lunes, 4 de febrero de 2019

Mensaje para Antonio Cabrera de León



Mensaje para Antonio Cabrera de León 

Me he tomado la libertad de escribirte porque ya que estuviste una vez en Venezuela y tuviste la oportunidad de conocernos, aunque ahora nos veas como monstruos, o peor, como pobres seres, bastante estúpidos, espero entiendas mi posición, aunque sinceramente, dudo que estés en capacidad de aceptar la verdad de los hechos...
Leí y releí con atención tu lamentable diatriba publicada en Facebook e intitulada “Petrozuela”, en la cual afirmas que “no es posible entender que alguien se atreva a negar que es necesaria otra fuerza política que gobierne” al país “para que alivie la tensión social y recupere la economía”. Comienzas con una frase precisa y razonablemente lógica, mas sin embargo, al parecer no ves las noticias, o no quieres enterarte de la realidad, o no le conviene a tus criterios, saber realmente lo que ocurre en Venezuela. Quizás pensarás que escribiendo lo que se te ocurra, podrás hacerle creer a la gente que todo lo que sucede es fabricado por laboratorios, tal vez falseando fotos con photoshop o con videos falaces… Recuerda que hay un refrán muy español, que señala que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.  

Te niegas a creer que ese bravo pueblo, el pobre pueblo hambreado, desnutrido, enfermo y sin medicamentos (te lo dice uno que como tú, es médico, y te habla con la verdad), ese pueblo depauperado y desnutrido que no ha podido largarse para acompañar a más de tres millones de familiares que se han lanzado a pie o con grandes penalidades por los caminos de América del sur buscando un mejor destino, es el pueblo venezolano que apoyó a Chávez en su ascenso al poder cuando creían que un líder mesiánico, por lo carismático y militar vendría a salvar al país de los desmanes de los políticos de turno. Ellos y nosotros todos, vimos ascender al caudillo y por igual a los precios del petróleo hasta límites impensables y mientras tanto, Chávez iba desensamblando la industria petrolera y destruyendo el aparato productivo del país siguiendo las instrucciones precisas de Fidel Castro. Los números que cuantifican los enfermos de paludismo, de sarampión, de SIDA, o de cáncer y otras enfermedades crónicas tan sencillas como la hipertensión arterial, siguen sin medicamentos, así como los millones que escaparon del país hacia el sur, y todos esos números contrastan con algunas de las cifras que mencionas. Te refieres a un cuarto de millón de militares, al que le sumas sonriente como si fuese algo legal o para vanagloriarse, que hay otros dos millones (puedo imaginar la fuente de tus datos), de “partidarios armados” sabiendo que te refieres a las llamadas milicias como expansión de los círculos y/o los colectivos armados, entre civiles engañados y pareces regocijarte al afirmar que se “podrán contar los muertos cuando empiece el tiroteo”. 

Suenan tristes tus planteamientos seguidos del comentario sobre “los 100.000 cadáveres enterrados en las cunetas”, como si nos tocara a los venezolanos pagar un precio por la tragedia de la guerra civil española… Recuerdo en 1994 cuando unos amigos canarios primovisitors de nuestro país se asombraban de las obras de ingeniería, los túneles de la autopista y de los hoteles de la Conahotu en los Andes y nos decían que en los años 50 o 60 cuando todo aquello se había construido, ellos aún andaban en burro. Aquella Venezuela que los recibiera amorosamente, como a tantos otros emigrantes y se transformara en la octava isla canaria, ahora te permite peyorativamente hablar de “la antigua clase media que añora su Venezuela”. Si esa clase media trabajadora, esa misma fue la que recibió y con ellas se fundió el crisol de muchas familias de canarios, que dejaban las islas por la hambruna y fueron acogidos en el país para que sus familias pudiesen perpetuarse en sus descendientes.

