Robert Louis Stevenson
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Sus novelas más conocidas, La
isla del tesoro y El extraño caso del doctor Jekyll y el señor
Hyde que fueron escritas
entre 1883 y 1886. En esta época Lloyd,
el hijo mayor de Fanny tenía 12 años y para su disfrute, se dice que Stevenson
escribió para su hijo adoptivo la historia sobre los piratas y el tesoro de una
isla imaginaria. Otras obras serían El príncipe Otón en 1885. Secuestrado
en 1886. La flecha negra, El señor de Ballantrae, El muerto vivo. La isla de la
aventura. Sus cuentos serían numerosos. Nuevas noches árabes, Cuentos de
los Mares del Sur, Janet la torcida, El club de los suicidas, Los ladrones de
cadáveres, Markheim, Jardín de versos para niños, Olalla, Aventuras de un
cadáver, El diablo de la botella.
Yo he querido escribir sobre
Stevenson porque fui un entusiasta lector de este escritor y tuve la
oportunidad en mi infancia y juventud de leer muchas de sus obras, novelas de
aventuras en tierras de Escocia, en el oeste norteamericano, en las islas de
Pacífico Sur, con una prosa siempre brillante y un estilo de aparente sencillez
donde lo imaginario y fantasioso se fundía con el pasado y con lo insólito y lo
sobrenatural. Para muestra, he aquí los títulos de las novelas y cuentos
publicados en español y en cual año fueron escritas. De 1876 Un
viaje al continente, en 1876 Apología de los ociosos y otras ociosidades,1881
Estudios
familiares del hombre y los libros,1881 Janet la torcida, 1882 Las
nuevas noches árabes, 1882 El club de los suicidas, 1883 La
isla del tesoro, 1884 El ladrón de cadáveres,1885 El
dinamitero,1885 Markheim,1885 Olalla,1886 Las
aventuras de David Balfour,1886 El extraño caso del doctor Jekyll y el señor
Hyde,1887 Los hombres del mundo alegre,1888 La flecha negra,1889 El
Señor de Ballantrae,1889 Aventuras de un cadáver,1891 El
diablo de la botella,1892 La resaca, 1893 Noches en la isla,1893 Cuentos
de los mares del sur,1894 La isla de la aventura.
La prosa de Stevenson pareciera
encerrar un mensaje oculto, un algo que pareciera residir en la cotidianidad,
algo que flota en sus ambientaciones o que nace y aflora de los mismos
personajes creados por el autor. El mismo Stevenson decía sobre la estructura
narrativa “Cada cosa debe ir en su lugar
correspondiente en una narración, todos los detalles deben complementarse
mutuamente, como las notas musicales”. Ya Flaubert había dicho algo
parecido; “Una frase verdaderamente buena
en prosa debe ser como un verso logrado en poesía, algo que no se puede
cambiar, e igual de rítmico y sonoro”. En otra ocasión dijo Flaubert
refiriéndose a una parte de su novela Madame Bovary, “Si alguna vez se han trasladao lo valores de una sinfonía a la
literatura, habrá sido en este capítulo de mi novela”. En realidad ya lo
mencionaba Vladimir Nabokov en sus lecciones de literatura, que “sin Flaubert no habría habido un Marcel
Proust en Francia, ni un James Joyce en Irlanda y Chejov en Rusia no habría
sido del todo Chejov”.
Hay algo en la muerte de
Stevenson en Samoa que nos transporta a vivencias de su novela El
extraño caso del Dr. Jekyll y Mr Hyde donde se bebe vino añejo con
frecuencia y se repara un brebaje maléfico que transforma al médico en su otro
yo… Bajó Stevenson al sótano de su casa donde tenía una bodega para seleccionar
una botella de vino de Borgoña y ascendió, la descorchó en la cocina y de
repente llamó a su mujer. Él creyó percibir algo extraño, y angustiado le
preguntó qué era lo que le acontecía y ¿por qué le estaba cambiando la cara de
esa manera?... “Como me ha cambiado la
cara”, eso le dijo y cayó al suelo. Moriría un par de horas después. Este
final es relatado por Nabokov, el autor de la novela Lolita en un análisis
sobre la literatura de varios escritores ingleses. Stevenson escribiría su
novela sobre Mr. Hyde y el Dr. Jekyll durante una temporada que estuvo en cama
por sus episodios de hemorragias pulmonares, viviendo en Bournemonth a orillas
del Canal de La Mancha en Inglaterra. Se ha dicho que sin poder olvidar al Don
Quijote de Cervantes en el siglo XVI ni a los viajes de Gulliver de Swift, o el
Cándido de Voltaire en el siglo XVIII, bastaría con mirar a los novelistas
franceses del siglo XIX Víctor Hugo, Dumas, Balzac, Flaubert, Stendall y Zola,
todos como Dickens en Inglaterra, imbuidos en la idea de escribir mostrando un
realismo de contenido social que mostrara la comedia humana para revelar las
miserias y convencionalismos de aquella época. Sin duda alguna que la
revolución industrial y el colonialismo iban a influir directamente en la
novelística inglesa y francesa del siglo XIX. Pero de estos detalles podemos
conversar algo más en otra oportunidad.
Maracaibo, 9 de abril de 2016
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