miércoles, 27 de agosto de 2025

¿Nos hacemos viejos de repente?

 

¿Nos hacemos viejos de repente o en cómodas cuotas?… La biología explica por qué resulta que no es así, no es de repente, y tampoco envejecemos en línea recta, sino a saltos, con momentos precisos en los que, de pronto, todo cambia…  La edad biológica, y no la cronológica, tiene sus claves… Pero… ¿Cómo funciona? De esto vamos a hablar hoy en lapesteloca.

Siempre habíamos creído que el envejecimiento era un proceso lento y progresivo, casi como si los años nos fueran apagando poco a poco, inexorablemente, y así lo recogían los manuales y revisiones médicas recientes, que hablan del envejecimiento biológico, en su modo más simple, como “alteraciones lentas y progresivas de la función física que empiezan en la madurez y concluyen con la muerte”. Esta imagen del tiempo –o la metáfora de un goteo constante de pérdidas– sigue dominando nuestra forma de entender la vejez, pero, estos estudios recientes revelan que no envejecemos en línea recta, sino a saltos, con momentos precisos en los que, de pronto, todo cambia y esta hipótesis desafía décadas de modelos lineales y abre la puerta a una nueva manera de entender los cambios biológicos asociados al tiempo.

Durante varios años, los investigadores siguieron de cerca la evolución molecular de más de un centenar de personas adultas, analizando hasta 135.000 moléculas distintas de cada voluntario.   Esta nueva visión del envejecimiento a saltos se apoya en un trabajo publicado en 2024 en la revista Nature Aging. Se trata del mayor estudio longitudinal multiómico realizado hasta ahora sobre envejecimiento humano, y lejos de encontrarse con un continuo suave de transformaciones, observaron un patrón interesante: casi todos los grandes cambios bioquímicos que acompañan al envejecimiento se concentran en dos momentos concretos de la vida adulta, aproximadamente a los 44 y a los 60 años.

Nuestras moléculas –y por tanto, nuestras células y órganos– parecen mantenerse estables hasta que, en condiciones normales, se producen transformaciones profundas y sincronizadas en muchos sistemas corporales… ¡Y ojo! Estos picos no se deben a un único tipo de molécula, sino que ellos afectan a proteínas, metabolitos, lípidos, citoquinas, factores hormonales e incluso patrones epigenéticos, todos a la vez y todo esto da respaldo biológico a la sensación tan extendida de que, en ciertos momentos, uno «se hace mayor de repente» y nota un bajón físico o mental de golpe.

Esta idea no es completamente nueva. En 2019, ya se había publicado en 'Nature Medicine' un extenso análisis de proteínas en sangre que señalaba tres grandes “picos” de envejecimiento fisiológico: a los 34, los 60 y los 78 años. El nuevo estudio realizado en 2024 es más completo al analizar otros tipos de moléculas, además de proteínas y se ha logrado precisar los dos saltos más intensos que ya se habían señalado anteriormente: uno en la mitad de la vida adulta, alrededor de los 44 años, y el otro posterior, en torno a los 60.

 

Al analizar muchas más moléculas y tipos diferentes, este trabajo se centra en los dos saltos donde los cambios son más globales en el organismo, aunque no descarta que pueda haber otros más adelante. En el primer salto, que suele llegar antes de los cincuenta, se desencadena una cascada de cambios en el metabolismo de grasas, se alteran las vías de procesamiento del alcohol y la cafeína, y se modifican proteínas fundamentales para el corazón, los músculos y la piel. Cuando llega el segundo, cerca de los 60 años, se acelera el deterioro de funciones inmunitarias y renales, se altera el metabolismo de la glucosa y aumentan los procesos celulares vinculados al envejecimiento y al riesgo de enfermedades crónicas.

 

Estos saltos no distinguen entre hombres y mujeres, ni dependen del contexto reproductivo, como la menopausia. Aunque se observa cierta variabilidad entre individuos en el momento y la intensidad de los cambios, los patrones generales parecen responder a mecanismos comunes de la biología humana. Nos preguntaremos por las causas moleculares de estos cambios… Tendremos que decir que, si bien aún no se conoce con exactitud el porqué de los saltos, sí se han detectado algunos de los mecanismos implicados. Una de las hipótesis más estudiadas propone que, al alcanzar cierto umbral de células envejecidas, podría desencadenarse una reacción en cadena que acelere el deterioro de los tejidos.


Además, la epigenética -las “marcas” que regulan a los genes- también sufre reconfiguraciones masivas en esos periodos, lo que va a provocar la activación o inactivación de cientos de genes, de golpe. Por último, en esos momentos críticos se detectan alteraciones coordinadas en moléculas clave del metabolismo energético, como NAD⁺, carnitinas y ácidos grasos. Todos estos cambios sugieren una posible disfunción mitocondrial, ya que las mitocondrias son los orgánulos encargados de producir la mayor parte de la energía celular y participan en múltiples procesos de envejecimiento. Todo esto, que puede sonar abstracto o lejano, pero resulta que tiene implicaciones muy concretas en nuestra vida diaria.

 

El impacto práctico de todo esto que hemos descrito, es enorme. Por un lado, ofrece una explicación convincente a esa sensación que expresamos diciendo que “de repente me siento mayor”, y por otro, señala que esos momentos críticos pueden ser ventanas de oportunidad para intervenir y prevenir. Si sabemos que nuestros sistemas biológicos van a someterse pronto a un gran cambio, podríamos anticiparnos cuidando más la salud metabólica, cardiovascular o inmunitaria justo antes y durante esos periodos clave.

 

Aunque aún quedan muchas cuestiones pendientes… ¿Será posible identificar las causas y mecanismos detallados del tercer salto alrededor de los 78 años que sugería el estudio de 2019? El conocimiento de estos patrones nos permitiría mirar el envejecimiento con otros ojos y a medida que se amplíen los estudios longitudinales y se integren más capas de análisis molecular, podríamos incluso anticipar con precisión cuándo está a punto de producirse un salto biológico individual.

Finalmente, ahora que ya sabemos que nuestra vida no es solo una lenta cuesta abajo, sino una serie de etapas estables, interrumpidas por momentos de cambio profundo, el secreto para envejecer mejor podría estar en prepararse para saltar cuando llegue el momento de hacerlo. Este artículo se basa en datos publicados originalmente por Francisco José Esteban Ruiz, Profesor Titular de Biología Celular, de la Universidad de Jaén, España, en “The Conversation.

 

Para lapesteloca en Maracaibo, el miércoles 27 de agosto del año 2025

 

 

 

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