sábado, 4 de mayo de 2019

Pucu tucu pucutucu en el Catatumbo (1)



Pucu tucu pucutucu en el Catatumbo (1)
                                                                          Para José Esparza: mi amigo, el arbovirólogo.

Fue una decisión bien tomada. En las tierras húmedas del sur del lago de Maracaibo, es lo que llaman: trabajo de campo. No todos los días sale uno a buscar los reservorios del virus de la encefalitis equina venezolana (EEV)... Ancha y turbia, baja la corriente del río Catatumbo. Desciende desde la Sierra de Perijá, de por allá lejos, de los Montes de Oca, y serpentea deslizándose en las intrincadas selvas que albergan a los feroces indios motilones. Luego nos tocará la tarea de detectar los anticuerpos, ¡que caray!, eso será después. Ahora somos como soldados en la primera línea, vamos con los tomadores de muestras, los que ponen las trampas y cazan los animales entre zancudos, y mientras, uno mira como cientos de aves sobrevuelan sobre los caños y los manglares mientras escucha el pucu tucu, pucu tucu, de la lancha.

Desde la orilla uno mira el puente y lo ve lejos, allá arriba y aquí mismito se están escondiendo unos cayucos en la trémula sombra del que en lo alto, hace un rato, nos permitió pasar sobre el río... Aquí vinimos para precisar la ubicación de los reservorios del virus, del agente causal de la encefalitis venezolana, la fiebre equina. Llegamos para a poner trampas y viviremos una cacería de mosquitos en la tupida selva tropical. Uno llegó aquí invitado para ayudar cazar, con ellos, quienes desde temprano se levantaron, como los zancudos que crean nubes ascendiendo desde las charcas, entre las intrincadas enramadas del manglar, bajo la bora y las pistias, mientras sus larvas están flotando en el agua que sube y baja, sin chapotear, sencillamente acariciando las raíces retorcidas del mangle, o bajo las eneas que uno ve oscilar con el viento desde la lancha.

Aedes Tenorrincus, Aedes Aegipty con medias de rayas blancas, Culex Melanoconium, Psorósfora que es un poco más gordo y más negro, Aedes Triserratus, zancudos o mosquitos, la misma miasma te dicen, algunos con escapulario del Carmen. Mosquitos que pican y dejan ronchas, mosquitos con sus glándulas salivales repletas de arbovirus, zancudos repletos de minúsculos parásitos, de Plasmodium Falcíparum, o Vivax, o ¿quizás Malarie? Para protegernos de ellos nos metimos anoche unas pepas de Aralen.

En un cayuco, dos niños se van remando río abajo, siguen la misma ruta de los tramperos, los amigos que esperan cazar rabipelados, ratas de monte, matos de agua, piropiros, cuanto bicho viviente se meta a curiosear en cada jaula... Los cayucos van y vienen bajo el puente, repletos de plátanos amarillos y verdes, de guineos quinientos y de titiaros, de guineos manzanos que cambian de color bajo la sombra del puente. Nosotros vamos en una lancha de aluminio y la familia entera con sus cinco tripones viene de frente en una piragüita con toldo rojo. Haciendo pucu tucu, pucu tucu, todo el tiempo, pucu tucu, el motor fuera de borda, pucu tucu.            

