CHISMES Y
SERENDIPIA, EN LA VIDA DISIPADA DE VOLTAIRE
Voltaire, es el seudónimo de François-Marie
Arouet, (1694-1778), quien fue un escritor, historiador, filósofo y abogado
francés considerado uno de los principales representantes de “La Ilustración” (Lumières en francés, Enlightenment en inglés, Illuminismo en italiano; Aufklärung en alemán), un movimiento que
se desarrolló desde finales del siglo XVII hasta el inicio de la Revolución
francesa, denominado así porque estaba destinado a disipar las tinieblas de la
humanidad mediante las luces de la razón. “La Ilustración” pretendía atacar la incapacidad
de usar la propia razón sin ser la necesidad de guiados por otras personas; “no
por falta de inteligencia, sino por fallas en el valor para pensar sin la ayuda
ajena”.
François-Marie
Arouet, fue alumno de una escuela regida por jesuitas, se dice que allí estuvo hasta
cuando su padrino, el Abad de Châteauneuf, lo introdujo en La Sociedad del Temple una sociedad libertina. Desde entonces, Voltaire, popularmente hablando, “se echaría a perder”.
Esto y más aprenderíamos sobre Voltaire quienes estudiamos en colegios
religiosos, en particular en colegios de jesuitas, donde escuchamos cualquier
cantidad de horrores sobre el personaje, hasta quedar grabado su nombre en la
memoria como el paradigma de la inmoralidad y el libertinaje, un ser que
intentaría destruir a la Iglesia sin lograrlo, evidentemente. De él aprendimos
frases que serían originales o no, como “Calumnia,
calumnia, que algo queda”, (una expresión original del filósofo y escritor
inglés Francis Bacon en su obra ‘De la
dignidad y el crecimiento de la ciencia’ 1625), que atribuida a Voltaire, nos
mostraba el pensamiento de un ser malvado y ruin. Sobre este tópico, Sergio
Ramírez Mercado el escritor nicaragüense cuenta que cuando estudió en el
Instituto Pedagógico de los hermanos de La Salle en Managua, aprendería que “Voltaire
por su grave pecado del ateísmo, moriría ahogados en su propios excrementos”. (“El
rey Voltaire”, 2010. Historias para ser contadas, UANI, 2012)
Voltaire, estudiaría Derecho de
1711 a 1713, tiempo cuando recibió una cuantiosa herencia de la cortesana Ninon
de Lenclos para “que se comprase libros". En 1713 obtuvo el cargo de secretario de la
embajada francesa en La Haya, de donde fue expulsado por sostener un idilio con
una refugiada francesa. Durante esa época empezó a escribir su tragedia Edipo, que no se publicó hasta 1718. A
la muerte de Luis XIV en 1715, escribió una sátira contra él y su hija, por la
que estuvo preso durante un año en la Bastilla (1717), tiempo que dedicó a
estudiar literatura. Una vez liberado, fue desterrado a Châtenay-Malabry, donde
adoptó el seudónimo de Voltaire. En 1718 su tragedia Edipo
sería todo un éxito, como sucedería en 1723 con su epopeya La Henriade. En competencia por una dama con el noble De Rohan fue
apaleado y volvió a estar preso por 5 meses en la Bastilla hasta que fue liberado
y desterrado a Gran Bretaña donde permanecería entre 1726 y 1729. En Londres, Voltaire
recibió una influencia determinante en la orientación de su pensamiento, conocería
un mundo que le permitía reflexionar, aprender, sintetizar y organizar sus
sentimientos. Su obra teatral Bruto, fue un
éxito, y escribió Historia de Carlos XII
y La Henriade. Sus Cartas filosóficas
sobre Inglaterra, publicadas en 1734, como Cartas inglesas, criticando al gobierno francés, serían quemadas
públicamente como un libro “escandaloso, contrario a la religión, a la moral”. Tras
el escándalo, Voltaire escaparía a Lorena, donde viviría cinco años en casa de
su amante Mme. de Chatelet. En 1746, tras el éxito de su tragedia Mahomed, fue admitido en la Academia Francesa
con el asiento número 33, aunque la sociedad conservadora y piadosa protestaría
con panfletos y libelos. Buscaría refugio en el castillo de la duquesa de
Maine, Sceaux; donde estuvo durante meses encerrado en una habitación y escribió
Zadig o el destino, considerado su
mejor cuento en prosa. Su obra más conocida es Cándido o el optimismo. La pérdida de prestigio en la corte y la
muerte de Madame du Châtelet en 1749, llevaron a Voltaire a aceptar la
invitación de Federico II y decidió romper con la sociedad francesa y radicarse
en Prusia (1750-1753). El rey de
Francia, le relevó de su puesto como historiador. Sus Anales del Imperio, tendría que imprimirlo él mismo años después en
Colmar. Muy conocidas son sus discrepancias con Montesquieu acerca del derecho
de los pueblos a la guerra, y el despiadado modo que tenía de referirse a
Rousseau, achacándole sensiblería e hipocresía. Se residenciaría en diferentes
ciudades europeas hasta los 61 años, cuando fijaría su residencia en Ferney en
la frontera con Suiza donde viviría como un rey veinte años más. Voltaire
fallecería el 30 de mayo de 1778, a la edad de 83 años y en 1791, sus restos
serían trasladados al Panteón de Hombres Ilustres, en París.
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Maracaibo 19 de marzo del año
2016
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