Inicias luego un prolegómeno para despepitar una prédica clásica. Cual fanático enardecido que se revuelve contra “el imperio”, contra los gringos, porque hay que quedar bien con lo que supuestamente se lleva por dentro aunque bilioso, y uno piensa entonces que esos gringos del imperio, algo muy malo deben haberle hecho, a los españoles y canarios, porque en la guerra cuando la Alemania nazi y la Italia fascista se rindieron, ellos regresaron a su país en América, y cuando Pearl Harbor con su secuela de Hiroshima y Nagasaki se dieron, tampoco tomaron un pedazo del Japón. Supongo que el fanatismo te llevará a jurar que se vive mejor y más libremente en Corea del Norte que por debajo del paralelo 38, y fíjate que Guantanamo sigue en Cuba sin ningún tropiezo expansionista gringo y el régimen cubano es de todos conocido como una dictadura criminal que está tan solo a 45 millas de la Florida, que se ha sostenido gracias a los rusos y después a transformarse en el puticlub de los españoles y claro está, todo eso hasta que llegó al petróleo de Venezuela. Lo digo aunque exista gente que no le gusten las verdades y prefiera vivir rumiando consignas procomunistas de fanatismo trasnochado.

No eres musulmán, pero tu fanatismo es cuasi religioso y te lleva a medio defender a Obama, tal vez por su color, aunque afirmas que “solo mantuvo las sanciones, pero el Calígula (me imagino que debe ser el emperador Donald) ha estado intentando la agresión desde el minuto uno”; afirmación que si a Venezuela se refiere es ofuscadamente falsa, pero no te importa, ya que es como si decir esas cosas te da puntaje y hasta cachet ante tus admiradores izquierdosos. Lo más lamentable de todo esto, querido Antonio es que las palabras escritas no se las lleva el viento “verba volant scripta manent”. Si algunas ideas previamente has logrado garrapatear con cierta lucidez, se marchitan al verte adoptando una postura falaz, cuasi histérica, casi desencajada, que te presenta fanáticamente mediatizado, al intentar lucirte adentrándote superficialmente en el tema de tu octava isla para defender a una cáfila de hampones que comandan una más que probada narcodictadura que ha venido permeando en Venezuela a conocidos elementos de la subversión, los narcoterroristas de la FALN y el ELN protegidos por el gobierno de Cuba. Todo esto lo haces a sabiendas que contradices a la mayoría de los países democráticos de América y muchos de la Unión Europea, incluyendo el tuyo, el español de tu presidente del PSOE.

El golpe de Estado en Venezuela (la frase es tuya), lo perpetró Hugo Chávez contra un gobierno democrático y legítimamente elegido por los venezolanos, aunque tu desconcierto te lleva a hablar de “un golpe de Estado bajo el mandato del emperador Bush II”; para finalizar afirmando una verdad; “lo de hoy no es un golpe todavía, pero… Después del pero, te lanzas en una diatriba de corte reporteril y de apariencia pseudohistórica, que más bien pareciera histérica pues mencionas a Libia, Siria, Egipto, Irak y hasta sacas a relucir al difunto Sadam, y es impresionante, cual si fueras un experto en el tema, dices conocer la prensa libre que peca por omisión. En el caso que nos ocupa y desatendiendo la opinión de la mayoría de los países de América- no solo los sudacas, también incluye a gringos y canadienses- y mencionas a el Uruguay y México, para calificarlos como que esos sí, “están llenos de dignidad”…

Todavía Antonio, habrías de cerrar con broche de oro. No puedo dejar de llamar tu atención usando un viejo aforismo médico, muy conocido entre los patólogos, “Primun non nocere”, y es que si acaso no te importa dañar conciencias falseando la verdad, quizás el peligro lo llevas encerrado en ti mismo, al fin y al cabo aceptarás que “Homo homini lupus este”. La perla la colocas al traer a la palestra a tu impresentable expresidente de los españoles, el innombrable Rodríguez Zapatero, defensor a ultranza de la narcodictadura de Maduro y sus secuaces… Leer tu “petrozuela” en Facebook, más que molestia me ha provocado preocupación y tristeza al ver de lo que es capaz de hacer el fanatismo con un sujeto inteligente, y como se puede dejarse dominar por viscerales falencias hasta desconocer lo que brilla ante sus ojos. Por eso repito lo que he dicho en ocasiones, yo con fanáticos, sean del Opus night o del Raspin fly, no llego ni a esquina.

En Canadá aún, escrito un 4 de enero del año 2019

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