He querido ofrecerles nuevamente y en dos partes,
este relato sobre la llegada de Gardel a Maracaibo por un par de razones: 1-
“El Zorzal” se publicó en el No 14 de la Revista “Puerta de agua” de la
Dirección de Cultura de la Gobernación del Zulia, en junio de 1996, y esto se
dio gracias a la aceptación en aquellos días de mi amigo el doctor Jesús Ángel
Parra Semprún. 2- Ahora “El zorzal” está en un libro con 39 relatos
con dibujos, intitulado “Trípticos” que ahora, ya desde hace meses, está en la
plataforma digital de Amazon, para quienes quieran disfrutar de su lectura y si
es posible como quizás ahora, su re-lectura.
Aquí va de nuevo:
Yo nací en el
Saladillo, claro que no me consta, en esa época yo estaba muy chiquito y de
bola que no puedo acordarme, pero pa que vos veáis, con ese orgullo me
enseñaron a vivir, ser maracucho y saladillero. ¿Qué más queréis? A todo tiro
andaba jochándome de esas dos cosas, diciéndoselo a media humanidad; cuando
coñito, me refiero, de a cada rato se lo sacaba al Perico; vos sabéis que él
era del Empedrao y yo venía y le decía, mirá Perico, ¿vos me vais a echar a
Santa Lucía con la Chinita? después montábamos esa discutidera... Pero, así y
todo, el Perico era mi mejor amigo.
Cuando carajito los cuentos de las vainas que a uno
le ocurrieron son naturales, los de la edad, ¿comprendéis?, entonces todo era
una felicidad, una pura inocencia y vos te creías todo lo que te decían,
especialmente sobre ciertas jaibas, como los graves problemas del amor.
Imagínate vos en aquellos tiempos... Es como cuando te hablaban sobre el origen
de la gente, la procedencia pues, ¿me entendéis? Uno es de por aquí y puede que
hay quien diga que ni le consta, pero uno se siente y sabe que es de aquí, otros
ni se sabe, fijate que por estos predios siempre ha habido mucho camuflao,
frijolillo tirándoselas de queso duro y quizás por eso será que uno se creía
muchas vainas...
Fijate el caso del mudo, nosotros creíamos una
cosa, como todo el mundo, hasta los argentinos se creían el cuento y hubiéramos
jurado que teníamos razón, pero la verdad es que no era así. Yo siempre creí
que él había nacido en el propio Buenos Aires, quien sabe si en una casita del
barrio del Abasto... Figurate, pasaron los años, que podéis hacer, ellos pasan,
muchos años y nosotros siempre en el mismo predicamento, muy creídos y tiempo
después, bastante después de lo del avión si supieras, supimos la jaiba,
conocimos la verdad. Te digo, él para nosotros seguía vivo... Lo tuvimos tan cerca,
sólo un mes antes del desastre de Medellín y lo teníamos que mantener vivo,
cantando en la garganta de todos, le oíamos el rasgar de su guitarra en las
noches estrelladas. El sol del veinticuatro viene asomando, el sol del
veinticuatro... Como si estuviera todavía entre nosotros. Los compañeros de mi
niñez fueron sus tangos...
Para mí, también de un modo muy especial están
mezclados los tangos con el recuerdo de unos ojos negros y de una tierna
sonrisa, aquella niña de cabellos negros, rizados, recién lavados de boquita
diminuta... ¡Cómo han pasado los años! Con el correr del tiempo, la imagen viva
del hombre se nos fue transformando en un fantasma grandioso. Tampoco
desapareció la imagen de la niña de la mirada triste y yo no pude lograr su
materialización. Fantasmas que crecían cual si todo hubiese sido una leyenda,
aquellos ojos y la figura del zorzal con su guitarra, él continuaba cantando y
los de la cuerdita, ya disueltos algunos vínculos, lo seguimos admirando, pero
cada quien por su lado, con su propia medida.
