martes, 29 de julio de 2025

La historia real (2)


Resumiendo la conversado ayer, sobre la real historia de quien escribe este Blog lapesteloca,  (nombre que deriva de la denominación que se le daba a los equinos enfermos durante las epizootias de encefalitis equina venezolana), había llegado al IAP de la UCV con un ME nuevo y dispuesto a hacer investigación y a colaborar en la docencia del postgrado de Anatomía Patológica en el centro universitario para formación de los patólogos del país.

 

Todo cuanto pueda decir de aquella época, para mí, estuvo siempre compartido y amparado por la devoción y el cariño de una joven morenita quien a los 18 años se graduaría de histotecnóloga en la Escuela Vargas y quien ingresó al IAP de la UCV conmigo en 1976. De una familia de La Pastora, viviendo en un garaje del Cementerio, Saudy era hija de una enfermera del hospital Vargas y en aquel entonces, salvó mi vida -en medio del conflicto que derrumbaba once años de matrimonio-. Cuando a corto plazo se ratificó el divorcio, me casé con Saudy quien ya era histotecnóloga y sería una excelente ultramicroscopista. Ella sería quien desarrollaría en el IAP las técnicas de inmunohistoquímica (IHQ). En unos años se graduó también de psicopedagoga, y fue la madre de dos de mis hijos, Pablo y Fernando y me ayudaría con la formación profesional y humana de mis 5 hijos mayores. He dicho y lo sostengo, que absolutamente todo cuanto hice en aquella institución universitaria de la UCV no hubiese sido posible, ni tendría valor alguno, si no hubiese contado con la dedicación, el cariño y decidido apoyo de Saudy. Convencido estoy, de que su recuerdo será imperecedero para todos quienes en el IAP de la UCV tuvieron la suerte de conocerla. 

 

En aquellos años iniciales en el IAP de la UCV y en la SVAP, ya en el 1978 en las XXIII Jornadas de la SVAP en Maturín conocí personalmente y forjé una sólida amistad con dos patólogos invitados al evento, Mario Armando Luna quien nos visitaría muchas veces gracias a la SVAP y Héctor Battifora el experto en técnicas de inmunohistoquimica; ellos jugaron un rol importante en la historia maravillosa del IAP. La suerte de conocer a Mario Armando Luna nos llevaría a una intensa actividad de invitaciones a famosos patólogos latinoamericanos quienes llegaban a dictar cursos y conferencias en el Instituto directamente o cuando asistían a los Congresos de la SVAP. La lista de aquellos patólogos que estuvieron con nosotros y de quienes tanto aprendimos, fue interminable, tan larga, que se me escaparían nombres. La historia de la patología ultraestructural en Venezuela ya ha sido examinada antes in extenso (https://surl.li/fcaxdk ) en 2013 y luego con más detalles (https://surl.li/bdnaff) en este blog.

 

Prefiero no decir más nada sobre la importancia nacional de estas reuniones para elevar el nivel en la formación de nuestros estudiantes del postgrado. Internacionalmente el IAP de la UCV pasaría a ser muy reconocido e igualmente el IAP fue Centro Nacional de Referencia en Anatomía Patológica del Ministerio de Sanidad. Con Eduardo Blasco Olaetxea y el doctor Luna crearíamos una colección de libros, Avances en Patología para actualizar nuestra especialidad, sosteniendo activa nuestra biblioteca, y promocionábamos los 5 volúmenes publicados “del Rio Grade a la Patagonia”; todo esto y mucho más, por muchos años desde el IAP de la UCV.

 

Fue justamente, en el IAP de la UCV donde se dio para mi toda una historia maravillosa sobre la oportunidad de conocer, a decenas de jóvenes hombres y mujeres graduados como médico-cirujano en distintas universidades del país quienes en aquellos años harían el Postgrado de Anatomía Patológica y a quienes pude apreciar durante los tres años que duraba el entrenamiento en el IAP de la UCV que conformarían una pléyade de anatomopatólogos crecidos en el IAP que son orgullo de la especialidad en el país y ahora regados por el mundo debido a nuestro desdichado éxodo profesional. Ellos me honran al considerarme su “maestro”. 

