lunes, 4 de septiembre de 2023

Microbiota y autismo


En julio 2021, hablamos en este blog sobre “el eje, intestino-cerebro” y en septiembre de 2022 sobre “la microbiota y el cáncer”; la microbiota se refiere a la comunidad de microorganismos que viven en un determinado ambiente, por lo que la microbiota es única para cada persona y puede variar según factores como la edad, la dieta, el estilo de vida y la salud en general. El microbioma, es otra cosa; se refiere al conjunto completo de los genes de ¡todos los microorganismos que componen la microbiota! Sobre este tema ya desde el mes de junio del 2019 habíamos comentado algo al hablar sobre sobre “las heces y el cáncer colorectal”…

Sabemos que el cáncer colo-rectal (CCR) está asociado a factores dietéticos específicos y a determinados patrones de alimentación que afectan la microbiota intestinal. En los últimos 10 años, varias especies de bacterias han recibido especial atención por sus asociaciones y posibles roles en la carcinogénesis colorrectal. Sabemos que la bacteria Fusobacterium nucleatum, promueve la proliferación de células en el CRC y que el Bacteroides fragilis enterotoxigénica (ETBF), en el tracto gastrointestinal humano también es capaz de potenciar la carcinogénesis colorrectal en ratones, y señalamos datos extraídos de la Revista Science del 21 de junio de 2019.

Actualmente estudios realizados a partir de la secuenciación de ARN ribosomal en muestras de heces de pacientes diagnosticados de cáncer de colon e individuos sanos se observó que determinadas bacterias como el Fusobacterium parecían estar implicadas en el desarrollo tumoral generando una disbiosis intestinal. Como consecuencia de ello, se produce inflamación y proliferación de las células cancerosas. Por el contrario, existe otro grupo de bacterias, como el Bifidobacterium, que parecía proteger frente al desarrollo del cáncer mediante la estimulación del sistema inmunitario (células T y macrófagos), e incluso parecen tener capacidad para reducir el crecimiento del tumor.

Por ahora es imposible saber si es el cáncer el que altera la microbiota o es la microbiota la que produce el cáncer. “Se necesitan más estudios longitudinales en este sentido”, ya que en algunos análisis, llama la atención que son las mismas bacterias las que se encuentran siempre en el CCR, bacterias que por una razón u otra producen toxinas que pueden ocasionar daños en el ADN.

Estudios experimentales recientes también han puesto de manifiesto que la administración de determinados antibióticos junto al tratamiento de quimioterapia, puede tener como resultado una disminución de la supervivencia, o bien, aumentar la eficacia de los tratamientos. Esto podría explicar por qué algunos tipos de microbiota se asocian a buenas respuestas al tratamiento quimioterápico o inmunoterápico mientras que otros tipos de flora intestinal se asocian con una falta de respuesta. El hallazgo de esta asociación abre la vía de futuras investigaciones y procedimientos terapéuticos, tales como el trasplante fecal o la utilización de la microbiota como un posible biomarcador de respuesta a los tratamientos.

Traigo estas consideraciones retrospectivas al haberme tropezado en “las redes” de este año 2023 con noticias sobre la microbiota y el autismo, tema ya discutido ampliamente en dos artículos de nuestro blog en junio del 2022 (https://tinyurl.com/yfh3fym6). De manera general en varias publicaciones de este año 2023, decían haber observado que las personas con autismo pueden tener una mayor permeabilidad intestinal, lo que podría permitir que las toxinas y los subproductos microbianos ingresasen al torrente sanguíneo y afectasen el cerebro… Se planteaba que esto podría contribuir a los síntomas del autismo.

La prevalencia de problemas gastrointestinales en niños con trastornos del espectro autista (TEA) puede variar desde un reflujo leve hasta síntomas más graves. Los síntomas que usualmente muestran una tendencia a reaparecer, pueden estar influenciados por una gran variedad de factores. Las diferencias en la flora intestinal, una alta prevalencia del uso de antibióticos, la respuesta al estrés, dietas específicas y/o prácticas de alimentación recurrentes pueden influir en el problema, que además puede aumentar con la edad de la persona.
Sin embargo, es importante destacar que la relación entre el microbioma y el autismo aún no está completamente comprendida y sigue siendo objeto de investigación. Los estudios han encontrado asociaciones estadísticas entre ciertas características del microbioma y el autismo, pero aún se desconoce si estas diferencias microbianas son una causa directa del trastorno o si son el resultado de otros factores, pero lo que sí parece ser al día de hoy conocido e irrefutable, es que la relación existe.

Se sabe que la microbiota tiene una influencia significativa en el neurodesarrollo, es decir, en el desarrollo del sistema nervioso (https://tiny(url.com/2fyk6s6h) y del cerebro, ya que existen múltiples vías a través de las cuales la microbiota puede afectar el proceso crucial del desarrollo de cada persona, recordando que la microbiota desempeña un papel importante en la regulación del sistema inmunológico, y sabemos que la inflamación crónica o desregulada puede afectar negativamente el neurodesarrollo.

En conclusión, la microbiota intestinal ayuda a modular la respuesta inmunológica, manteniendo un equilibrio entre tolerancia y respuesta inflamatoria, lo cual es especialmente relevante durante los primeros años de vida, cuando el cerebro está en pleno desarrollo. Un desequilibrio en la microbiota puede llevar a una respuesta inmunológica anómala que puede tener consecuencias en el neurodesarrollo.

Se ha demostrado que ciertas bacterias intestinales son capaces de producir neurotransmisores como la serotonina y el ácido gamma-aminobutírico (GABA), que están implicados en la regulación del estado de ánimo y el comportamiento. Estos compuestos pueden influir en el desarrollo y la función del sistema nervioso.

La microbiota intestinal interactúa con el sistema nervioso a través del eje intestino-cerebro, lo cual implica señales de ida y vuelta entre el intestino y el cerebro a través del sistema nervioso central y el sistema nervioso entérico. Esta comunicación bidireccional puede afectar la función cerebral y el comportamiento si existen alteraciones en la composición y diversidad de la microbiota esta puede afectar la señalización a lo largo de este eje, lo que potencialmente puede influir en el neurodesarrollo.

Los microbiomas del TEA parecen reflejan una mejoría del comportamiento después del trasplante de materia fecal. Para probar esto, se volvieron a analizar los datos de un estudio abierto de trasplante de materia fecal (FMT) de 2 años de duración con 18 niños con TEA en 2019. El transplante fecal se hace ingiriendo unas cápsulas que son las que contienen las cepas de microbiota sana. Los niños fueron sometidos a un tratamiento antibiótico de 2 semanas y una limpieza intestinal, seguido de 2 días de tratamiento con FMT en dosis altas y 8 semanas de dosis diarias de mantenimiento de FMT. Basado en una de las escalas de evaluación más comunes para los trastornos del aspcto autista (ASD), la Escala de Calificación de Autismo Infantil (CARS), se lograron mejoras significativas después del curso de tratamiento de 10 semanas.

Dos meses más tarde, las mejoras iniciales se mantuvieron en gran medida y un seguimiento de 2 años mostró signos de mejoría adicional en la mayoría de los participantes. Los resultados son consistentes con un papel potencial del microbioma en la mejora de los síntomas del autismo, pero aún se desconoce cómo se relacionan los cambios subyacentes en la composición del microbioma con los observados en otros estudios. En resumen, están empezando a surgir tratamientos para modular el microbioma y eso repercutirá en el cerebro y por tanto pueden presentarse mejorías en muchos aspectos.

Maracaibo lunes 4 de septiembre del año 2023

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