Si de masacres y de “militares” hablamos…
Era la madruga del 4 de octubre del año 1982, y había una
oscuridad total en La Mesa
de Guanipa, al sur del Estado Anzoátegui, cuando súbitamente aquel grupo de
muchachos despertó sobresaltado. Enmudecieron los grillos mientras el ruido se
fue transformando en fragor de motores. Los cocuyos ya no brillaban entre las
breñas mientras los Camberras y los Broncos se acercaban rugiendo. Unos sesenta
jóvenes habían venido de liceos y de universidades, entusiastas, bisoños
algunos, otros más experimentados, reunidos por iniciativa de un ala de
"Bandera Roja". Ellos nunca pensaron al oír el ruido de los aviones
que más de cuatrocientos efectivos venían desplazándose desde Cantaura, creando
alrededor de ellos una especie de pinza que se apretaba entre los hatos Santa
Ana, Los Changos y Mare Mare… Más tarde…Aves de rapiña giraban en un cielo azul
y sin nubes. En tierra, los cadáveres de los muchachos permanecieron insepultos
y muchos comenzaban a descomponerse. Se hablaba de enterrarlos en una fosa
común. Tan solo el nueve de Octubre pudieron los familiares de los jóvenes
reclamar a sus muertos. No era la primera vez que los militares intervenían en
una masacre… Aquella se producía bajo la égida de un presidente bonachón y social-cristiano,
en un régimen denominado democrático. Cualquier gobierno, sin ser del cono sur,
ni el del Imperio, puede darse el lujo tener un brazo ejecutor, Abbadon, un
ángel exterminador, huestes armadas, implacables, para con los civiles…
Cualquier gobierno…
Era
también una madrugada, en otra fecha… Se vivía un 8 de mayo del año 1986 y de nuevo otra acción armada se sucedía, esta vez
en las zonas selváticas de Yumare, en el Estado Yaracuy. El ejército destinado
a proteger las fronteras circundantes de la patria, actuaba, en otra masacre…En
Yumare murieron nueve guerrilleros de la organización Punto Cero, una de las
pocas unidades que aún quedaban en armas durante aquel quinquenio que se
gastaba a un médico de presidente, quien era por demás borrachín y sonreía
melifluamente al refrendar la tesis de que él venía nada más y nada menos que
de “el partido del pueblo”. Él sabía bien que en las masacres no se hacen
prisioneros.
La
madrugada cuando se produjo la masacre de catorce pescadores en el Caño Las
Coloradas en la población de El Amparo en un paraje de los llanos apureños, corría
el año 1988, y se salvaron dos jóvenes
quienes pudieron relatar todos los hechos. Los militares disfrazaron de
guerrilleros a los pescadores muertos... En las masacres hay que inculpar a los
muertos. Ocurría esto también en los tiempos del presidente doctor beodo quien
arremetía contra las universidades y resolvía muchos asuntos militares a través
de su amada a quien los milis saludaban cuadrándosele al verla vestida con un
uniforme parcheado. Todos se doblegaban genuflectos y sin necesidad alguna,
pues como ella misma afirmaba, ya hasta tenía sus gastos “cubridos”…
Todas estas, y
otras “reflexiones” son tan solo “un
refrito” de mis escritos “novelescos”, pero ( en
ROJO ) hoy he querido anexar los comentarios
hechos, recientemente (17/01/2018), por el doctor Luís Fuenmayor Toro,
connotado hombre de izquierda, exRector de la UCV quién abrazó por muchos años
la causa (supongo que sin medir las consecuencias) del culpable del país que
tenemos (HChF)… “Rodríguez
Chacín y Cordero Lara, militares involucrados en las masacres de Cantaura y
El Amparo, respectivamente, no sólo gozaron de total
impunidad, sino que fueron elevados a altos cargos gubernamentales nacional y
regionalmente”.
La madrugada del 27 de
febrero de 1989, las protestas se iniciaron en Guarenas y se extendieron a
Caracas y a otras ciudades del país. Desbordado por los saqueos, el Gobierno
declaró toque de queda, El
ejército nuevamente masacró al pueblo inerme, militarizó las ciudades y aplastó
las protestas con violencia desmesurada. Las cifras oficiales de muertos
oscilaron entre 400 y 2000 civiles, sin embargo, se contaron por miles los
ciudadanos asesinados. La represión llevada adelante por los militares fue especialmente
dura en los barrios pobres de la capital. En 1992 los militares mismos,
provocaron dos intentos de Golpe de Estado, uno en febrero y otro en noviembre. Un teniente coronel directamente involucrado
en los golpes de Estado, confesó ser culpable de la rebelión… El militar
culpable fue encarcelado para luego ser perdonado por otro regente, un nuevo
aunque ya anciano presidente, justamente el sucesor del otro, el depuesto
mandatario, quien pasaría a ser tan solo, un expresidente, en el exilio.
Nos recordaría el Dr Luís Fuenmayor… “Se les olvida que Hugo Chávez pudo haber sido
acusado de lacra terrorista, pues de sus acciones inconstitucionales se
generaron medio centenar de muertos... el gobierno “derechista, reaccionario y
asesino” de Carlos Andrés Pérez, no sólo les garantizó la vida e integridad
física a todos los insurgentes…sino que le permitió a Chávez dirigirse a la
nación a través de la televisión”.
La vergonzosa complicidad y respaldo de las fuerzas
armadas en “la masacre de El Junquito”, cooperando en una desmedida acción
fascista y genocida del régimen, los mismísimos golpistas y asesinos que
emergieron en la vida política del país en los sórdidos hechos del 4 de febrero
y del 19 de noviembre de 1992, quienes han llegado, después de episodios
deleznables de torturas e impunes asesinatos de más de un centenar de jóvenes
que con piedras y escudos defendieron sus vidas contra bombas lacrimógenas
vencidas, perdigones que rasgaban la carne, agua infesta del Guaire y crueles
atrocidades durante los sucesos del año pasado, cuando… “La revolución que siempre quiso ser dictadura llegó a esa nada de donde
salió” como dijera el doctor Rafael Muci Mendoza y lo refrendaría más
adelante al recordarnos que: “en la
Venezuela de Chávez y Maduro nada ocurre que no haya sido cocinado previamente
en la sala situacional de los cubanos y los venezolanos taciturnos que
participan en la piñata y que han traicionado su nacionalidad”. Por todas
estas cosas, creo que es importante escuchar la opinión de Luís Fuenmayor Toro,
hoy día, aquí y en ROJO.
“Es inaudito y perverso que un gobierno que se dice defensor de los
derechos del pueblo y que ha basado toda su propaganda y acciones en función de
un cambio radical de conducta en relación con las desplegadas por los
gobernantes del pasado, termine comportándose peor, en forma más siniestra y
bárbara, en todos los órdenes sociales y particularmente en el trato cruel dado
a quienes lo enfrentan en distintas formas. Hacer alarde de la actuación
asesina de paramilitares delincuentes, en las acciones desmedidas contra el
grupo insurgente de Oscar Pérez, es más que aberrante y vergonzoso. Llamarlos
héroes revolucionarios es dantesco. No se puede matar al enemigo vencido, mucho
menos ajusticiarlo después de capturado. Pobre patria si estos son los héroes
que la van a seguir dirigiendo. A las masacres de Cantaura, Yumare y El Amparo,
se une hoy el nombre de El Junquito, con el agravante de que en ésta última, la
alta jefatura del Gobierno ha señalado estar orgullosa de su ejecución, algo
nunca visto anteriormente”.
Para el
blog lapesteloca…
en
Maracaibo el 23 de enero 2018
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