miércoles, 27 de marzo de 2024

Pascasio Arriortúa Iza, SJ.

 

      El Padre Pascasio Arriortúa Iza, S.J fue un sacerdote, jesuita, vasco con una historia realmente impresionante. Quienes tuvimos la suerte de conocerlo durante nuestros estudios en el Colegio Gonzaga de Maracaibo donde estuvo durante once años como Ministro o Director de Estudios fue un ejemplo para quienes tuvimos la fortuna de ser uno de sus discípulos.

 

A mí me tocaría disfrutar de la presencia y ver en acción al padre Pascasio en sus primeros años en el Gonzaga pues, aunque no lo sabíamos, él venía desde el Colegio San José de Mérida, donde había estado 8 años como Padre Prefecto y su rigor y seriedad continuaría siendo un ejemplo vivo y percibido por todos los alumnos del Colegio durante los once años en Maracaibo hasta el año 1965 cuando fue trasladado a Caracas.

 

El Padre Pascasio Arriortúa Iza, S.J., nació el 31 de mayo de 1909 en el Municipio Dima de la Provincia de Vizcaya (España). Se desconoce en donde realizó sus estudios primarios; pero se sabe que comenzó su formación como filósofo en el Seminario Diocesano de Vitoria. De allí pasó al noviciado de Loyola en donde ingresó el 19 de agosto de 1929.

 

Entre 1931 y 1936 realizó el Juniorado y el Filosofado en Marneffe (Bélgica) y en 1936 fue destinado a la Viceprovincia de Venezuela para que cumpliera con su etapa de Magisterio. Realizó cuatro años de magisterio como profesor de biología en el Colegio San José de Mérida y concluida esa etapa volvió a España para cursar su licenciatura en Teología en Oña. Allí fue ordenado sacerdote el 16 de julio de 1943 por el Arzobispo de Burgos Manuel de Castro Alonso. La Tercera Probación la realizó en Gandía en 1944.

 

En 1946 el padre Pascasio regresaría a Venezuela para estar durante 8 años entre 1946 y 1954, como Director de Estudios y Prefecto en el Colegio San José de Mérida. En aquellos días se dio el fatídico diciembre de 1950, cuando en un avión Douglas C-47 YV-C-AVU fallecieron 27 estudiantes del Colegio San José de Mérida y 3 tripulantes. Un año después de la tragedia se edificaría una gran casona de retiros espirituales en San Javier del Valle en tierras del páramo de La Culata en recuerdo de aquellos jóvenes estudiantes. 


La gran casona para retiros espirituales fue inaugurada en 1951 con la intención de preservar la memoria de aquella tragedia y los detalles de su construcción son tan intimidantes, como eran los retiros espirituales llevados por el padre Pascacio Arriortua e Iza, SJ, con quien en un par de ocasiones me tocaría realizar estos ejercicios espirituales ignacianos, e inolvidablemente sus vivencias estimuladas por la grandeza del lugar en la voz de este impresionante jesuita vasco quien conociera personalmente a los jóvenes fallecidos, iban a resultar para mí, inolvidables.

 

La Casona de Ejercicios Espirituales, inaugurada en 1951 preservaría la memoria de los jóvenes y los detalles de su estructura son realmente intimidantes. Hay allí 50 habitaciones, de las cuales 27 están dedicadas a los jóvenes fallecidos en el accidente aéreo. Cada una de las habitaciones lleva el nombre de uno de ellos y está presidida por su fotografía. Es, realmente, sobrecogedora la capilla, de la que sobresalen cuatro columnas que llevan inscritas las posibles carreras profesionales que los muchachos habían dejado saber les gustaría estudiar. 

La mesa del altar tiene forma de sarcófago donde están tallados sus nombres y sobre el zócalo de las paredes de la capilla hay 27 antorchas que se iluminan con los nombres de cada joven. También del corredor de la entrada cuelgan tres retablos con sus nombres, litografías de sus rostros y la estrofa que el Maestro Berecibar, inspirado en las eternas aguas de la cascada, compusiera para ellos: “Llora cascada, llora sin cesar/ Porque tú no puedes más que llorar. /Nosotros podemos llorar y esperar./ Jesús, Divino Piloto/ Volaba con ellos y se los llevó/ A la felicidad inmortal”.

 

Actualmente, los jesuitas tienen allí un instituto técnico, con una finca donde laboran unas 60 personas, la mayoría de ellas viviendo en la institución y aparte de la formación agrícola en la granja, realizan un trabajo pedagógico. Los estudiantes llegan, incluso, desde el estado Apure y desde la Goajira y ayudan a familias necesitadas, distribuyen comida y almacenan los alimentos que producen para seguir ayudando, como estudiantes de un taller del Programa-Escuela Fe y Alegría donde aprenden las técnicas de la siembra y otras destrezas.

 

En 1965 el padre Pascasio fue trasladado a Caracas, para entre el 30 de agosto de 1965 y el 30 de agosto de 1971 asumir el cargo como Rector del Colegio Jesús Obrero. El 02 de febrero de 1968 profesó sus Últimos Votos en el Colegio San Ignacio de Caracas ante el Viceprovincial P. Jesús Francés, S.J.

 

Sobre su rectorado en el Jesús Obrero, un compañero durante esos años el Hno. Korta S.J., expresó: “Fue el realizador del Jesús Obrero en su etapa más expansiva dentro… En el campo de lo imposible proyectaba optimismo y enfocaba el problema de tal modo que uno trabajaba con todo el empeño hasta que se hacía realidad… Su presencia en la comunidad de Jesús Obrero crearía un ambiente de cordialidad, sencillez, buen humor y amistad, ofreciendo las responsabilidades de acuerdo a las posibilidades de cada uno con un fino sentido de la subsidiariedad”.

 

Al momento de asumir la dirección del Jesús Obrero en 1965 el mismo contaba con una matrícula de unos 1000 estudiantes y cuando falleció dejó más de 2.300 inscritos y puesta en marca la construcción de un edificio de 7 pisos que sería la sede del Instituto Técnico Jesús Obrero, una Obra por la que trabajó arduamente pero que no alcanzó a ver materializada.

 

Sus últimos seis meses de vida asumió la responsabilidad como Vicesuperior de la comunidad de la UCAB. Falleció el 07 de diciembre de 1971, a las 6:30 am en el Centro Médico de Caracas. Con 62 años de edad y 42 años en la Compañía de Jesús.

 

Después de su inesperada muerte el P. Alberto Micheo, S.J., redactó a manera de homenaje un sentido texto: “Con decir que era muy bueno, nada se dice. Pascasio era bueno, pero de una manera inconfundible. Decir que era un gran maestro tampoco lo describe. Ciertamente lo era, pero también de una manera muy original. Decir que era un gran religioso, es una expresión demasiado común. Tenía todas estas cualidades, pero combinadas en un conjunto tal que formaban una personalidad excepcional. Convirtió los ranchos de Catia en universidad tecnológica. Pascasio era un hombre que atraía, porque comunicaba la paz y la alegría de vivir”.

Maracaibo, miércoles 27 de marzo del año 2024

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