Creo que fue para ese entonces cuando vinieron los
uruguayos diciendo que él había nacido en Tacuarembó y claro está, nosotros no
les creíamos. ¡Después vinieron tantos entendidos! Hasta que al fin, ya ni
recuerdo quien nos develó el secreto de su misterioso origen. Todos tenemos un
sitio de origen, vos sabéis, ya a veces este es un secreto. Nosotros,
maracuchos entendemos que somos de un sitio muy especial, pero hay algunas
criaturas que son de una región del espacio, que está más allá de las vainas
lógicas y entonces uno se explica por qué es fácil transformarse en fantasma y
seguir vivo, otros cristianos somos seres humanos. No lo queríamos creer, pero
las evidencias apuntaban a un origen terrenal para Charles Rumualdo Gardés.
Él había tenido un comienzo, de carne y hueso, él
vino al mundo y no era etéreo, fue un 11 de diciembre, la ciudad fue Toulousse,
el país Francia, el año 1890. ¡Vos te podréis imaginar nuestra consternación!
Nos resultaba muy difícil de creer... Yo que lo vi en persona, metido bajo un
ring de boxeo, ¡con todo el sol del mediodía maracucho sobre la cabeza!, yo no
podía asimilar la idea así no más. ¡Imaginate vos! ¡El morocho era francés! No
sé si te podré explicar, pienso que fue como una especie de lección, como para que
se me grabara aquello de que no importa donde se nace sino donde larga uno el
forro, ¿me entendéis? Y así; de bola, ¿veis?, yo entonces creí que entendería
mejor ciertas jaibas, de esas que la gente llama, las vainas de la vida...
¡Imaginate vos! A las dos pasadas, Carlitos no
tendría ni cuatro años cuando su madre Bertha se lo llevó a vivir en Buenos
Aires, un carajito solamente, pero allí se iba a quedar, allí iba a crecer, a
cantar y si no hubiera sido así, la historia sería otra. ¿Vos te podéis figurar
como hubiera sido? Bueno vos te lo podréis imaginar, pero yo... A lo mejor si
hubiese sentido desde temprano el sabor y la dentera de ese caujil tal vez no
hubiera tenido que invertir tantos años buscando aquella mirada triste de una
niña, imaginaria me figuro, porque ya no sé si fue real o soñada. Y no la vi
más. ¿Será que todo es mentira? Es un solo tango, eso debe ser lo que llaman el
destino. Todo es oscuro, como la noche afuera y llueve tanto y a lo lejos, el
quejido de un bandoneón.
De estas cosas... ¡Qué iba a saber nada Majarete,
ni el Perico y menos Cacha-floja que vivía idoebola! ¡Ni tampoco Bolaequeso, ni
yo mismo! Ni soñarlo... Tantas ilusiones, durante tantos años, iban siempre a
girar en torno a Gardel y nunca me lo hubieran creído mis amigos... Ya no
vienen, ni siquiera a visitarme, cuerdaepillos, nadie viene a consolarme, nos
hacíamos llamar los báquiros y no éramos más que una pila de carajitos
bellacos. Andábamos juntos, la mañana del ansiado día de su llegada, nos apretujábamos
entre el gentío, cogidos de la mano, no esperdigarnos era la consigna. Hace más
años que el simborrio... ¿Te podréis imaginar?
La época del Presidente Pérez Soto, una mañana del
mes de mayo y ese gentío sudando. De dril blanco y con pajilla los hombres, con
paraguas las mujeres. Si te interesa, te diré que fue el treinta y cinco y
todos los de la pandilla nos abrimos paso a codazos y patadas y logramos llegar
al borde del malecón. Más cerca del "Libertador" no podíamos estar y
como todos, mirando deaparriba, esperando verlo, soñando con oírlo. Sacá tu
cuenta paqueveáis. Nosotros estábamos coñitos. Ahora ve como son las vainas, yo
soy un viejo y él sigue igualito, no ha envejecido un año más, ni una cana, ni
una arruga, ni un pelo se le despeina de su engominada cabeza y canta igualito,
hasta suena mejor ahora. Es como si el tiempo no nos perdonara a algunos y a
otros los respetara.
Fin de la primera parte;
continuará y finalizará mañana martes …
En Maracaibo el
lunes 3 de febrero de este año 2025 del siglo XXI
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