A lo
largo del siglo XVIII, mientras Lagrange, Euler y Hamilton competían por ver
quién construía la teoría matemática más abstracta, otros científicos no
se centraron en la dinámica y el cálculo, sino que, se entretuvieron con el
estudio del calor y así se adelantaron casi un siglo a una de las principales
teorías del siglo XIX.
Entre ellos destacaría Antoine Laurent Lavoisier, quien había
nacido en 1743 en una rica familia
de la que heredó una gran fortuna a muy temprana edad tras la muerte de su
madre. Él, elaboró un concienzudo proyecto para mejorar de la iluminación de
las calles, desarrolló mecanismos de purificación del agua de París y
realizó informes sobre las condiciones de insalubridad de las cárceles entre
muchas otras cosas...
Lavoisier Aprovechó su herencia
para realizar inversiones e incrementar la fortuna inicial que poseía;
especialmente rentable fue la realizada en la ferme générale una
institución semifeudal que en plena época de la Ilustración, recolectaba
impuestos para la corona y la cual se afincaba especialmente con los campesinos
pobres.
Hasta aquellos días no existía
una frontera clara entre la química y la alquimia y, pese a que se habían
hecho valiosos descubrimientos, estos venían acompañados de oscuras teorías
espiritistas. Por ejemplo, en 1669
el alquimista Henning Brand descubrió el fósforo (el primer elemento hallado
después de la Edad Antigua) lo hallaría mientras intentaba destilar el oro de
la orina para crear la piedra filosofal. El principal trabajo de Lavoisier fue
convertir la química en una ciencia, y como tal, él se centraba en la cuidadosa
medición de todas las cantidades y en la obtención de conocimientos a través de
la experimentación.
Marie Lavoisier es mencionada en su papel de esposa de Antoine
Lavoisier, aunque sus logros científicos en la química
son menos difundidos. Antoine Lavoisier quien tenía 28 años, era
noble, abogado,
economista y químico, y estuvo dispuesto a casarse con la Marie-Anne, hija
del Conde de Amerval. Así lo hicieron el 16 de
diciembre de 1771. La dote le permitió instalar un laboratorio bien
equipado donde recibió ayuda de su esposa, quien se interesó auténticamente por
la ciencia y tomaba las notas de laboratorio además de traducir escritos del
inglés, como el Ensayo sobre el flogisto de Richard Kirwan. Marie-Anne quien habría de ser conocida
como Marie Lavoisier está
considerada como "la madre de la química moderna".
Uno de los grandes vacíos que tenía la química por aquella época
concernía a la teoría de la combustión. Desde la antigua Grecia, pervivía
la teoría del flogisto (muy ligada a los cuatro elementos de Aristóteles).
Esta teoría proponía algo bastante intuitivo: los objetos combustibles
(madera, aceite, etcétera) poseían el elemento fuego (llamado flogisto) y lo
liberaban al arder. A pesar de trabajar desde el marco de la alquimia y con
unas motivaciones mágicas y metafísicas, Georg Ernst Stahl había sido capaz
de dotar a la teoría del flogisto de una sólida base experimental, pero había
una cuestión que se le escapaba: no podía explicar porqué algunos elementos
entraban en combustión y se desvanecían (como la madera) y otros se
calentaban y ganaban masa (como los metales). Por ejemplo, en el caso del
fósforo, las cenizas pesan más que la sustancia antes de arder. ¿De dónde
salía ese exceso de masa? Esta era una pregunta imposible de responder con la
teoría del flogisto, que entendía la combustión exclusivamente como un
proceso de liberación.
Lavoisier investigó la
composición del agua
y denominó a sus componentes oxígeno
e hidrógeno. La ley de conservación de la materia,
ley de conservación de la masa o ley de Lomonósov-Lavoisier que
se puede enunciar de la siguiente manera:
“En un sistema aislado, durante toda reacción química ordinaria, la masa total en el
sistema permanece constante, es decir, la masa consumida de los reactivos es
igual a la masa de los productos obtenidos”. El secreto de la
combustión residía en el oxígeno…
Lavoisier examinaría la naturaleza de la combustión,
demostrando que es un proceso en el que se produce la combinación de una
sustancia con el oxígeno, refutando la teoría del flogisto. En el Tratado elemental de química
(1789), Lavoisier aclaró el concepto de elemento como una sustancia simple que
no se puede dividir mediante ningún método de análisis químico conocido.
