Antonio y Cleopatra
En estos tiempos de politiquería infamante, viviendo en
una dictadura que cree tener veladas sus
acciones por el populismo y que se
impone por la traición a la patria de quienes deberían proteger a los
ciudadanos, tristemente he recordado la shakesperiana frase de que, “el mal que en vida hacemos sobrevive, el
bien, baja a la tumba con los huesos”… Y es que como contrapartida de la
realidad, vino a mi mente una época lejana y feliz, cuando cumplíamos una
intensa y productiva labor docente… Recordé las reuniones que hacíamos los
jueves, para y con los “médicos-residentes” que eran estudiantes del curso de
postgrado de Anatomía Patológica en el IAP de la UCV; reuniones éstas que
denominábamos “las dife”, porque eran sencillamente diferentes, donde se
hablaba de las propiedades de la piña (Ananas
comosus), de la salsa (la del libro de César Miguel o “la bologña”), sobre
la Ópera, o de la poesía de Machado, de “el zorzal”, o sobre el cine; en fin,
recordé mi charla sobre Marco Antonio tras haberme leído su historia en “Las
vidas paralelas” de Plutarco y donde
aproveché la circunstancia de saberme de memoria el monólogo de
Shakespeare en “Julio César” para finalmente recordar su aventura con
Cleopatra, con comentarios al margen sobre Burton y su mujer Elizabeth Taylor y
de cómo se había dado la transformación, o debacle del personaje quien según “el
Bardo de Avon” habría dicho ante el cadáver de Julio César : “soy un hombre sencillo y rústico que bien
quiere a su amigo, y esto bien lo saben quiénes me dieron permiso para habla
aquí, porque no tengo palabra, ingenio ni valía, ni voz ni mímica ni la
facundia que incendie vuestra sangre, yo solo digo lo que ya sabéis, os muestro
las heridas del buen César, pobrecitas bocas mudas, y las hago hablar por mí”…
Me entero ahora, luego de tantos años, que cuando
Shakespeare escribió su drama “Antonio y Cleopatra” en 1607, lo hacía ocho años
después de haber presentado su famoso “Julio César”(1599), y que si bien ambos dramas
han sido llevados al cine varias veces, la tragedia shakesperiana de la mortal
pareja, será esa, la única ocasión cuando ambos morirán a destiempo, no los dos
amantes en el sitio, como en sus otros dramas. “Antonio y Cleopatra” se hizo
realidad después de haber fallecido la reina Isabel I en 1603, y se ha pensado que
quizás este hecho condicionase la decisión de Shakespeare para crear el drama de
Antonio y Cleopatra. Una teoría interesante, no solo porque se atreviese a escribir
una obra sobre una reina y su amante, sino por las similitudes de ambas reinas,
quizás en algunas cosas, demasiado parecidas, y de cómo ese Antonio, no sería
ya quien cinematográficamente fuera el Tasker de 1950, ni el Marlon Brando del
53, o Heston en el 70, el mismo Charlton Heston quien en 1972 le veremos
derrumbarse ante Hildegarde Neil haciendo de Cleopatra, tal y como como tendrá
que aparecer Richard Burton ante su mujer Elizabeth Taylor en la monumental
“Cleopatra” de Mankiewicz premiada con 4 Óscars en 1963, con un texto que
Shakespeare había poetizado apoyándose, en ocasiones casi literalmente en la prosa de Plutarco.
Antonio y Cleopatra, la tragedia de William Shakespeare, escrita en 1606 y representada
por primera vez en 1607 está basada en
la traducción de la obra de Plutarco Vida de
Marco Antonio, y que fue traducida por sir Thomas North en 1579. Muchas de las frases de la obra de Shakespeare repiten
literalmente el texto de North, y siempre se menciona como ejemplo la hermosa descripción
que Enobarbo hace de la barcaza de Cleopatra, comenzando con: “La barcaza en la que ella se sentaba, como
un trono bruñido / ardía sobre el agua”. Esta tragedia está caracterizada
por los cambios bruscos en las localizaciones geográficas, alternando entre
Roma, Alejandría y Egipto. En ella, Cleopatra pasa a ser uno de los más
complejos personajes femeninos en las obras de Shakespeare. La reina que se
presenta como vana e histriónica, en ocasiones provoca situaciones que rayan en
lo ridículo, y a la vez aparece como una gran reina, sin que sea totalmente
claro si es su amor por Antonio pudiese ser tan grande como el dolor de perder
su reino, situación ésta que se ha planteado según diversos críticos como la
presencia de rasgos contradictorios en el personaje femenino. Cleopatra, por
otra parte ha sido llevada al cine como personaje histórico y de ficción, pero
sobre este tema, podremos conversar en otra ocasión.
Maracaibo 2 de febrero, 2018,
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