sábado, 9 de julio de 2016

Castigo Divino, la novela de Sergio Ramírez Mercado





CASTIGO DIVINO la novela de Sergio Ramírez Mercado

Finalizando la década de los 80, me tocó leer la magnífica novela Castigo divino de Sergio Ramírez (Masatepe, Masaya, Nicaragua, 1942), llena de códigos penales, de acusaciones y de acumulación de pruebas, con esas vertientes tan características del legalismo de nuestros países, que suponemos basado en El Derecho Romano, pero afianzado en la realidad de la práctica latinoamericana del Derecho. Excúsenme, porque sé que hay quienes disienten de ésta mi humilde opinión, pero para mí las historias de nuestros “legisladores” son las de estos tiempos. Los he visto iniciándose en conocimientos no de los libros ni aprendidos en los claustros universitarios, plagiarios de las experiencias de tinterillos y plumíferos, los leguleyos se van consolidando en bufetes, en prefecturas y jefaturas civiles, hasta llegar a moverse en los tribunales. Desde allí, indefectiblemente como nube de cuervos, revolotearán sobre los campos y las ciudades de Latinoamérica para hacer de “las leyes” su modus operandi y de paso vivendi, hasta ubicarse, bajo aquel conocido lema de “que me pongan donde haiga”. Para muestra el botón de nuestro políticamente degenerado sistema judicial. Insisto en que no es solo por la terrible situación que atravesamos como nación que digo estas cosas que parecieran ser un castigo divino…

Recuerdo que en 1988, regresaba en un avión desde Nicaragua donde había estado en un Congreso Centroamericano de Patología y pensé en Vilma quien días antes me había relatado algunas historias sobre “las plutocracias leonenses”, que “son de alcurnia” me había dicho ella sonriendo, mientras veíamos llorar a el león de mármol que ornamenta la tumba de Rubén Darío. En aquel avión, de regreso a mi patria, “se me ocurrió pensar en la impunidad y en la degradación del poder judicial” y lo escribí, por eso uso comillas para auto-citarme(1), pues insistí en que nuestros jueces habían sido “las peores lacras que nuestra partidocracia nos dio a los venezolanos en aquellos últimos 30 años de nuestro querido, defendido  cacareado sistema democrático”. Es triste para mí recordarlo, y hacerlo ahora, ya que escribía en los albores del segundo gobierno de CAP y todos bien sabemos lo que nos sucedió y hasta donde hemos llegado. Sergio Ramírez el escritor de Castigo divino, fue capaz de ver con ironía, distancia, y extraordinario sentido del humor, el proceso contra Oliverio Castañeda, un joven diplomático y abogado guatemalteco acusado en 1933, en la ciudad de León de haber envenenado a su esposa, al distinguido impresor leonés que lo alojó en su casa, y a una hija de éste. Con esa historia Sergio Ramírez inventaría su novela, donde la familia se apellidará Contreras y él fue agregando detalles e involucrando a personas y escritores de su tiempo, simulando la estructura de una novela decimonónica, sobre los vericuetos de la justicia y el castigo, divino o humano.

