El Tristram Shandy, de Stern y
la traducción de Javier Marías
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En el Tristram Shandy, Sterne hace parodia y
experimentación jugando con las estructuras narrativas en boga durante el siglo
XVIII, de manera que el narrador no puede seguir el orden temporal de las
vicisitudes narradas, sino que las encadena principalmente por asociación de
ideas, en la que Sterne hace empleo una y otra vez de pausas y retrocesos con
los que cualquier intento de sostener una línea argumental clásica se ve
pretendidamente truncado. Al narrarla en primera persona, y ofrecer la historia
como una suerte de reflexión personal, el escritor va a crear una primera forma
de lo que posteriormente se llamará el monólogo interior. Sterne, como antes
hiciera Miguel de Cervantes, crea una desmitificación de los géneros literarios
más en boga en su tiempo, y la influencia de Cervantes y de Rabelais se deja
sentir también en el humor preponderante en la obra, de aires muy cervantinos,
y que Sterne relaciona con las humoradas de Rabelais. Las grandes influencias
que marcan la obra son los ya mencionados Rabelais y Cervantes, además de Locke,
la Anatomía de la melancolía de Robert Burton y los Ensayos de Montaigne.
Tristram Shandy influirá sobre
ciertas corrientes de la literatura posterior. En el Ulises de Joyce se emplean los recursos que Sterne ya había usado y
son muy evidentes los ecos del sentimentalismo de Sterne en autores como
Virginia Woolf e Italo Calvino. Sobre todo algunos aspectos de la poética
sterniana fascinarán a muchos autores creando algo que ha sido definido como “el
efecto Sterne”. Los alcances de Tristram
Shandy no se limitan a lo escrito en su misma lengua, la obra tuvo un
impacto considerable en la literatura española y latinoamericana. Durante la
década de los 60 existió una tendencia a crear «obras interactivas», heredando
la técnica shandiana en la búsqueda de nuevos modos de expresión. Cuando Julio
Cortázar publicó Rayuela en 1963, en
ella confluyen el tono sugerente, las llamadas al lector, los asteriscos y los espacios
en blanco para que sea el lector quien los interprete y rellene como desee, y de
paso implicar al lector en la novela haciendo de él un conspirador con el autor
en el desarrollo de la obra, recursos estos que nos remiten al Tristram Shandy, de quien Cortázar hace
referencia explícita en La vuelta al día
en ochenta mundos (1967). Las estrategias metaficcionales de Jorge Luis
Borges como la posibilidad de inventar textos y autores para sus relatos, podrían
verse también influenciados por Sterne aunque puede que la relación en el caso
de Borges sea más indirecta que por ejemplo la que se ha descrito con José
Lezama Lima, escritor influido por Sterne, particularmente en su novela Paradiso, como también puede
decirse de Guillermo Cabrera Infante en
su obra Tres tristes tigres.
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Tristram Shandy es una obra literaria igualmente
novedosa en cuanto a contenidos y también reclamará el lugar del sentimentalismo en la
literatura. Así, el sentimentalismo que el autor utiliza emocionadamente, no es
el usado por la tradición literaria de la primera época ilustrada, más racional
y menos sentida. Sterne no se limita a contar historias de carácter sentimental
sino que empleará para despertar emociones hasta recursos gráficos, como una
página completamente en negro, para evocar diversos sentimientos o sensaciones
(en ese caso, la muerte), de una forma muy novedosa. En este sentido, hay que
destacar que hay quienes también han visto a Sterne como uno de los padres de
la novela sentimental.
Maracaibo, 1 de octubre del año 2016
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