Pucu tucu. Uno se siente extraño en la lancha, con una pata blanca de yeso yaciendo sobre una cava de anime, es como para hacerle juego, y uno sabe que allí, adentro, están fríos los reactivos. ¡La osmolaridad es de capital importancia! Uno mira a sus compañeros. De caqui y muy arrugado es el sombrero de Hernando, de jipi japa es el sombrero de Karl. Henri está impecablemente peinado, pareciera usar Glostora con rubina, tal vez Brilcream, no será aceite de coco, más bien alguna lavanda, y no es por la manera de brillar, huele y es que Henri Fossaert es un dechado de elegancia y pulcritud. Aún en medio de la selva, no es como uno, en fin, uno anda sudando a mares y con una pierna enyesada. Uno lo recuerda y pucu tucu, pucu tucu, la lancha hace un giro entre los caños y va dejando una blanca estela de espuma que desaparece entre las raíces peladas, y casi nos agachamos para meternos entre las sombras violáceas bajo la ramazón de los mangles.
¡No ve usted que los mosquitos no tienen sangre!, ellos tienen un líquido… Bueno, es una especie de líquido, por dentro, como la linfa, algo como linfahemática, osmóticamente hablando, ¡es diferente a la sangre!, es bien diferente, ¡lo puede imaginar cualquiera!, las proteínas y los fosfolípidos de las membranas de un Culex Melanoconium nunca se fijarán igual que las de un vertebrado vulgar y silvestre. ¿Cómo se fijarían las de un ratón?, o de una rata de campo por ejemplo, digo yo, porque fíjese no más, para que no diga que la cosa es así nada más, el caso digo, de la formación de la partícula viral, cuando viene el nucleocápsido y se va a incorporar en la membrana plasmática de un mosquito, ¡se pega si tiene sus receptores, claro!, y si no lo hace, no hay tu tía, es decir, no hay EEV, no puede reproducirse el virus, la partícula infectante, se incorpora, así es ese virus, tiene toga, una capa que es protectora, pero en los zancudos, la capa será, de origen mosquítico. O sea, vos te tenéis que imaginar lo que significa un togavirus de origen zancúdico y otro de naturaleza ratérica y… ¿Cómo será uno de un burro?, y así sucesivamente y llegará una partícula viral con su envelope, como decían las viejas, si, con su toga, y quizás esté naciendo en un tachoncito, uno de esos virus que le inoculó un zancudo y que se multiplican dentro de un tachón que duerme con mucha fiebre en un chinchorro de un caney guajiro…Pensando estoy, y los ojos se me van detrás de un montón de garzas blancas que vuelan rasantes frente a la lancha, pucu tucu, pucu tucu, pucu tucu.           

Uno piensa… Anoche en el campamento. Caja Seca estaba anegada, empapada por la torrencial lluvia de anteayer. Grandes charcas frente a la casita de Malariología y cuando uno llegó se pintaban tortuosas con el cielo azul y unas nubes flotando en el barro y todo el paisaje aparecía patas arriba. Es el ejército de la Sanidad. Uno percibe una vocación, siente que hay una especie de devoción secreta, un compromiso extraño que pareciera guiar al pelotón de soldados de la salud. Los microscopios rudimentarios, las colecciones de insectos, las cajas llenas de frotis, neveras con tubos de ensayo, los mapas, las lámparas de kerosene, máquinas fumigadoras, cascos amarillos, botas de goma. Andan los hombres en yips amarillos, y descansan en chinchorros multicolores y la sopa que es densa y bien sabrosa... Malariología: una especie de regimiento de caballeros cruzados, así lo piensa uno y dormita cavilando sobre el fenómeno de la sobrevivencia de un ejército en un Ministerio ya sin mística, sin una cabeza visible. Se estremece en estertores la gran Compañía ante la desaparición de su jefe, el General Gabaldón.

En la casa de la gente de Malariología, pensar en todo esto, parece una exageración. Coraje admirable el de estos hombres desasistidos, parcialmente desincorporados. Sus bases desmanteladas, víctimas en la Venezuela del modernismo y de la petroleopulencia. Como si ya las enfermedades tropicales se hubiesen acabado, como si ya no existiesen más mosquitos, ni gusanos, ni parásitos para ningún pata en el suelo, porque el país es rico… Sería una vergüenza hablar de parasitosis o de diarreas, o de fiebres, ¡en este país! Pero uno, está convencido de que tiene que producirse un repunte de la Malaria. Como las siete plagas de Egipto, un día de estos llegará la reactivación de todas estas endemias descuidadas, quien sabe dentro de cuantos años y el paludismo volverá a hacer estragos y vendrán las epidemias pero ya no habrá nada que hacer. El país, puede que sea muy rico, pero ya para ese momento habrá desbaratado completamente la estructura preventiva de su ejército, se habrán desbandado sus soldados, los que habían de salvaguardar la salud, en la primera línea... Hamacas y chinchorros se cruzan en el pequeño ambiente protegido por la tela metálica. Mi pierna enyesada sobresale en un chinchorro rojo con borlas amarillas. Mañana saldremos al amanecer, lo pienso y bostezo cerrando los ojos.  Ahora las garzas se espantan ante la lancha que avanza entre las aguas verdosas de los caños, y solo se escucha el pucu tucu, pucu tucu…

(Continuará mañana)
Mississauga, Ontario,  sábado 5 de mayo del 2019.

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