viernes, 24 de febrero de 2023

Orson Wells


Orson Welles escribió y dirigió en los años setenta “The Other Side of the Wind” (Al otro lado del viento), una de sus películas inacabadas, que era una especie de collage vanguardista de tinte claramente autobiográfico y se suponía iba a ser el canto del cisne de Wells. La historia de un gran director de cine quien luego de un prolongado exilio europeo regresaba a Hollywood. En el proyecto, Orson Wells había enrolado al famoso John Huston para representar su papel, llevando el nombre de Jake Hannaford y lo pensó acompañado de famosos artistas como Claude Chabrol, Lilli Palmer, Norman Foster, Edmond O’Brien y Peter Bogdanovich. La película, medio francesa y medio iraní, aunque filmada mayoritariamente en los Estados Unidos, y luego de seis años de rodaje acabó como un proyecto cancelado, para muchos fue una especie de título maldito, el cual no obstante varios intentos de resurrección, no llegó a concretarse.

Welles trabajaba desde hacía varios años con un socio que era el cuñado del Sah de Persia y cuando el filme se interrumpió durante el montaje ya con un 90% del material que debía rodarse, entonces comenzó un largo litigio el cual fue seguido por Oja Kodar quien tras la muerte de Welles prosiguió en su empreño en 1975. Oja Kodar cuyo verdadero nombre es Olga Palinkas, fue la compañera y colaboradora de Orson Welles durante sus últimos veinte años de vida. Años después de la muerte de Wells gracias a una importante donación que hizo la señora Kodar viuda de Welles, de una copia del trabajo en blanco y negro más o menos completa, de escenas descartadas, banda y lista de diálogos, los distintos guiones y las escenas dibujadas para el rodaje de los filmes “The deep” y “The other side of the wind”. Oja Kodar depositó el legado de las películas inéditas del director de “Citizen Kane” en el Filmmuseum de Munich, donde lo han comenzado a recuperar desde el año 2002 en un trabajo de restauración de un equipo dirigido por Stefan Drössler.

“La dama de Shangahi” (1947) fue un filme de Orson Wells que en sus días resultó un fracaso de crítica y de público, y hoy está considerado por algunos como una obra maestra. Welles intentó hacer una película de cine negro de las habituales en los años 40 con el atractivo de Rita Hayworth quien era su mujer. Se habían casado en 1943 y tuvieron una hija, Rebecca, y para “La dama de Shanghai”, Rita se cortó su famosa melena rojiza y se tiño su cabello de rubio platinado. Estando ya en proceso de divorcio, se separarían definitivamente ese mismo año 1947. Uno de los mayores logros de Welles, fue combinar los elementos de los que disponía para realizar aquel filme con un guion, conciso, lleno de giros, y cargado de diálogos dignos de ser siempre recordados que influyesen en ese poder de fascinación de la película. Las escenas del acuario y los espejos son magistrales, y las interpretaciones de Welles y Hayworth hacen de la película un film de culto.

Orson Wells 14 años antes del 55, cuando apenas había cumplido 26 años ya había asombrado al mundo con su Ciudadano Kane. Después, el año 55, se paseaba por los valles y los montes de Iparralde, en el País Vasco francés, y rodaría un par de filmes La tierra de los vascos y La pelota vasca, que había aceptado por encargo de la BBC para contar, a través de minidocumentales para televisión sus personales visiones del mundo y concretamente de Euskal Herria. Orson Wells en el verano del año 1955 haría esta declaración pública: “No son mediterráneos, ni alpinos, magiares, celtas, germanos, semíticos, escandinavos ni arios. Nadie sabe quiénes fueron sus antepasados. Según ellos, Adán y Eva eran vascos puros. Son como los pieles rojas de América. Estaban aquí antes de que llegaran otros europeos. Hablan una lengua propia y extraña de origen desconocido. No. Los que aquí viven no son ni franceses ni españoles. Son vascos, y el surgimiento y caída de otras repúblicas y de otros reinos nunca les han hecho olvidar que son… vascos”.

Enamorado de España y de su cultura, Welles soñó siempre con adaptar El Quijote al cine y en 1957 cuando el canal de televisión CBS le encargó un documental de media hora, no dudó en proponer como tema la famosa novela de Cervantes. El rodaje comenzó en la ciudad de México y las escenas iniciales mostraban al propio Welles narrándole a una niña americana llamada Dulcie las aventuras del caballero y de su escudero. Por cierto, el papel de Dulcie lo interpretaba Patricia McCormack, quien en 1956 había dejado perplejo al público al encarnar a una encantadora niña asesina en el thriller La mala semilla y de ella hablamos ya (https://bit.ly/3E1kjHd) en este blog lapesteloca. Los pasajes en los que aparecían el Quijote y Sancho fueron concebidos por Welles en el estilo de las comedias silentes.

Después de ver las secuencias iniciales, los productores decidieron cancelar el proyecto. Afortunadamente, el arreglo al que llegaron le permitiría usar el material filmado en una obra personal. Pero… ¿y el dinero? Welles se las ingenió para continuar rodando cada vez que reunía algo de dinero. Los fieles Reiguera y Tamiroff, enamorados también del proyecto, acudían a su reclamo siempre que el cineasta les avisaba que podían continuar. De esa manera siguieron filmando distintas escenas, hasta finales de los años 60, en locaciones de México, Italia y España. Habitualmente una película tiene un único director de fotografía; pero por la producción del Quijote de Welles pasaron, sucesivamente, siete. También utilizó cinco editores diferentes para montar algunas secuencias.