También escribió Memoria sobre la combustión (1777) y Consideraciones generales
sobre la naturaleza de los ácidos (1778). Sus estudios de los
procesos vegetales que se relacionaban con los intercambios gaseosos cuando los
animales respiran (1783) fueron fundamentales.
No cabe duda de que la ley que
causó una de las mayores revoluciones de la química fue descubierta por
Lavoisier: “La materia no se crea
ni se destruye solo se transforma”. Lavoisier como miembro de la Real Academia de ciencias
demostró la falsedad de una teoría sobre la combustión de un científico joven,
Jean-Paul Marat, quien nunca se lo
perdonó (https://tinyurl.com/2tr4z28f
) y no vaciló en denunciarlo a la Asamblea Nacional, de modo que fue
arrestado junto con otros 27
intelectuales en 1793. El presidente
del tribunal pronunció la famosa frase: “La república no precisa ni científicos ni
químicos, no se puede detener la acción de la justicia”... Como es sabido, Lavoisier fue guillotinado
el 8 de mayo de 1794, cuando tenía solo
50 años.
Hay una canción del cantautor
uruguayo Jorge Dextler que se puede y vale la pena escuchar por
Internet la cual evidentemente alude a los experimentos de Lavoisier y
dice así:
“Tu beso se hizo calor, / luego
el calor, movimiento / luego gota de sudor/ que se hizo vapor, luego viento ///
Que en un rincón de La Rioja, / movió el aspa de un molino / mientras se pisaba
el vino / que bebió tu boca roja. Tu boca
roja en la mía, / la copa que gira en mi mano, / y mientras el vino caía/ supe
que, de algún lejano rincón / de otra galaxia, el amor que me darías/ transformado
volvería, un día, a darte las gracias”…
CORO: Cada
uno da lo que recibe/ luego recibe lo que da/ Nada
es más simple/ No hay otra norma/// Nada se pierde/Todo se transforma
Todo se transforma/ el vino que
pagué yo,/ con aquel euro italiano,/ que había estado en un vagón/ antes de
estar en mi mano/ y antes de eso, en Torino/ y antes de Torino, en Pratto/ donde
hicieron mi zapato/ sobre el que, caería el vino. Zapato que en unas horas,/
buscaré bajo tu cama/ con las luces de la aurora/ junto a tus sandalias planas/
que compraste aquella vez/ en Salvador de Bahía/ donde a otro diste el amor, /
hoy yo, te devolvería…
CORO: Cada
uno da lo que recibe/ Luego recibe lo que da/ Nada
es más simple/ No hay otra norma/
Nada se pierde/ Todo se transforma Todo se
transforma/Todo se transforma Supe
que, de algún lejano rincón/ de otra galaxia, el amor que me darías/ transformado
volvería, un día, a darte las gracias
CORO Todo se
transforma...
Para
finalizar este breve repaso de la vida de Antoine-Laurent
Lavoisier, y que estoy casi seguro de que ya lo había escrito en este blog
no hace ni tres años atrás, quisiera hacer una acotación musical y cinéfila, a
quienes pueda interesarles:
“Al otro lado del río", fue otra canción de Jorge Drexler en la película Diarios
de Motocicleta, (¿Recuerdan la idealizada aventura en moto de un Che
Guevara encarnado en Gael García Bernal?). En esta película, en febrero del año
2005, fue premiada “Al otro lado del río” como la mejor canción original.
Además, el cantante uruguayo la interpretó y se convirtió en el primer tema en
español que ganaría el Oscar a la
mejor canción original en la competencia de Hollywood. Competían "Accidentally in Love" (de "Shrek
2"); "Believe"
(de "Polar Express"), "Learn
to be Lonely" (de "El fantasma de la ópera") y
"Vois sur ton chemin" (de "Los
chicos del coro"). Al aceptar la estatuilla, Drexler se limitó, en
su discurso, a cantar el estribillo de su canción, esta sería la primera canción en lengua española que
resultó galardonada con un Oscar y como les estoy relatando nuevamente, todo
sucedió el año 2005.
Maracaibo, viernes 25 de octubre del año 2024
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