 

Permanecí en Caracas de 1975 hasta el año 2004. En 1997 a Saudy le fue diagnosticado un cáncer de colon y solicite mi jubilación de la UCV para acompañarla en los muy duros años que le toco vivir soportando varias cirugías y las inclemencias de lo que para aquella época significaba la quimioterapia. Viajamos por el mundo, un diciembre en Nueva York, estadías en Miami y por España y las Islas Canarias, y en 1999 regresamos al Perú. Sería operada varias veces con toracotomías para extraer metástasis de un ADC bien diferenciado, hasta en marzo del año 2001cuando Saudy fallecería, dejándonos el recuerdo de su ejemplar y amoroso valor. Por sugerencia de ella misma, comencé desde 1998 a ejercer mi especialidad haciendo inmunohistoquimica diagnóstica con la Dra Cathy Hernnadez en un laboratorio que llamamos “Novapath”. En el año 2005 decidí regresar a Maracaibo y trasladé el laboratorio de diagnóstico por IHQ denominándolo “de Patología Molecular”. En 2018 habíamos hecho unos 60.000 diagnósticos de tumores por IHQ.

 

Le ofrecí mis servicios a la Universidad del Zulia y tempranamente dicté para la Escuela de PostGrado de la Facultad de Medicina un Curso de Inmunohistoquímica para patólogos, y curiosamente no asistió ninguno de mis colegas especialistas en la ciudad; me darían algunas explicaciones de lo sucedido que me parecieron complicadas pues rechazaban a la Decano que para aquellos años era una patóloga-¡tenían sus motivos!- No obstante, más pronto que tarde, mi Alma Mater me distinguió con un doctorado Honoris Causa, que agradezco profundamente al entonces recién electo nuevo Decano el Dr Sergio Osorio Morales. Esperaba contribuir mucho más con mí universidad, pero nunca fue posible, por lo que desde entonces y tratando de hacer algo a través de la Academia de Medicina del Zulia, y he sido Secretario en dos Juntas Directivas, agradecido por haber llegado a ser Miembro Titular Emeritus.


Finalmente, concluiré relatando que después de haber luchado infructuosamente para convencer a mis colegas del Zulia sobre la importancia de hacer y publicar trabajos de investigación, busqué escribir novelas, con vivencias parecidas a las que me había tocado presenciar y de allí, particularmente tras dos años de asistir a un Taller de Narrativa con el escritor–lamentablemente recién fallecido- Eduardo Liendo, fueron naciendo “La Peste Loca”, “Escribir en La Habana”, “Para subir al cielo…”, “El movedizo encaje de los uveros”, “Ratones desnudos”, “El año de la lepra”, “Vesalio el anatomista”  y varias otras, más de 10 novelas, publicadas que están todas en la plataforma de Amazon.  

 

Toda esta doble (1 y 2) “historia real”, ha sido escrita para aclararle a quienes me leen, que tan solo soy un médico especialista en hacer autopsias y en diagnosticar tumores, y es que durante casi todo el pasado siglo XX, las autopsias fueron “el control de calidad” de los hospitales y por ello insistimos con ahínco en la importancia de practicar este acto final de la Medicina, que era donde la verdad de las enfermedades era desvelada.

 

He querido pues, recordar que no pretendo ser escritor, y si acaso alguien lo desea puede llamarme “escribidor de oficio” pues en este Blog (lapesteloca) al menos desde 2019 he venido haciéndolo diariamente.

 

En Maracaibo, el martes 29 de julio del año 2025

1 comentario:

Luis Suárez dijo...

Gran relato, doctor. Lo felicito por ese afán en querer desarrollar la investigación científica en una rama tan importante como la Medicina.