La construcción de un discurso narrativo usando artículos periodísticos y basándose en cartas y documentos legales, en deposiciones jurídicas, o en testimonios y declaraciones, para la época cuando nació la novela, tal vez nos lleva a pensar en Yo el Supremo de Roa Bastos, o en El beso de la mujer araña de Manuel Puig, y hasta la impresionante novela Abaddón el exterminador de Ernesto Sábato. Sergio Ramírez se basó en hechos reales, como hicieran Stendhal en Rojo y negro y Flaubert en Madame Bovary. Stendhal, conocería sobre el crimen del seminarista Antoine Berthot leyendo los reportes de los tribunales y lo transformó en la pasión de Julien Sorel. Stendhal en su novela, terminará igual que en los hechos reales donde Berthot, como lo haría Sorel, dispararán contra sus amantes mientras ellas rezan en una iglesia. Sergio Ramirez, nos ofrecerá otro desenlace en la jeringonza judicial de su novela. La ambigüedad, quizás por la incertidumbre política y el abuso de autoridad, son probabilidades abiertas en nuestros sistemas judiciales, y ellas afloran una vez que se da a conocer la situación del supuesto envenenador. Ramírez usando la técnica flaubertiana de Madame Bovary, extiende a la sociedad entera de la América Central las circunstancias de la novela desarrollada en León, donde se dio la verdadera historia, y permite percibirla cual si se hubiese dado en Costa Rica o en Guatemala, con los  atributos pueblerinos de cursilería e hipócrita mojigatería, en medio de la violencia e impunidad que ya conocemos. El título de la novela, lleva a pensar en una película de 1932, protagonizada por Charles Laughton y Maureen O'Sullivan y dirigida por Lothar Mendes, y el escritor se refiere a ella en la novela, un film que trata sobre un envenenador que muere en la silla eléctrica sin habérsele comprobado sus crímenes.

El libro Castigo Divino escrito por Sergio Ramírez en 1988, relata una serie de asesinatos ocurridos en León, Nicaragua en el año 1933, cuando un joven abogado guatemalteco, Oliverio Castañeda quien había vivido un tiempo en Managua inicia con su esposa Marta, su estadía en la ciudad de León. Dos años antes Oliverio, joven apuesto, elegante, educado y refinado conocería a los Gurdian (en libro los Contreras), y enamoradas de él estaban las mujeres de aquella familia. Marta, su esposa era de familia adinerada, pero al llegar a León, Oliverio comprendió que los Gurdian tenían bastante más dinero, y el joven Castañeda quien enamoró a las dos hijas leonesas, tuvo que envenenar a Martha su esposa con estricnina el 13 de febrero de 1933, para unas semanas después poder mudarse, invitado a vivir en la casa de los Gurdian. Sucedió que varios meses más tarde morirá la hija mayor y a la semana en circunstancias similares fallecerá el padre y cabeza de la familia. El doctor Atanasio Salmerón, el detective, intuía que Oliverio planeaba algo, pero casi nadie le creyó. Cuando se demuestra que Oliverio es culpable y lo condenan a muerte, el doctor Atanasio se sentirá culpable y lo ayudará a escapar. Oliverio morirá trágicamente pero su historia se convertiría en un mito en toda Nicaragua.

Sergio Ramirez Mercado es un escritor que había abandonado su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó la dictadura del general Anastasio Somoza, en ese tiempo fue vicepresidente de Nicaragua. Había publicado su primer volumen de relatos Cuentos en 1963, y sus primera novelas, fueron Tiempo de fulgor (1970), y ¿Te dio miedo la sangre?(1977). Reinició su carrera narrativa para aquel entonces con Castigo Divino(1988), novela que mereció el Premio Dashiel Hammett. Después su carrera literaria ha sido brillante, Un baile de máscaras(1998) premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia, En 1999 publicaría sus memorias sobre la revolución sandinista en Adiós muchachos, y al año siguiente Cuentos completos(1998), Margarita está linda la mar(1998) Premio Alfaguara y Latinoamericano José María Arguedas, Catalina y Catalina(2001), Sombras nada más(2002), Mil y una muertes(2005), El Reino animal(2007), Tambor olvidado(2007), Juego perfecto(2008), El cielo llora por mí(2008), Perdón y olvido, antología de cuentos(2009), La fugitiva(2011), Flores oscuras (2013), Juan de Juanes(2014), Sara(2015). Ha publicado además una veintena de ensayos sobre política y literatura y ha sido distinguido con numerosos reconocimientos entre los que destacan el premio Casa Las Américas(2000), el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso(2011 en Chile), el Premio Internacional Carlos Fuentes a la creación literaria en idioma español(2014 en México)

1-García Tamayo J.Reflexiones de un anatomopatólogo, SVAP, Ars Garáfica, Maracaibo.1991

Maracaibo 9 de julio del año 2016

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