sábado, 30 de agosto de 2025

De la memoria y el teatro

 Hace unos días que desperté muy temprano y comencé preocupándome… A mis casi 86 años, no podía recordar el nombre de un actor de teatro a quien había admirado reiteradamente y en medio de la mera madrugada, no me llegaba su nombre ni su apellido y… ¡Era que, no podía ser!…  ¡Si lo había visto actuar, varias veces! Sucedería todo aquello en mi exilio capitalino y de eso ya… ¡Uf! Hace ya cerca de 30 años, pero, no poder recordar ni su nombre… Umhm, me preocupaba…

No me quedó más remedio que levantarme, temprano para ir a revisar mis libros sobre el teatro y sobre Cabrujas, y al abrir sus páginas… ¡Ya está!… ¡Rayos, ni por este su nombre tan teatral lo recordaba! Era, Fausto Verdial… Pensé entonces que tendría algún recorte de prensa y entre las páginas lo hallé, uno breve, con la noticia del estreno de su obra teatral Los hombros de América, la cual había dirigido precisamente José Ignacio…

Como actor de cine, vimos a Fausto Verdial en la película El día que me quieras (1986), escrita por José Ignacio Cabrujas y Sergio Dow, protagonizada por Jean Carlo Simancas y dirigida por el mismo Dow​. Vería también a Fausto, actuando en Una noche oriental (1986) escrita por José Ignacio Cabrujas y Miguel Curiel.​ También recuerdo a Fausto en el cortometraje El atentado a Rómulo Betancourt(1984), de Marte Televisión, original de Cabrujas, con la dirección de Humberto Morales, y protagonizada por Gustavo Rodríguez.​ En La empresa perdona un momento de locura(1978), escrita por Rodolfo Santana, dirigida por Mauricio Walerstein, la película fue protagonizada por Simón Díaz. Igualmente en Se solicita muchacha de buena presencia y motorizado con moto propia(1977), escrita por Gustavo Michelena y dirigida por Alfredo Anzola,​ con la actuación de Fausto Verdial junto a Víctor Cuica el saxofonista protagonista.

En series de televisión, Fusto Verdial actuaría en La hija de Juana Crespo (RCTV, 1977), escrita por José Ignacio Cabrujas y Salvador Garmendia y protagonizada por Mayra Alejandra, José Luis Rodríguez y Jean Carlo Simancas. Fausto Verdial trabajó dirigiendo su obra, la Telenovela de RCTV (1981) Mi hijo Gabriel, escrita por él y por Pilar Romero.​ Fausto Verdial escribió varias obras de teatro y dejó un legado que aún hoy se sigue presentando en las principales salas de Venezuela. Los hombros de América de 1991, Todos los hombres son mortales dijo Simone de Beauvier ; Y las mujeres también;  Que me llamen loca, presentada en 1993, 1994 y 1995 en el Teatro Las Palmas en Caracas, escrita por Fausto Verdial y dirigida por José Ignacio Cabrujas.

Ahora me entero de que Fausto Verdial, dejó, una herencia de afectos verdaderos y por intermedio de sus piezas teatrales un legado de consejos destinados a exaltar la utilidad del amor en el fiero combate contra la soledad. He sabido también que el público pide una y otra vez sus obras y las aplaude en las salas donde se exhiben; con la productora Carolina Rincón y el director, actor, Héctor Manrique, hace poco estuvo en el Ateneo de Caracas con Todos los hombres son mortales e igualmente ¡Y…las mujeres también! Estas comedias de Fausto Verdial que se estrenaron en 1994, ahora se han repuesto. En ellas logró plasmar el melodrama de cuatro generaciones de hombres y mujeres con las emociones y necesidades afectivas de muchos patéticos personajes que intentan engañarse para al final caer rendidos siempre esperando tener mejor suerte en la semana próxima o cuando la situación cambie. El espectáculo más conmovedor de sus melodramas es quizás el masculino, los “machos solitarios”, como lo que José Ignacio Cabrujas mostró en su obra Acto cultural.

Fausto le recordaría al público, que el tiempo pasa y que los seres humanos envejecen, y se acercan más hacia la imparable muerte biológica. Todos los hombres son mortales, muestra ocho personajes que pertenecen a la golpeada y vituperada clase media venezolana, cuya meta es tener una familia formal y su parejita de hijos, pero sus problemas que no son económicos solamente, sino también generados por diferencias socio culturales donde todos están condenados de antemano y si acaso medio se salvan los más jóvenes, por inexperiencia o ignorancia, y donde las mujeres con más fortaleza para superar amargas situaciones, sobreviven por esa especial amistad que desarrollan entre ellas.

