sábado, 6 de septiembre de 2025

Muertes absurdas


La muerte, ese destino inevitable que nos iguala a todos, puede ser tan imprevisible como la vida misma y algunas bordean el absurdo, desde monarcas que murieron de gula hasta escritores ahogados por un corcho... De manera tal que resumiré para este blog (lapesteloca) un breve recorrido por algunos de los fallecimientos más extravagantes, e inesperados de la historia.

Nicholas Breakspeare (1100-1159) era El papa Adriano IV en el año 1261 y mientras pronunciaba unas palabras, una mosca ingresó a su boca y terminó provocándole un atragantamiento fatal. El dramaturgo griego Esquilo (524-456 a. C), caminaba por la calle y un águila confundió su calva con una roca y soltó sobre él su presa: una tortuga. El impacto en la cabeza del escritor fue mortal.

Maximiliano I de Austria (1493-1519) era el suegro de Juana la Loca y famoso emperador del Sacro Imperio, y falleció en 1519 tras un banquete desmedido de melones, fruta que consumía con obsesión, y existió otro monarca, Adolfo Federico de Suecia (1710-1771) quien se murió tras una fastuosa cena con langosta, caviar, chucrut, pescado ahumado y 14 porciones de su postre favorito, -bollos dulces rellenos de pasta de almendra y nata-. Poco después, moriría con el estómago prácticamente reventado

Fernando el Católico (1452-1516) tras la muerte de Isabel la Católica, se casó con Germana de Foix, joven noble con quien intentó asegurar una nueva descendencia y recurrió a una pócima medieval basada en escarabajos verdes (La cantaridina es un compuesto químico venenoso producido naturalmente por los coleópteros de la familia Meloidae), que se creía eran afrodisíacos... Sin embargo, la sustancia, en lugar de revivirlo, le provocó y una hemorragia cerebral que acabó con su vida.

Calcante, era un adivino griego del siglo XII a. C., quien era célebre por haber predicho la Guerra de Troya, conocido como uno de los más célebres adivinos de la mitología griega, y era natural de Mégara o de Micenas, pero decía ser hijo de Téstor  y nieto del dios Apolo, quien supuestamente le había dado el don de la profecía. Cuenta la tradición, que un rival le dijo en tono burlón que nunca llegaría a probar el vino de una cosecha reciente y tiempo después, cuando estaba por saborearlo, recordó la burla y estalló en carcajadas tan intensas y prolongadas que se asfixió en medio del ataque de risa.

Jean Baptiste Lully(1632-1687) famoso director de orquestas murió de una manera muy inusual: ¡un accidente de dirección! En su época, los directores de orquesta no utilizaban una batuta ligera y fina como hoy en día, ellos utilizaban un bastón de madera para golpear el ritmo en el suelo y Lully golpeó accidentalmente el pie en lugar del suelo. Esta lesión maltratada, le produjo una gangrena y murió a causa de la infección. ¡Fue un accidente de dirección orquestal!

De todos conocida es la trágica muerte de la bailarina Isadora Duncan (1877-1927) un accidente automovilístico muy extraño, y hace un par de semanas hablamos de Tycho Brahe (1546-1601) el astrónomo danés (https://surl.li/myeewn)

, quien cayó gravemente enfermo, para no cometer una falta a la etiqueta. Tycho se había negado a abandonar la mesa para atender a su necesidad de orinar durante un banquete en Praga, esta “discreción” seria la causa de complicaciones muy serias debidas a una uremia que según el diagnóstico médico padecía y que lo llevo a la muerte.

En 1946, durante una fiesta en la casa de Clark Gable, la joven actriz británica Primula Susan Rollo(1918-1926), esposa del célebre actor David Niven, participando en el inocente juego de la gallinita ciega, caminaba con los ojos vendados, por una sala cuando, sin advertirlo, cayó por una escalera abierta y el golpe fue fatal. 

El escritor inglés Arnold Bennett(1867-1931), conocido por su novela Cuento de viejas (The Old Wives' Tale) publicada en 1908, protagonizó encendidos debates literarios con autores como H. G. Wells y Virginia Woolf. En 1931, estando en París, se enteró de que los franceses evitaban beber agua por temor a un brote de tifus. Convencido de que se trataba de una superstición de ignorantes, para demostrar cuán errados estaban, en un acto de arrogancia bebió, y contrajo tifus y murió poco después.


Tennessee Williams (1911-1983), autor de “Un tranvía llamado deseo”, murió en 1983 de una manera absurda:  estando en su habitación del Hotel Elysée en Nueva York a los 71 años se atragantó con el tapón de un frasco de colirio que usaba para aliviar la irritación ocular. El accidente ocurrió en su habitación sin testigos y su fallecimiento causó conmoción en el mundo literario.

Este repaso puede parecer tan extraño como humano, pues creo que podemos catalogar a estos decesos, como “curiosidades” que suenan todas, como diría Porfirio Torres, el conductor del conocido programa radiofónico venezolano -creado por Rafael Sylva Moreno y transmitido por la Radio Nacional de Venezuela y las emisoras de los circuitos Éxitos y Onda del Circuito Unión Radio- son cosas de “nuestro insólito universo”.

En Maracaibo, el día sábado 6 de septiembre del año 2025

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