Dice el
escritor cubano Leonard Padura, quien
habita en La Habana … “Fue en mis años de estudiante universitario, allá por la década de
1970, cuando me interesé por la figura de León Trotski pero muy pronto chocaría
contra el muro de una ignorancia
programada: en las bibliotecas cubanas a mi alcance solo encontré dos libros sobre Trotski: Trotski, el falso profeta y, si no recuerdo mal, Trotski,
el traidor…
Existía toda una política informativa, con un
manejo sesgado de la verdad sobre el cual, en su libro El
Imperio (Anagrama, 1994) el polaco Ryszard Kapuscinski
comentaría que “el noventa por ciento, si
no más, de los materiales de que ahora se dispone hace sólo unos pocos años no
conocían la luz del día”. Y se preguntaba Padura: ¿Cuál era, entonces, la
verdadera historia de la sociedad soviética? Toda una literatura postsoviética ha
cambiado muchas de las percepciones antes establecidas. Sin embargo, una de las
más demoledoras demostraciones de que la verdad había sido arteramente pervertida, de que la ignorancia
había sido programada, me la aportó la lectura de
la compilación de documentos extraídos de los archivos de Moscú a inicios de la
década de 1990, publicada bajo el título España traicionada. Stalin
y la guerra civil (versión española de Planeta, 2002) un libro
que, gracias a la información rescatada, ofrecía una versión diferente y más
creíble de las actividades de los asesores soviéticos dentro del bando
republicano y de la perversa política de Stalin respecto a la guerra y la
República.
Adicionalmente, comentaba Padura, que el sociólogo israelí Yuval Noah
Harari asegura que: “errores, mentiras,
fantasías y ficciones también son información”, o sea, que “la información no es siempre la verdad”. Cualquier
ser pensante ya a estas alturas de la lectura estará preguntándose si acaso
Padura-habitante de la Habana- estará ahora… ¿Descubriendo el agua tibia?¿Será
que no se había percatado?
En su más reciente y, provocador ensayo, Nexus (2024), El sociólogo israelí Yuval Noah Harari afirmaba según cuenta Padura, que: si la información que recibimos es un intento de representar la realidad, se supone que a medida que aumente la cantidad de información disponible, tal como ha ocurrido en los últimos años gracias a la digitalización de las sociedades, esa condición debería proporcionarnos un conocimiento más veraz del mundo. No obstante, el gran problema es, asegura Harari, que “a lo largo de la historia ha sido habitual que las redes de información privilegiaran el orden sobre la verdad”. En dos palabras: los poderes fácticos han manipulado y manipulan la información.
¡Eureka! Aunque fuese tan solo un jabón
lo que se encontró Arquímedes en su bañera…
La filósofa Hannah Arendt, obsesionada con este asunto, comienza su
ensayo de 1974 Verdad y mentira en la política advirtiendo: “Nadie
ha dudado jamás con respecto al hecho de que la verdad y la política no se
llevan demasiado bien, y nadie, que yo sepa, ha colocado la veracidad entre las
virtudes políticas. La mentira siempre ha sido vista como una herramienta necesaria y justificable para la actividad no solo
de los políticos y los demagogos sino también del hombre de Estado”. ¡Ah
bueno! Al final cualquiera supone que maquiavélicamente el fin justificaría los
medios…
Continúa Padura diciendo que: “lo
que hoy ocurre en el mundo con la manipulación de la realidad no solo implica la cada vez más recurrida programación de
la ignorancia y la perversión de la verdad: es la manifestación del auge de los
totalitarismos que crean la percepción de las realidades según sus
necesidades, intereses o antojos. Poderes
que ante nuestros ojos y sin pudor se dedican a suplantar verdades visibles con
mentiras groseras (como en sus tiempos lo hicieron Stalin y Hitler) y que, con
esas estrategias, alimentan unos discursos populistas que prometen, como es
clásico en este asunto, la recuperación de grandezas pasadas y el
establecimiento del orden”. Yo le añadiría que: “a confesión de partes, relevo de pruebas”
Afirma Padura que: “el tratamiento
que hacen “los políticos de la derecha mundial” de un asunto tan álgido y real
como las migraciones es un doloroso ejemplo de este tipo de manipulaciones de
la verdad, en esta ocasión empeñándose en alterar la esencia de las
motivaciones del fenómeno migratorio”. Ante estas declaraciones del escritor cubano Leonard Padura -quien habita en La
Habana-, escucharlo hablar sobre la opinión de los políticos de la derecha es
en ocasiones, pareciera ser -como decimos los maracuchos- “¡¡¡la tapa del
frasco!!!”
… I repite el escritor de la Habana:
“Ante otros muchos casos de bulos repetidos hasta la saciedad como sería el de
la desnazificación de Ucrania que arguyó Putin para su invasión, o el de la
lucha contra el narcotráfico que sostiene Trump mientras bombardea lanchas por
un mar Caribe donde ha colocado una flota que incluye submarinos nucleares.
Putin y Trump, como otros poderosos de antaño, juegan con las cartas de saber
que muchas veces, entre más rimbombante
sea la mentira, si se la repite y sostiene, puede llegar a ser admitida como la
verdad”. Continúa Padura su explicación: “Tal es el estado de manipulación actual de la información que se ha
llegado a establecer la existencia de algo llamado posverdad que florece en el
espacio que debía ocupar la verdad. Esa posverdad que, sabemos, reorganiza,
manipula y distorsiona los hechos con la voluntad de imponer en la opinión
pública su particular verdad”(¡¿-?!)
Puede que alguien se sorprenda al leer a Padura
diciendo: Quizás también podamos asegurar
que la verdad es algo que debería representar de manera precisa determinados
aspectos de la realidad y esta sería la razón por la cual su búsqueda es un
proyecto universal”: y añade… “Antes se mentía allí donde los ciudadanos
no sabían, porque no podían saber; hoy se miente a los ciudadanos allí donde,
en principio, pueden saberlo todo”. E insiste Padura con una afirmación
que deja un interrogante: En mi “antes”
universitario, en mi contexto histórico, era
imposible saber. Pero en
nuestro ahora, ¿nos permiten saber? Vino aquí a mi mente una cita atribuida
a Napoleón Bonaparte que no sé si es cierta pero dice; “Imposible es una palabra que
solo existe en el diccionario de los imbéciles”.
Debo recordar como en los meses de mayo y de junio
del ya remoto año 2016 hay artículos en este blog (vaya al buscador y los
detectara) que con admiración se refieren a la novela de Padura sobre Trosky “El hombre que amaba a los
perros”…
Este año 2025, a unas horas de recibir el doctorado Honoris Causa de la
Universidad de Guadalajara, en el marco de la 39 Feria Internacional del Libro
de Guadalajara, donde presentaba su más reciente novela Morir en la arena, Padura
afirmaba que: … “En este marasmo de
estados de la verdad, al menos una cosa parece ser cierta: la ignorancia programada es hoy una realidad política suprasistémica y universal, y cada vez nos
resulta más difícil saber dónde encontrar la verdad. Y decidir si alguien nos
miente. ¿O es que todos mienten?
En maracucho criollo y salao con su acento vernáculo no faltara quien sonriendo
le responda al Padura de la Habana… “Serán argunos”… y hora ha sido mi primo
Ernesto quien ha llegado en mis recuerdos con aquello de “quien tenga oídos que oiga”…
Maracaibo, sábado 20 de
diciembre del año 2025