrome de Renfield comienza con autovampirismo o hematofagia, y luego avanza a dos etapas: Zoofagia y Vampirismo. En realidad el cuadro clínico se caracteriza por beber sangre de forma compulsiva periódicamente, y sentir afinidad con la muerte y tener una identidad incierta. En 1983 Hemphill y Zabow intentaron describir el trastorno basándose en el “moderno” mito de los vampiros, pero su muestra clínica no expresó ningún interés en el sexo, y la ingestión de sangre representaba una conducta compulsiva, que no mostraba ninguna capacidad de comprender la experiencia o atribuirle ningún significado.

Han tenido que pasar casi 100 años desde la muerte de Krafft-Ebing para que se haya empezado a reconsiderar esta imagen tenebrosa y el aldabonazo definitivo vendría con la publicación de Stepchildren of nature. Krafft-Ebing, Psychiatry and the making of sexual identity (2000) del historiador holandés Harry Oosterhuis, en un libro que resulta ser un impresionante fresco biográfico y social, que recoge la evolución y contradicciones de Krafft-Ebing. Aunque al final de su vida Krafft-Ebing pide despenalizar la homosexualidad, y se le va volviendo más borrosa la linde entre lo normal y lo anormal, un siglo después, mutatis mutandis, sucede lo mismo leyendo ciertos manuales de sexología. Lesley Hall (2002), ha señalado que una limitación del proyecto de Krafft-Ebing fueron las mujeres; tal vez por razones económicas, sociales o culturales, las mujeres no estaban en condiciones de acudir a consulta o de mantener con hombres una relación más o menos igualitaria. Crozier (2001) ha opinado que el libro de Oosterhuis es “el mejor libro de historia de la sexología escrito por una sola persona” y además es el libro de referencia sobre Krafft-Ebing.   

En marzo del año 2016 en un tweeter que apareció en este blog y reproducido en Facebook, se hablaba de los vampiros y las estacas. A propósito de que “la historia es cíclica y repetitiva”, aproveché para brevemente hablar de Nicolás Ceaușescu, quien estaba empeñado en construir una “sociedad socialista multilateral” e ideó un programa de demolición, para remodelar la ciudad de Bucarest, dañada por un terremoto. Durante la construcción del Palacio del Pueblo en Bucarest, murió mucha gente con la demolición de localidades trasladando a sus habitantes a edificios de bloques en otras ciudades y arrasó varios pueblos húngaros en Transilvania pretendiendo homogeneizar la población. De allí su comparación con el príncipe Vlad El empalador. El endeudamiento externo resultaría en escasez de comida, de energía y de medicamentos, transformando la vida diaria de los rumanos en algo parecido a lo que transita Venezuela en la actualidad, una lucha por la supervivencia. Entretanto, Elena y Nicolás Ceaucescu, tenían total control del partido comunista, manejaban a su antojo el sistema judicial, así como el ejército, los sindicatos, la juventud comunista y sus fuerzas de choque, similares a “los colectivos”. Ella se hacía llamar, La Madre de la Nación y él era sencillamente un dictador. En la navidad de 1989, ambos convocaron una manifestación de apoyo, y como siempre, en autobuses llegaría la gente de todas las regiones de Rumania, con en cientos de pancartas que mostraban la imagen de la pareja. En las filas de los jóvenes comunistas al frente de aquella gran manifestación, comenzaron a abuchear a la pareja y sorprendido, el dictador detuvo su discurso. Elena ordenó entonces que dispararan sobre la muchedumbre, pero no le obedecieron y habría de rebelarse igualmente el ejército. A pesar de haberse escapado en un helicóptero, la pareja presidencial sería capturada, y sometidos a juicio ambos serían condenados a muerte.

Sergio Ramírez, el escritor nicaragüense, en julio del año 2010 escribió un artículo titulado “La estaca en el corazón” donde se refirió al caso de Nicolás Ceaucescu y recordaba a Vlad El empalador, y las estacas de madera para los vampiros. Relató allí como la exhumación de los cadáveres de la pareja dictatorial rumana, se hizo a solicitud de los familiares pues habían sido enterrados en secreto por temor a que la muchedumbre enardecida profanase los cadáveres. Sergio Ramírez, finalizaba su artículo diciendo que la exhumación “pasó bastante desapercibida, pues resonó más la que el presidente Chávez hizo de los huesos del Libertador Simón Bolívar cuya calavera alcanzó a tener entre sus manos, y pudo interrogarla”… Con esta reflexión, hace 9 años, finalizaba Sergio Ramírez su artículo.

Mississauga, Ontario, el 4 de marzo, mes de los idus del calendario romano, este año 2019

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