miércoles, 26 de noviembre de 2025

El Horla, de Maupassant.

El Horla tiene su origen en un cuento de Maupassant, Carta de un loco, publicado bajo el seudónimo de Maufrigneuse, en 1885 en el diario Le Gil Blas, donde desarrolla la misma historia, sin que se mencione el nombre de “Horla”. En la segunda versión, que es la más conocida, adopta la forma de un diario personal y  promueve aún más la identificación con el narrador. El Horla tiene la particularidad de ser la primera obra de ficción que presenta la evolución de un trastorno mental. "El Horla" es considerado uno de los mejores relatos de todos los tiempos, donde el protagonista es sobresaltado en las noches por un extraño ser invisible que llega a perturbarlo, hasta conducirlo a la locura.

La voz "Horla" es intraducible, pero sin duda, Maupassant alude a la presencia de un "otro", un ente ajeno a uno mismo. Se ha pretendido ver en este cuento, desde su primera publicación, las manifestaciones de la neurolúes que afectó a Maupassant y que fue su causa de muerte. Sin embargo, hay una primera versión de este relato que data de 1886, 7 años antes de su muerte y es improbable que lo haya escrito ya enfermo y que sobreviviera 7 años más sin terapia afectado por una parálisis general lúetica... En esa época sin tratamiento, un paciente con neurolúes no sobrevivía más de 3 o 4 años. Lo cierto es que desde su primer cuento de 1876, "La mano disecada" Maupassant manifestó interés por lo sobrenatural y la locura.

Maupassant tomaría entonces los elementos principales de Carta de un loco para escribir otras dos versiones de la historia bajo el título El Horla. La primera versión se publicó en 1886 también en Le Gil Blas. La segunda versión, más conocida y más extensa, apareció en 1887 en una colección de cuentos del mismo nombre. Hay tres versiones del cuento aparecen en tres formas literarias diferentes: Carta de un loco, como su título indica, es una carta ficticia, como primera versión de El Horla es una narración enmarcada y la segunda versión toma la forma de un diario personal inacabado que hace temer que su dueño haya caído en la locura o se haya suicidado. La escritura de El Horla coincide con los inicios de la locura de Maupassant, cada vez más víctima de alucinaciones y de doble personalidad a causa de la sífilis que contrajo. También intentó suicidarse en 1892.

Carta de un loco narra la confesión de un hombre que duda de su razón y que expone su estado a su médico. El hombre describe los sentidos después de leer una colección de textos, lo que le molestó mucho y por eso empezó a preguntarse por la realidad, a dudar de sus sentidos. ¿Y si el humano fuera solo un ser imperfecto, si el pequeño fuera solo lo que el ojo puede ver y el gigante el reflejo de nuestros límites? El hombre cuestiona el juicio de lo Conocido de la Realidad. Porque la Realidad depende enteramente de nuestros sentidos y por tanto es falsa porque nuestros sentidos son limitados. El hombre entonces se pregunta si puede ver lo Invisible… y termina viéndolo. Sus primeras palabras son: Vivía yo como todo el mundo, mirando la vida con los ojos abiertos y ciegos del hombre, sin sorprenderme ni comprender. Vivía como viven las bestias, como vivimos todos, cumpliendo todas las funciones de la existencia, analizando y creyendo ver, creyendo saber, creyendo conocer lo que me rodea, cuando un día me di cuenta de que todo es falso.

En primera persona y a modo de diario personal, el relato cuenta la historia de un hombre rico que vive en una mansión al borde el Sena, quien relata cómo empieza a sentirse perturbado: un día se siente plácidamente feliz y al otro, todo lo contrario, cansado y sin poder si quiera moverse. Algo se lo impide, algo lo horroriza, algo se apodera de él. Una presencia invisible que le roba las energías, que se sienta sobre su pecho por las noches y bebe lo que deja en la mesa de luz. Ese algo, ese ser es al que nombra el Horla. ¿Descubre a una criatura secreta, o se trata simplemente de la locura? Se dice que entre los vampiros existen algunos que no solo buscan con deseo la sangre, sino también la energía humana. Son los que se alimentan de la fuerza vital de las almas. Maupassant explica esto a través del personaje principal, acechado por ese ser invisible al cual atribuye la culpa de sus diabólicas noches y sus incesantes pesadillas. Analizándolo desde otra perspectiva podríamos estar hablando de la demencia, de la alucinación.