Me quedé un rato, hojeando páginas y anclado en mis recuerdos, examinaba unos recortes de prensa sobre José Ignacio, publicados en enero de 1989 en el Papel Literario de El Nacional, sobre su ciudad, Caracas, para él, “la ciudad escondida”, y luego, otro fragmento de papel periódico me habló de lo que años más tarde, en octubre de 1995 escribiría el propio Fausto Verdial en una breve reseña titulada “José Ignacio”, donde con gran cariño recordaba cuando en los ensayos de “El día que me quieras” le pedía: “contener la emoción Verdiales, no se rebase”… Es que él, Fausto, era así: incorporado en Pío, en Cosme Paraima y en Arístides Lander, Fausto se emocionaba y así con su recuerdo perpetuaba la memoria de su entrañable amigo y mentor, José Ignacio. Habrán de pasar los años, y la vida continuará, pero el tiempo seguirá perpetuando en los actores y actrices de teatro a sus personajes, como sucede con Purificación Chocano y Matilde Ancizar que siguen fundidas en Tania Sarabia.

Al regresar nuevamente la memoria de José Ignacio, a través de Fausto, quisiera hacerlo usando las palabras de Ibsen, quien en octubre del 95 recordando a Cabrujas, lo hacía desde la memoria de Zabalita, el personaje de Vargas Llosa en “Conversación en La Catedral” quien decía de los eunucos y los fariseos que vivían siempre juzgando si algo quedaba inconcluso, como es común ver, que así sucede en este país donde “cada quien se defiende como mejor puede”.

Para finalizar, el 12 de enero de 1995, José Ignacio escribiría algunas reflexiones que siempre valdrá la pena recordar“Los venezolanos somos admiradores de los mitos, porque no entendemos nuestra historia”… “Hemos asociado la palabra vida, palabra hermosa, y la llegamos a confundir con viveza, pensamos que estar vivos es hacer una picardía”… …“Francis Bacon decía que no hay peor cosa que considerar sabios a los pícaros. Latinoamérica, Venezuela, el Caribe, han tenido siempre la necesidad de mirarse a sí mismos, de expresarse en un icono” ... 

José Ignacio Cabrujas, escribió alrededor de 500, artículos publicados en los periódicos El Nacional y El Diario de Caracas. Durante el último decenio de su vida cultivó con particular éxito el género de la sátira política y durante algún tiempo fue parte de la revista El sádico ilustrado. Cabrujas publicó: Profundo 1971, Acto Cultural 1976, El día que me quieras 1984, El Americano Ilustrado 1986, Sagrado y Obsceno, publicados por la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela y por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano El pez que fuma, guion cinematográfico adaptación de la obra de teatro, estas dos últimas escritas junto a Román Chalbaud.

En ese sentido, quizás es preferible escuchar directamente a Cabrujas en el El Nacional del sábado 28 de octubre del 95, donde se recogiera su “recuerdo intacto”, así: “Amar es una tarea ansiosa, agobiante. Amar es un estrés: esto lo dice popularmente Erich Frohm y lo refrenda mi desdichada vida”…        “Era yo, Maestro Maza, un hombre de onda vieja, un renegado sentimental del marxismo-leninismo, teoría que jamás comprendí ni usé  de manera experta como no fuera para escribir consignas y disfrazarlas de teatro “luminoso”, pero teoría al fin, elevación al fin, que habilitó mis peores años, no tanto por sus planteamientos, en su mayoría enigmáticos, sino por sus conclusiones esperanzadoras, aquellas que alentaban a “los parias de la tierra” y prefiguraban un mundo hermoso, benignamente lógico, y de nosotros mismos: todo de todos, todos estudiados y bajo cobijo, todos felices”.        “Yo, desde los doce años y cuidado si desde los once, tenía en mi cabeza la perspectiva de una totona inconclusa y mis actos, circunstancias y emprendimientos pugnaban por alcanzarme esa totona, fuese la que fuese y estuviera donde quisiese”…      “Tengo a Armando Reverón por grande y por mejor que El Greco, no solo al contemplar alguno de sus cuadros y sentir un disfrute íntimo, sino al entender de manera precisa que jamás en toda su caótica existencia solicitó este orate, no por rebelde sino por atareado o aconsejado de mono, un subsidio del Conac, una dadiva del gobernador Milbelli, o una intermediación del General Gómez a fin de adquirir lienzos, calzoncillos u óleos”.

En Maracaibo, el sábado 30 de agosto del año 2025

 

1 comentario:

supertut dijo...

Qué bueno que recordaste a Verdial, porque eso dio pie a esta cascada de reflexiones y reseñas tan necesarias.