La Ley de Espera y Quita
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El 5 de mayo de 1841, el Congreso de la entonces República Oligárquica
presidida por José Antonio Páez, aprobó una ley tristemente célebre en la
historia venezolana: la de Espera y
Quita, que en realidad, no era más una modificación de la ultraliberal Ley de Libertad de Contratos
aprobada por ese mismo Congreso en 1834. La primera venía, supuestamente, a
regular las draconianas condiciones a los cuales los usureros prestamistas
sometían a los deudores, La Ley de
Espera y Quita (o Ley de Beneficio de
Espera) fue promulgada el 9 de abril de 1849, y se la ha calificado
como una de las primeras medidas intervencionistas del Estado venezolano. Fue
una ley que contradecía los principios liberales que se habían
materializado en la Ley de Libertad de Contratos de
1834. A la larga lo que promovió la
nueva ley fue la usura y la ruina de los pequeños productores, abriendo el
camino a la Guerra Federal.
El aguerrido verbo y espíritu periodístico de Juan Vicente González, le
llevó a escribir Epístolas Catalinarias
sobre el 8 de julio, en las que arremete contra del caudillismo (1835).
Dedicado a las letras escribió el poema Mis
Exequias a Bolívar (1842); y el libro de pequeños poemas en prosa Las Mesenianas (1846), elegías que
abordan la exaltación de los valores patrios, el culto a los héroes, y los
conflictos nacional. Escribió además la sátira en versos El baile en Caracas (1854), y Ecos
de las Bóvedas (1862) que aborda el conflicto armando presente en
Venezuela. En 1865 fundó la Revista Literaria, donde Juan Vicente Gonzaléz publicó
ensayos hasta su muerte, ocurrida el 1 de octubre
en 1866
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José
María de Rojas en la Biblioteca de escritores venezolanos contemporáneos
(1875), relata sobre el poema “Una
improvisación: a una señorita”, cómo "esta improvisación tuvo lugar
en la casa del ilustre General Diego Ybarra, donde se servía una comida, a la
que concurrió el Señor Rafael Arvelo y en ese día había promulgado el Congreso
Venezolano la ley denominada “Ley de
espera y quita”, que, por demasiado extravagante, era tema de todas las
conversaciones. Arvelo fue excitado a hablar, en momentos en que trinchaba un
pavo y tenía delante en la mesa a la Señorita Elena Echenagucia"...
“Tus ojos, bella Elenita,/ Crueles acreedores
son:/ Pues cobran el corazón/Sin dar espera ni quita.// El que los mira
una vez,/ Alma y quietud ajena;/ Y no hai usurero, Elena,/Que exija tanto interés.//
Yo tengo acá mis razones/ De deudor para decir/ Que no es bueno consentir/
Logreras de corazones.// Y si á las bellas alcanza/ Esa ley que hoy fue
cumplida,/ Debes quitarme la vida/ Ó darme, si no, esperanza.// Por una Elena
ardió Ilion:/ La historia la pinta bella./ Tú, Elena, más linda que ella,/
Incendias mi corazón!// Mas... soi casado!... Te alabo!.../ Y qué haces tú?...
despreciarme.../ Soi capaz de suicidarme.../ Con esta pierna de pavo!”// ( La "bella Elenita", posteriormente se
casó con un comerciante alemán de religión hebrea llamado Carlos Hahn, con
quien tuvo una larga familia. El menor de los hijos fue el gran músico Reynaldo
Hahn).
Rafael Arvelo Rodríguez el poeta inspirado en la bella Elena, estuvo
entre los fundadores del Partido Liberal, el 24 de agosto de 1840. Ejerció de Secretario de Interior y Justicia
(1857), Ministro de Hacienda (1866), Ministro de Relaciones Exteriores (1866) y
fue Presidente encargado de la República (1866-67), durante una ausencia en el
gobierno del Mariscal Juan Crisóstomo Falcón (1820-70), quien tuvo la máxima
autoridad durante el lapso del 15 de junio de 1863 al 25 de abril de 1868. El
poeta, político, Presidente Interino de Venezuela, Rafael Arvelo Rodríguez
falleció en Caracas, el 10 de julio de 1877. Sus restos reposan en el Panteón
Nacional, Caracas, desde el 12 de julio de 1877.
Maracaibo 19 de
septiembre 2018
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