lunes, 29 de abril de 2024

Diez años después


En estos tiempos cuando el nombre del doctor Humberto Fernández Morán esta en boga entre nosotros, y me parece que ha sido usado por tirios y troyanos a veces para apoyar sus causas o para reforzar planteamientos, creo es conveniente regresar una década atrás, cuando el doctor José Antonio Serrano me propuso que prologara su libro y acepte su propuesta, publicando en este blog-lapesteloca- un artículo titulado “La microscopía electrónica en Venezuela. PRÓLOGO de un libro”.

El libro del profesor Serrano resumía casi sesenta años de trabajo y dedicación de mucha gente que vivió y padeció en diversos laboratorios de Venezuela, las dificultades que conlleva hacer investigación de calidad con el uso del microscopio electrónico (ME) y cada uno de los investigadores convocados expresaría su opinión y reseñaría brevemente su productividad en los sitios donde había trabajado. En principio, este cometido fue cumplido a cabalidad.

Escribiría mi artículo con la intención de complementar los esfuerzos de José Antonio Serrano al resumir la historia de los laboratorios de ME en Venezuela. Después de su labor en el IVNIC Fernández Morán fue execrado del país por motivos políticos y personales, y no obstante sus reiterados intentos por regresar a su patria como investigador, al final de sus días, sus palabras no expresaron rencor sino optimismo. “ El haber pasado por este valle de lágrimas, no me ha dejado confuso y desamparado, pues intuyo limites incandescentes donde otros ven barreras”.

Haber organizado aquel libro, en una época tan difícil fue un logro que estuvo precedido por una gran dosis de optimismo y desvelaría en parte numerosos detalles que habrían conspirado para que los estudios en ultraestructura no hayan siempre llegado a feliz término. El trabajo de investigación con el ME en Venezuela, cual, si se mantuviese siempre en un territorio de disparatadas y muchas veces silentes dificultades, parecía emular la desproporcionada historia de “El brujo de Pipe”, signada por inconvenientes de todo tipo.

Puedo dar fe en lo personal, del caso del Laboratorio de ME del Sanatorio Antituberculoso de Maracaibo, el cual fue expuesto en un informe ante la destrucción de equipos que estaban bajo la tutela del Servicio de Patología, una denuncia formalmente planteada, que quedó sin resolverse. La Sección de ME del IAP de la UCV fue intervenida en el año 1997 por una supuesta denuncia sobre contaminación ambiental, y la manera como la Dirección del IAP manejó la situación de enfermedad de su personal técnico administrativo, condujeron a la apremiante jubilación de quien escribe, obligado a buscar ayuda en el ME de la Universidad Simón Rodríguez fuera de la ciudad de Caracas, terminaría por verme obligado a abandonar el trabajo en ultraestructura, para dedicarme a la inmunohistoquímica.

Como parte de muchas de estas curiosas y problemáticas circunstancias que podrían casi siempre catalogarse como “situaciones laborales” se produjo la salida del doctor Serrano del CME de la ULA, para poder continuar realizando investigación en ultraestructura bacteriana; logro ubicarse en la Unidad de Ultraestructura del Departamento de Patología de la Facultad de Medicina de la ULA en el Hospital Universitario de los Andes y en esa época invitado por la Universidad Lisandro Alvarado del Estado Lara, donde afortunadamente concretaría la creación de la Unidad de Investigación en Ultraestructura.

Entre 1991 y el año 2000 los esfuerzos de la Lic. Auristela Sánchez de Mirt en la Universidad Experimental Francisco de Miranda provocaron un despertar del interés por la investigación en ultraestructura en el Estado Falcón, no obstante, problemas relativos al mantenimiento de los equipos de ME y de otra índole, si pueden denominarse laborales, obligaron a la Lic. Sánchez de Mirt a dejar su cargo. Paralelamente a todos estos desencuentros, el deterioro de los equipos de microscopía electrónica sin estos poder ser reemplazados, habían llevado a la paralización de algunos equipos como sucedería en el Laboratorio de la Facultad de Odontología de la UCV, y así paulatinamente, fueron extinguiéndose otros, diríamos que casi todos los laboratorios de ME existentes en universidades e institutos del país.

El año 1982, la Dra. Susan Tai (https://tinyurl.com/2p97uzu7) fundó el Centro de Microscopía Electrónica del Núcleo Sucre de la UDO con un ME de barrido, un ME de transmisión (1986), y un ME de emisión de campo, analítico, para 1987 y ese año, el Centro de ME pasó a ser el Instituto de Investigaciones y Ciencias Aplicadas (IIBCA) de la UDO. La doctora Tai creo un postgrado de Maestría y Doctorado con conexiones nacionales e internacionales. Susan Tai, organizó la Conferencia Atlántica de ME en Mérida, el año 1992 la cual fue todo un éxito con la asistencia del Dr. Fernández Morán. Las “situaciones laborales” de la doctora Tai la mantuvieron como personal administrativo de la UDO. Nunca pudo gozar del privilegio de ser personal docente y de investigación. Cuando tuvo que abandonar el país, lo hizo dejando toda una obra en el campo de la ultraestructura que nunca recibiría el merecido reconocimiento.

Hace 10 años, cuando escribí el prólogo para el libro del Dr Serrano, dije que me permitiría regresar a examinar algunas situaciones que no habían sido muy afortunadas en el desarrollo de las investigaciones con el ME en Venezuela. Ante la revisión de “el caso Fernández Moran”, pues así puede considerarse la evaluación de su vida y sus acciones personales y científicas revividas a la luz del Centenario de su nacimiento, debemos recordar que lejos de deprimirnos éstas deberán señalarnos que vale la pena reconocer nuestras fallas, no olvidarlas para poder avanzar mejorando. Hace años (https://tinyurl.com/mw8ka9f7) solíamos decir que “cada defecto es un tesoro” en el sentido de que debemos usar nuestras fallas para aprender de nuestros errores y mejorar hacia el futuro. Hoy día, les propongo examinar el pasado para orientarnos hacia un futuro que merece ser mejor en nuestro derruido país.

Maracaibo lunes 29 de abril de abril del año 2024

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