El doctor Marrande, un alienista, invita a unos compañeros a escuchar el testimonio de uno de sus pacientes en un hogar para enfermos mentales. El paciente relata varios hechos que le sucedieron y para los que sólo encuentra una explicación: ha llegado un nuevo ser, al que él mismo bautizó "el Horla", y tiene los medios para dominar a la humanidad. En su informe final, el doctor no puede juzgar si el paciente o él mismo están locos, o si el Horla es real. La palabra “Horla” en sí no es francesa sino un neologismo creado por Maupassant. Podría estar compuesto tanto por la expresión en francés hors-la-loi (“fuera de la ley”, en el sentido de bandolero) como por la palabra normanda “horsain” que significa “extranjero”. La traductora estadounidense Charlotte Mandell (1968), traductora de El Horla para la editorial Melville House, sugiere en un epílogo que la palabra "horla" es un acrónimo de las palabras francesas hors ("afuera") y  ("allí") y que "el horla" suena como "El forastero, el exterior, el que está afuera", y puede interpretarse transliteralmente como "lo que hay ahí afuera". Así, se crea un oxímoron destinado a resaltar tanto la anormalidad de esta criatura como su presencia.

En una segunda versión: la historia se desarrolla en la casa de campo del narrador, cerca de Ruán, a orillas del Sena, en donde pasa el tiempo descansando en el jardín, viendo los enormes barcos navegar, y en París a donde viaja para distraerse un poco de sus aflicciones y visitar a su familia.  En forma de diario personal, el narrador, un hombre burgués, soltero y de clase alta, transmite sus pensamientos inquietantes y sus sentimientos de angustia. Esta angustia ocurre durante cuatro días después de que ve una "soberbia corbeta brasileña" e impulsivamente la saluda porque le agradó a la vista. A su alrededor, siente la presencia de un ser al que llama "Horla". El tormento que provoca el Horla se manifiesta primero físicamente: el narrador se queja de que sufre de "una fiebre atroz" y de que le cuesta dormir. Se despierta de las pesadillas con la escalofriante sensación de que alguien lo está mirando y "se arrodilla sobre mi pecho", dice. Cada noche, mientras duerme, esta presencia lo invade y bebe su vida. El narrador decide irse por unos días al monte Saint-Michel y regresa a casa aparentemente curado. Sin embargo, a los pocos días los síntomas y miedos regresan, y siente que algo lo rodea y lo controla.

El Narrador es ahora un joven de clase alta que pasa su tiempo entre su casa de campo y Paris. Es soltero y vive solo con sus criados. Nunca tuvo amigos. El relato deja abierto si el Horla es real o una alucinación, o si se quita la vida. El Horla es una criatura invisible a simple vista, sin embargo, su cuerpo no parece totalmente inexistente porque puede mover objetos (como las páginas de un libro o una rosa), beber agua o leche, y nubla el reflejo del narrador en el espejo. Tiene una consistencia material, pero nadie puede determinar su forma. También parece ser capaz de hablar, ya que, según el narrador, la criatura le ha dicho su nombre. El aspecto fantástico de esta historia surge de la duda creada entre los lectores sobre la demencia del narrador o la realidad de los hechos que relata.

El propio Maupassant tenía la impresión de verse fuera de sí mismo o de ser un extraño para la persona que veía en el espejo. La conclusión, que evoca el suicidio como solución, puede verse como un reflejo del sentimiento del autor de no ver más una salida. El Horla es la culminación de una serie de cuentos que hacen referencia a un sentimiento de doble y luego a un ser monstruoso o sobrenatural.

