viernes, 13 de mayo de 2016

PARACELSO




PARACELSO
Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim nació en Einsiedeln cerca de Zürich (Suiza), en 1493. Su casa familiar que aún se conserva, estaba situada junto al río Sihl. Su madre murió durante el parto o poco después del nacimiento de su único hijo. Su padre, era Guillermo Bombasto de Hohenheim, quien ejercía la medicina y ya viudo, se haría acompañar por el niño en sus visitas diarias y, en sus ratos libres le enseñaría los rudimentos del latín y de la ciencia de las plantas. En la región minera de Carintia, Thophrastus de 9 años se irá con su padre quien actuará como ingeniero de minas a las órdenes de Sigmundo Füger en una de las importantes minas y de las fundiciones de la poderosa familia Függer de Alemania donde igualmente ejercería la medicina. Cuando era un adolescente, 
Theophrastus fue enviado al monasterio de los benedictinos de San Andrés en Levanthal, donde conocería al obispo Eberhard Baumgartener quien tenía fama de ser un gran alquimista. El interés por la naturaleza, y especialmente aquellos aspectos relacionados con la mineralogía y con la alquimia se potenciarían en él y, posiblemente con los conocimientos de medicina popular se irían desarrollando en este joven características muy particulares, para quien escogería para sí el nombre de Paracelso, dicho en latín, Paracelsus, que significa “igual o mejor que Celso”, un médico romano del siglo I. Su formación la complementaría Johannes Trithemius, abad del monasterio de San Jorge en Wüzburg, ciudad a la que se trasladó al abandonar la casa paterna. Este monje benedictino, era famoso en la época en que accedió a tomar a Paracelso como discípulo. Humanista, buen conocedor de los clásicos, bibliógrafo apasionado, polígrafo excéntrico, creador de extraños métodos para aprender idiomas extranjeros y adelantado de la criptografía, fue una de las figuras más destacadas de la alta magia erudita del Renacimiento europeo. Este abad, sospechoso de artes diabólicas para la Inquisición, sería quien le introdujo a su joven discípulo en el estudio de la cábala, la alquimia y la astrología, así como en la lectura de autores como Pico de la Mirándola, Platón, Plotino y Hermes Trimegisto.

Su maestro, moriría en 1516 pero un año antes Paracelso había dejado ya la ciudad de Würzburg para dedicarse durante varios años, a viajar por todo el continente aprendiendo de los barberos de aldea y de las brujas las recetas tradicionales y los remedios populares. Se dice que llegó en sus viajes hasta Escandinavia y al Medio Oriente, y que en Constantinopla habría profundizado en los secretos herméticos y habría entrado en contacto con la filosofía de los hindúes.  En 1522 estaba ejerciendo la cirugía, aunque salvo excepciones, las dos profesiones de médicos y barberos estaban separadas, Paracelso estaba en contra de la idea que tenían entonces muchos médicos de que la actividad manual debía estar relegada a los estratos inferiores. Se cree que llegó a doctorarse en la Universidad de Verona y durante esos años se dedicó al ejercicio de la profesión, atendiendo en el camino a todo aquel que requería sus servicios. Quiso ejercer como médico en Salzburgo, pero tuvo muchos problemas por su actitud en contra de la medicina profesional. No obstante, su fama le reportó una amplia clientela y bastantes discípulos, sin embargo a corto plazo sus ideas chocarían con las de colegas, amigos, estudiantes, hasta sus pacientes por lo que tuvo que huir hacia Estrasburgo donde no encontraría problemas, ya que era el lugar del liberalismo y la reforma.

Sus numerosos éxitos terapéuticos, empezaron a darle una sólida reputación, mezcla de admiración y recelo, que no le abandonaría durante su vida y que alcanzó su apogeo cuando se trasladó a Basilea en 1526, acudiendo al requerimiento de sus servicios profesionales por parte de Frobenius, que era entonces una personalidad políticamente muy influyente, amigo personal y editor de Erasmo y a quien parece que salvó de la amputación de una pierna. Allí conoció también a Erasmo. Fue propuesto más tarde para que ocupara la plaza de médico municipal de Basilea, lo que le permitía dar clases en la Universidad. De nuevo chocarían sus ideas con las autoridades académicas y publicaría un manifiesto en el cual expresaba su disconformidad con la medicina hipocrática y galénica. Siguió dando clases basándose en su experiencia y junto a la cama de los enfermos. Frente al latín utilizaba la lengua vernácula y admitía entre sus alumnos a barberos cirujanos. Frobenius murió y su impopularidad fue en aumento. Finalmente, ante sus desplantes, fue expulsado y tras una serie de incidentes abandonaría la ciudad en 1528.

Paracelso hablaba abiertamente de los cuatros reinos de la naturaleza como: Fuego, Aire, Agua y Tierra como lo hacían los antiguos. En su laboratorio no faltaban los artilugios propios  de un gran alquimista, como crisoles, balanzas, alambiques, fuelles, etc. Definía así a un verdadero médico "Aquel que puede curar enfermedades es médico. Ni los emperadores, ni los papas, ni los colegas, ni las escuelas superiores pueden crear médicos. Pueden conferir privilegios y hacer que una persona que no es médico, aparezca como si lo fuera pueden darle permiso para matar, pero no pueden darle el poder de sanar… “El verdadero médico no se jacta de su habilidad ni alaba sus medicinas, ni procura monopolizar el derecho de explotar al enfermo, pues sabe que la obra ha de alabar al maestro y no el maestro a la obra… El que no ha nacido para médico, nunca lo será. El médico debe ser leal y caritativo. El egoísta muy poco hará en favor de sus enfermos. Conocer las experiencias de los demás es muy útil para un médico, pero toda la ciencia de los libros no basta para hacer médico a un hombre, a menos que lo sea ya por naturaleza. Sólo Dios da la sabiduría médica". 

Su vida habría de continuar por los mismos derroteros: constantes viajes, éxitos y fracasos. A los cuarenta y ocho años murió en Salzburgo el 24 de septiembre de 1541. En su lápida se lee la siguiente inscripción: “Aquí yace Felipe Teofrasto Bombast von Hohenheim. Famoso doctor en Medicina que curó toda clase de heridas; la lepra, la gota, la hidropesía y otras varias enfermedades del cuerpo, con ciencia maravillosa.   A la edad de 34 años, fue nombrado profesor de medicina de la universidad de Basilea, quemó públicamente las obras de Galeno y Avicena diciendo: “en las correas de mis zapatos hay más sabiduría que en todos éstos libros.”

Maracaibo, 12 de mayo del año 2016

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