Pablo Lasala y el asbesto, con
música de Rachmaninoff
Estaba escuchando
el Concierto No 2 para piano y orquesta de Sergei Rachmaninoff y regresó a mi
mente la imagen de Pablo Lasala, sentado en el piano Wurtlizer de mi casa, Los
Arrayanes, en la avenida Santa Rita, en el Maracaibo de mi juventud… Éramos compañeros
del bachillerato. Recuerdo a “el viejo”, tecleando sin acompañamiento orquestal
y de oído, el concierto de Rachmaninoff que aprendimos a escuchar admirando a
Marilyn en “The seven year itch”, la comezón del séptimo año. Recomiendo volver
a ver el filme, no solo porque es, el de la emblemática secuencia del aire que
asciende del subsuelo del metro para dejarnos ver las piernas de la hermosa
Marilyn, sino por la inolvidable actuación cómica de Tom
Ewell, el neuyorkino de “la comezón”.
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El asbesto en
la construcción está conformado por una serie de minerales sumamente fibrosos
constituidos por silicatos de hierro, aluminio, magnesio y calcio entre otros. Su
presencia en edificios puede deberse a que un edificio se construyó o se reparó
empleando asbesto o materiales que lo contienen, o porque se han introducido
materiales conteniendo asbesto en edificios nuevos. Determinar su presencia o
no en los edificios es fundamental para la salud de los trabajadores que los
ocupen, y especialmente para los que intervengan en su reparación, remodelación
o derribo ante la elevada contaminación ambiental que se puede producir al
manipular materiales que contengan fibras de asbesto. En Venezuela los techos de
asbesto-cemento fueron ampliamente usados en aplicaciones de vivienda,
industria e institucionales hasta que se prohibió su fabricación hace más de 20
años por demostrarse que el asbesto era cancerígeno. Se empleaban principalmente
láminas pesadas de onda alta.
Detectamos
asbesto cubriendo los techos de algunos de los espacios del IAP-UCV y se hizo
necesario saber si existía esta situación en otros de los edificios de la
Universidad, los cuales realmente mostraban lo que detectamos como superficies
aislantes de asbesto, especialmente en los techos, con frecuencia ya deshilachando
fibras colgantes en techos que antes había sido ubicados en edificios y
laboratorios de la UCV. Teníamos en el IAP un gran auditórium con un techo muy
alto y desde abajo divisábamos las peligrosas estalactitas de asbesto. La única
manera de reparar aquello era creando placas que aislaran el techo, una tarea difícil
por la altura del mismo, pero no habría otra manera de hacerlo. El tema se tornó
controversial en la UCV, hasta que finalmente se consideró como una necesidad y
cumplimos con el apoyo de Pablo, nuestra labor de medicina preventiva.
Hace ya más
de 15 años desde que regresé a mi ciudad natal, Maracaibo, pero Sergei
Rachmaninoff sigue sonando y trayéndome el recuerdo de Pablo, así como también el
de Marilyn y de Steve McQueen, y de este
asunto que por primera vez relato, entre tantas de nuestras luchas en el IAP de
la UCV donde siento que consolidamos toda una generación de patólogos, mujeres
y hombre médicos especialistas, que destacan con brillo propio en todas las
regiones del país nacional.
Toronto bajo cero, con recuerdos tibios de Maracaibo y
de Caracas, en un 20 de diciembre del 2016.
Add. Pablo Lasala falleció el año 2001 y su trabajo tuvo
gran influencia en las nuevas generaciones de arquitectos en Caracas. Sus dos
hijas, Isabel y Ana son también profesionales graduadas en la Facultad de
Arquitectura de la UCV y prosiguen la labor de su padre.
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