jueves, 31 de julio de 2025

Le Cid, una ópera de Massenet.


Hoy con otro tema sobre música, hablaré otra vez sobre “Le Cid” una ópera en cuatro actos y 10 escenas con música del compositor francés Jules Massenet (1842-1912) y libreto en francés de Adolphe-Philippe D'Ennery, Édouard Blau y Louis Galle. Es una ópera basada en la tragedia homónima de Pierre Cornielle y fue representada por primera vez en el Teatro de la Ópera de París el 30 de noviembre de 1885, con Jean de Reszke como Rodrigo, y se repitió 150 veces en ese teatro a partir del año 1919 para luego desaparecer del repertorio.

La ópera Le Cid, conservaría un lugar en el escenario debido en gran medida a la suite de ballet y a la difusión de una grabación de un concierto en vivo el 8 de marzo de 1976 en el Carnegie Hall con Plácido Domingo y Grace Bumbry. Entre los compositores y libretistas románticos, el tema hispano y el periodo medieval siempre ejercieron una irresistible seducción. La influencia de la emperatriz Eugenia de Montijo en la corte de Napoleón III (1853-1870) quizás potenciaría en París esta “moda española”. La Sinfonía Española de Eduard Lalo, la España de Emmanuel Chabrier, la ópera Carmen de Georges Bizet y, unos años después, también la Iberia de Claude Debussy o La Hora Española de Maurice Ravel fueron muestras representativas de esta atracción por el tema español.

Le Cid, se repuso en el Festival Massenet de 1994, y en 1999 en Sevilla. También una producción en 2001 por la Ópera de Washington fue protagonizada por Plácido Domingo, y se exhibió en la televisión por CBS.  Esta ópera rara vez se representa en la actualidad; en las estadísticas de Operabase aparece con sólo una representación en el período 2005-2010, la de Zúrich en enero de 2008. De los casi treinta títulos que integran la amplia producción lírica de Jules Massenet, aparte de Le Cid (1885), se inspiran en temas hispanos o en fuentes literarias españolas, su poco conocida Don César de Bazán (1872), La Navarraise (1894), Chéru-bin (1905), Don Quichotte (1910) y Amadis, (inspirada en Amadís de Gaula), estrenada con carácter póstumo en Montecarlo en 1922. 

A finales de la década de los 40, para mí antes de cumplir 10 años de edad, tuve la suerte de escuchar la música del ballet clásico “Le Cid” de Massenet en un par de discos de pasta (los “larga-duración”) con una sugestiva carátula en colores mostrando un personaje con pinta de héroe medieval y recuerdo que me gustaba escuchar repetidamente la música con sus sugestivos títulos (navarresa, castellana, andaluza y entre otras, especialmente la aragonesa). Los acordes musicales se quedaron impresos en mi memoria.

Gracias a la nube de internet y a YouTube, no resistí la tentación de regresar para entender que era todo aquello que desde décadas atrás no había vuelto a escuchar, pues me era muy difícil desprenderme mentalmente de la música de “aragonesa”, hasta escucharla nuevamente y sí, era su música la que permanecía en mis recuerdos. La información que compartí en diciembre de 2017 salió de “Melómano Digital” una revista on line de música, pero luego confieso que he hablado de esta ópera en dos oportunidades en el blog, en diciembre de 2020 y de 2021.

Le Cid es, como Manon, o como Werther, una hermosa historia de amor. Como en la ópera Aida de Verdi, hay numerosas escenas de masas, con batallas y soldados, cautivos, y cortesanos y en general lo que podría calificarse como un “desorden pintoresco” en la escena, todo teñido de cromático y vistoso orientalismo muy “a la morisca”. Se ha dicho que la mejor escena de la ópera es el primer cuadro del acto tercero, en la que Jimena llora por la muerte de su padre y la ruptura de su compromiso con Rodrigo en una de las arias más hermosas escritas para mezzosoprano, a la que sigue el dúo entre Rodrigo y Jimena en una melodía sublime en la que Massenet presenta los contrastados sentimientos de los atormentados amantes.

Rodrigo Díaz de Vivar es indiscutiblemente una figura histórica cuya vida inspiró el más importante cantar de gesta de la literatura española. Como héroe nacional español o como cruzado en favor de la Reconquista, Rodrigo estuvo a las órdenes de diferentes caudillos, cristianos o musulmanes, de allí que el retrato que de él hacen algunos es de un soldado profesional que presta sus servicios a cambio de una paga, pero lo cierto es que  Rodrigo Díaz de Vivar como figura histórica y legendaria, inspiró el Cantar de Mio Cid.

Se ha descrito, hace unos años, una cierta identificación de Plácido Domingo con el personaje que da título a la ópera de Massenet y el pintor sevillano Francisco Borrás, planificó con el tenor para hacerle varios bocetos y un lienzo definitivo, de grandes proporciones (250×180 cm), que se realizó en Sevilla en 1986 en el estudio del pintor. En actitud heroica, blandiendo su popular “Tizona”, con Jimena a sus pies, complementa la alegoría histórica en un más difuminado segundo plano de tenues y suaves tonalidades cromáticas, que muestra la espectral figura de El Cid muerto, cabalgando triunfante sobre Babieca en la toma de Valencia. El lienzo fue expuesto en Viena, Madrid y Nueva York, siendo en la actualidad propiedad del tenor madrileño.

Nota: este artículo habla de datos ya publicados en este blog desde diciembre del año 2017 Maracaibo, jueves 31 de julio del 2025.

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