También conversamos en el blog sobre el cineasta Terry Guillam (https://bit.ly/2sUjZ87) quien finalmente en 2018 logro un filme sobre “el hombre que asesinó a don Quijote”… Hace tan solo unos días, hablamos en este blog, otro cineasta, el director ruso Kózintsev (https://bit.ly/3RrPjpn) quien con esfuerzos logró paisajes y personajes adecuados para su filme. Orson Wells, para dar vida al Quijote y a Sancho, seleccionó a dos excelentes artistas, Francisco Reiguera, actor nacido en Madrid, pero enraizado en México, sería el hidalgo ideal; era alto, enjuto, demacrado, con una larga barba blanca y un inusitado ímpetu. El rol del escudero estaba a cargo de Akim Tamiroff, el carismático actor estadounidense de origen georgiano que también colaboro con Orson Welles en Sed de mal, Mr. Ar kadin y en El proceso.

A propósito del último filme mencionado, Wells admitiría… “Digan lo que ustedes quieran, pero “El proceso” es la mejor película que hecho”. Esto lo afirmaba Orson Welles, en 1964. La historia relata que un par de productores rusos –padre e hijo- contactarían a Orson Wells y le propondrían adaptar el libro (una novela póstuma de Kafka), para la pantalla. “El proceso”... Se iba a filmar entre Yugoslavia y Francia con personal técnico francés, y ya el director artístico del futuro filme tenia listos los planos, pero día antes de salir para Yugoslavia el productor padre e hijo, confesaron, no tener dinero para construir escenario alguno... Orson Welles, se encontraba en París y no podia creer, que después de conversar varias expectativas, no hubiese presupuesto para sus soñados escenarios. Orson Welles saldría en la madrugada, y en un taxi y llegó a una abandonada estación de trenes… Ahí en las escaleras ruinosas, en los corredores abandonados, en aquella especie de desolación, encontraró el mundo de Kafka, y Wells pensó que aquel sería el sitio ideal, allí iba a ser donde rodaría la película en sustitución de los escenarios antes planteados.

La filmación de “El proceso” transcurrió entre París, Zagreb y Roma, donde se fotografiaron las fachadas del Palacio de Justicia y del Ministerio de la Marina, pero ya sobre el trabajo en sí, Anthony Perkins fue el actor elegido por Orson Welles para interpretar al protagonista del filme. Josef K., era un oficinista acusado de algo indefinido, y Welles comentó que “Perkins es quien mejor representa el personaje de Joseph K: como se afirma en el libro, es un joven ejecutivo en ascenso”. Perkins venía del éxito de Psicosis (Psycho, 1960) y Orson Welles quería aprovechar eso, además la homosexualidad –no revelada- del actor, para sumarlo a las características de fragilidad y miedo a ser expuesto, del personaje. Perkins hace el tipo de papel perfecto, el de un hombre inseguro, ansioso, que parece ocultar algo a toda hora y del que no estamos por completo seguros de su adecuado estado mental, y “El proceso” se convertiría en un filme enteramente de Orson Welles. Desde “Ciudadano Kane” (Citizen Kane, 1940) no se le veía al director tan libre y tan seguro. Su estilo expresionista ilustraría maravillosamente el mundo opresivo de Kafka. El director de arte de “El proceso”, Jean Mandaroux, construyó dos escenarios que sirven de eje al filme, uno, en un enorme hangar donde hay más de 700 personas sentadas trabajando en escritorios perfecta y monótonamente alineados; y el otro, el del Palacio de Justicia, que es un sinfín de recovecos, escaleras, pasadizos y callejones sin salida. Orson Welles logra que sintamos la impotencia de Josef K ante un sistema indescifrable, burocrático y corrupto, hecho para autocomplacerse, para crecer endogámicamente y excluir a todos los que le generan incomodidad. El filme puede ser admirado como una denuncia del fascismo, un recordatorio de padecimiento judío, la persecución del homosexualismo latente, quizás la premonición de tiempos por venir, o el mal sueño de un hombre temeroso de ser impotente…

“El proceso” refleja igualmente el influjo estético del cine arte en Europa en esos años, Pasolini con “Accattone” (1961), Resnais con “El año pasado en Marienbad” (1961), (https://bit.ly/2mw6fQW), Antonioni, en “La aventura” (1960)… “El proceso” los imita en la sensación de soledad, en el hastío espiritual, y en lo críptico de su narrativa. Orson Welles en conversación con Peter Bogdanovich, manifestó: “Lo que hizo posible que yo hiciera la película es que a lo largo de toda mi vida se repiten en mí las pesadillas de culpabilidad: estoy en la cárcel y no sé por qué…, voy a ser juzgado e ignoro el motivo. Es algo muy personal, típico en mí. Es la película más autobiográfica que jamás hice; la única que verdaderamente está cerca de mí”: en ella, Josef K. es Orson Wells.

Maracaibo, viernes 24 de febrero del año 2023


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