A lo largo de todo este cuento, la cordura del narrador, o sus sentimientos de alienación, se ponen en duda a medida que el Horla domina progresivamente sus pensamientos. El propio narrador después de haber encontrado su vaso de agua vacío, a pesar de no haber bebido de él, cuestiona su cordura y exclama "¿Habré perdido la razón?" El narrador viaja a París en los días anteriores y posteriores a la Fiesta Nacional de Francia y visita a su prima, quien es sometida a una sesión de hipnotismo. Más tarde, al volver a casa, decide que, en realidad, no se está volviendo loco, ya que es plenamente "consciente" de “su estado"; y que, efectivamente, podría "analizarlo con la más completa lucidez". La presencia del Horla se vuelve cada vez más intolerable para el protagonista, ya que está "observándolo... mirándolo... [y] dominándolo".

El narrador empieza a cuestionar su propia cordura y el tiempo pasa hasta que un día, en el periódico, encuentra una noticia sobre los habitantes de Sao PauloBrasil, quienes han huido de sus casas lamentando el hecho de que "[son] perseguidos, poseídos, gobernados como un rebaño humano por... una especie de vampiros, que se alimentan con sus vidas durante el sueño... y beben agua". El narrador pronto se da cuenta de que el Horla estaba a bordo de la corbeta brasileña que había saludado previamente, invitando inconscientemente al ser sobrenatural a bordo del barco a rondar su casa. En la segunda versión, el narrador entiende, a partir de un artículo científico, que la criatura apareció por primera vez en Brasil, donde es considerada un "vampiro espectral", antes de abordar un barco para llegar a Francia. El Horla, como un súcubo, se alimenta de su presa mientras duerme y devora su cordura provocándole pesadillas. El narrador lo considera el máximo depredador del hombre, capaz de existir entre lo tangible y lo invisible. A través de ataques repetidos, se vuelve capaz de tomar el control de su presa mediante la influencia, en particular para disuadirla de huir. Así, el narrador se hunde poco a poco en la locura, se siente tan "perdido" y "poseído" hasta el punto de que está dispuesto a matar al Horla y toma medidas cada vez más drásticas para lograrlo y llega a decidir que no puede seguir viviendo mientras la criatura esté cerca. El narrador atrapa al Horla en una habitación y prende fuego a la casa, pero se olvida de sus sirvientes, que mueren en el incendio. En las últimas líneas del relato, ante la persistencia de la presencia de Horla, concluye que el suicidio es su única liberación.

Maupassant renovó el tema del doble, presente en la literatura fantástica desde Hoffmann, utilizando las últimas reflexiones científicas y médicas de moda, en particular la hipnosis y los trabajos sobre la histeria de Jean-Martin Charcot en el Salpêtrière. La investigadora Marie-Neige Cordonnier afirma que Maupassant, como Zola y otros autores, asistió a las demostraciones del profesor Charcot. ​ Sin embargo, no se debe exagerar el impacto de Charcot en la obra de Maupassant, sobre todo porque las relaciones documentadas entre el escritor y el neurólogo siguen siendo imprecisas. Maupassant, en la segunda versión de El Horla, cita dos veces el nombre de Mesmer, así como la Escuela de Nancy (École de Nancy), pionera entonces en el campo de la psicoterapia basada en la hipnosis, en competencia con la obra de Charcot.

Algo que debería ser visible y tangible se presenta fuera del campo de la percepción, afectando la conducta del narrador–protagonista, conduciéndolo a la locura. Lo siniestro está representado por el doble, der Doppelgänger.  El origen de esta figura de alteridad puede rastrearse en las sagas germano-escandinavas, tanto en la tradición pagana como en la cristiana. No obstante, en la modernidad lo veremos resurgir con nuevas; el doble es un monstruo, una figura siniestra que adquiere distintas formas: Dr. Jekyll y Mr. HydeFrankenstein o el moderno Prometeo, o El retrato de Dorian Gray.

Maracaibo, el miércoles 26 de noviembre del año 2025


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