En Seattle, el lunes 6 de octubre de 2025, la doctora Mary E. Brunkow, como muestra la
fotografía, se emocionaba al enterarse de que ganó el Premio Nobel de Medicina por su trabajo sobre la tolerancia
inmune periférica,
En Seattle, el lunes 6 de octubre de 2025, la doctora Mary E. Brunkow, como muestra la fotografía, se emocionaba al enterarse de que ganó el Premio Nobel de Medicina por su trabajo sobre la tolerancia inmune periférica. Cabe destacar el perfil de Mary Brunkow —la única mujer galardonada con un Nobel de Ciencias en 2025 —que contrasta mucho con el modelo del investigador que acumula publicaciones, y cargos: cuenta con apenas 34 artículos publicados, lo que no ha sido obstáculo para su magnífico éxito científico.
El Premio Nobel de Fisiología o Medicina de 2025 ha sido concedido
a Mary E.
Brunkow, Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi, tres científicos que realizaron
descubrimientos fundamentales sobre un mecanismo esencial para la vida: la tolerancia inmunitaria periférica,
el sistema que actúa como freno del sistema inmune e impide que este se vuelva
contra el propio cuerpo. Los galardonados identificaron las “células T
reguladoras”, que funcionan como los guardias de seguridad del sistema
inmunológico y evitan que las células inmunes ataquen nuestro propio cuerpo.
En una época marcada por la fragmentación, la guerra y la obsesión por
el rendimiento, estos premios apuntan hacia otra forma de esperanza: una
ciencia guiada por el optimismo creativo y el bien común, que mire más allá del
cálculo y se atreva a imaginar un mundo compartido. Porque, como nos reveló, la
hoy tan vigente Hannah Arendt, solo cuando pensamos y actuamos con los demás,
la inteligencia se convierte en humanidad.
Este año 2005 se cumple un siglo
desde que la Física descubrió que,
en el corazón de la materia, la realidad ya no obedecía las leyes del sentido
común; en escala diminuta de átomos y moléculas, el mundo reveló una lógica
distinta, a los moldes trazada por Galileo y por
Newton. la teoría cuántica célebre por sus paradojas, de cómo que
las partículas pueden comportarse también como ondas, y que pueden existir
simultáneamente en varios estados y pueden entrelazarse, sin importar la
distancia que las separe…
En mecánica cuántica, el efecto
túnel es un fenómeno por el que una partícula viola los principios de
la mecánica clásica penetrando
una barrera de
potencial o impedancia mayor
que la energía cinética de la
propia partícula. El túnel
cuántico ocurre cuando una partícula atraviesa directamente una
barrera que, según la física clásica, sería infranqueable. El Premio
Nobel de Física de este año ha sido concedido a tres científicos -John Clarke,
Michel H. Devoret y John M. Martinis- por
haber llevado uno de los fenómenos más extraños del mundo cuántico, el efecto túnel, a la
escala humana.
Es como lanzar una pelota contra una
pared y verla aparecer intacta al otro lado, sin que la pared sufra el menor
daño. Este fenómeno, que está en la base del funcionamiento de los transistores
-los
diminutos mecanismos que hacen posible los algoritmos de la inteligencia
artificial-, suele desvanecerse en sistemas más grandes. Sin embargo,
en una serie de experimentos realizados en la Universidad de California,
Berkeley, entre 1984 y 1985, Clarke,
Devoret y Martinis demostraron que el efecto podía manifestarse a escalas
mayores.
Los tres investigadores diseñaron
circuitos electrónicos basados en superconductores, materiales capaces de
conducir la corriente eléctrica sin resistencia. Sus dispositivos, unos chips
que cabían en la palma de la mano, contenían componentes superconductores
separados por una delgada capa aislante: esta es una configuración conocida
como unión Josephson, en
honor al físico Brian Josephson, que la había propuesto en 1962.
Mediante una medición exhaustiva de
las propiedades de estos circuitos, Clarke, Devoret y Martinis demostraron que
los electrones en el sistema se comportaban como si fuesen una sola entidad
cuántica, atravesando colectivamente la barrera y llenando todo el circuito.
Al emplear la superconductividad
-otra de las propiedades más sorprendentes descubiertas por la física moderna-,
estos científicos mostraron cómo, bajo ciertas condiciones, la naturaleza puede
romper de nuevo las reglas del sentido común y dar lugar a propiedades emergentes imposibles
de explicar con una lógica simple y reduccionista de causa y efecto lineal,
pero que solo tienen explicación cuando se tienen en cuenta los efectos
colectivos de millones de átomos.
Con estos descubrimientos, la física
empezó a domesticar las rarezas del mundo cuántico y a convertirlas en
herramientas tecnológicas, aunque para ello usara propiedades que seguían la
nueva lógica de la emergencia, de lo colectivo. Aquello sentó las
bases de los actuales avances en la computación cuántica. No por casualidad,
tanto Devoret como Martinis han trabajado en los proyectos de ordenadores
cuánticos de Google, cuyos chips cuánticos se basan en sus descubrimientos.
Google presume de contar con cinco
premios Nobel entre sus colaboradores y empleados -incluidos tres en los dos
últimos años- junto a figuras como Demis Hassabis, John Jumper y Geoffrey
Hinton.
Maracaibo, sábado 18 de octubre del 2025
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