En este breve artículo, revisaremos
algunos de los cambios producidos en el cerebro como consecuencia de la
inhibición de los transportadores de
dopamina, y las alteraciones en las vías de recompensa, en la citoarquitectura cortical, las trofinas
cerebrales y la barrera hematoencefálica. Señalaremos cómo estos cambios se
asocian a los procesos de adicción y al daño neuronal inducidos por la cocaína.
La cocaína es el alcaloide
mayoritario de las hojas de la planta de la coca Erythroxylon coca. La
planta es originaria de la zona tropical de los Andes y crece fundamentalmente
en regiones húmedas y cálidas en países como Chile, Perú, Bolivia y Brasil. La
planta de la coca se introduce en Europa a finales del siglo XIX y será en el
siglo XX cuando se aísla su principal componente activo, la cocaína, y al
surgir los primeros casos de adicción se empieza a controlar su cultivo.
La adicción a la cocaína constituye
uno de los problemas sanitarios más importantes en el campo de las drogodependencias.
La cocaína actúa como un
simpaticomimético indirecto, inhibiendo los transportadores de
noradrenalina y dopamina, aumentando, la biodisponibilidad de dichos
neurotransmisores en la hendidura sináptica. El aumento de esta
biodisponibilidad de dopamina en la hendidura sináptica media la euforia que
produce el consumo de cocaína y, otros efectos activadores sobre el sistema
nervioso central.
El consumo crónico de cocaína altera la disponibilidad de dopamina y al
inhibir también el transportador de noradrenalina, se produce un exceso de dopamina
en la hendidura sináptica con incremento de los valores de noradrenalina lo que
causa la mayoría de los efectos farmacológicos y de las complicaciones agudas
producidas por el consumo de cocaína (aumento de la presión arterial,
sudoración, temblor, etc.).
Existe una hipótesis dopaminérgica de la adicción y es a través de este mecanismo
fundamental, como muchos fármacos son capaces de controlar el comportamiento,
con lo que se impulsa a la búsqueda de la droga, que actúa como recompensa. El
principal neurotransmisor implicado en estas rutas de recompensa es la dopamina. Las dos principales vías dopaminérgicas
implicadas en los circuitos de recompensa son la mesolímbica y la mesocortical.
La vía mesolímbica tiene su origen en el área del tegmento ventral y proyecta
al núcleo accumbens,
al septo y a la amígdala. La vía mesocortical partiría también del área del
tegmento ventral para terminar en las cortezas prefrontal y entorrinal. La
implicación de estas dos vías en los procesos de adicción a diversos tipos de
sustancias se basa en hallazgos experimentales.
En el ámbito celular se ha
demostrado que tanto la actividad
neurofisiológica de las neuronas dopaminérgicas del área del tegmento
ventral, como la liberación de dopamina
en las áreas de proyección de las vías mesolimbicocorticales, están reguladas
por las drogas de abuso. La cocaína actúa a través de un efecto directo en los terminales nerviosos de las áreas de proyección.
Los efectos reforzadores provocados por la administración de cocaína se deben
al bloqueo de la recaptación de dopamina.
Todos los psicoestimulantes
comparten la diana de su acción farmacológica: la formación reticular del tronco del encéfalo y, más
concretamente, los sistemas de neurotransmisión de monoaminas. Es allí donde
estas sustancias ejercen sus acciones principales y donde parece que se
localizan los sistemas funcionales involucrados en su potencial adictivo. Los
sistemas dopaminérgicos mesolímbico y
mesocortical son considerados los de
mayor interés en cuanto al mecanismo de acción de los psicoestimulantes en
relación con los fenómenos de dependencia motivacional. En este sentido, tradicionalmente
se ha considerado que psicoestimulantes como la cocaína o las anfetaminas,
mediaban sus propiedades reforzadoras a través de un incremento de la dopamina
en este circuito mesolimbicocortical. Dicho incremento produciría cambios
bioquímicos importantes que llegarían a modificar el comportamiento del
consumidor.
Un ratón knockout o ratónKO es un ratón modificado por ingeniería genética para que uno o más de sus genes estén inactivados mediante una técnica llamada bloqueo de genes. Se han hecho estudios en animales KO carentes de la proteína transportadora de la dopamina que han demostrado la implicación de estos transportadores, tanto en las propiedades reforzadoras, como en los cambios bioquímicos y comportamentales inducidos por cocaína o anfetamina. Sin embargo, a pesar de carecer del transportador de dopamina y de tener unos valores extracelulares muy elevados de dopamina, paradójicamente estos animales se siguen autoadministrando cocaína.
El mapeo de los lugares de unión de
la cocaína y de la activación neuronal indica una implicación de regiones
cerebrales serotonérgicas en esta respuesta. Es en este punto donde la
capacidad de los neurolépticos atípicos de actuar no sólo en el sistema
dopaminérgico, como en el caso de los clásicos, sino también en otros sistemas,
como por ejemplo el serotonérgico, pueden concederles ciertas ventajas en el
tratamiento de la adicción a psicoestimulantes.
Se ha demostrado que el tratamiento
con neurolépticos clásicos es capaz de reducir la paranoia, pero no la euforia
producida por el consumo de cocaína. Esta disociación entre la euforia y la
paranoia producida por sustancias psicoestimulantes implicaría quizá
diferencias en los sustratos neurobiológicos que median ambos estados y podría
explicar la aparente ventaja de los neurolépticos atípicos sobre los clásicos
en el tratamiento de las adicciones a psicoestimulantes.
Cuando se examinan los efectos en el
cerebro del consumo crónico de cocaína, se sabe que el abuso de drogas es un factor de riesgo
importante para el desarrollo de alteraciones psiquiátricas y neurológicas.
Debido a sus efectos en la vasculatura cerebral, se sabe que el abuso de la
droga influye en enfermedades de naturaleza cerebrovascular que conlleva
alteraciones de diversa gravedad en la densidad de neuronas dopaminérgicas, así
como en la expresión de factores tróficos cerebrales y en la funcionalidad de
la barrera hematoencefálica.
En muestras de cerebro postmortem de consumidores
de cocaína, se han observado alteraciones en diversos componentes del sistema
dopaminérgico. Por ejemplo, la disminución de los valores estriatales de
dopamina, de la densidad de los transportadores de monoaminas y de la expresión
génica del ácido ribonucleico (ARN) mensajero que codifica para el transportador
de dopamina (DAT). Además, estudios recientes indican que el consumo de cocaína
es capaz de inducir el aumento de la microglía y de los macrófagos.
Todos estos datos muestran que el
consumo de cocaína en humanos podría estar relacionado con una pérdida de los
terminales dopaminérgicos o incluso de neuronas enteras. Los primeros datos a
este respecto fueron los referentes a los estudios de neuroimagen in vivo llevados a cabo en la
década de 1990 en individuos consumidores de cocaína. Estudios que indican una
disminución tanto del número de los receptores dopaminérgicos, como de la
reserva de la propia dopamina.
Estas alteraciones se han observado
también en animales, ya que están descritas alteraciones en el DAT en ratas que se autoadministran
cocaína, y la exposición crónica a drogas estimulantes similares a la cocaína,
como la anfetamina o la metanfetamina, produce, tanto en roedores como en
humanos, alteraciones dopaminérgicas, incluida pérdida neuronal. Todos estos
datos muestran, por tanto, que la exposición a cocaína es capaz de regular el DAT, molécula exclusiva de neuronas
dopaminérgicas y marcador específico de los terminales dopaminérgicos.
En muestras postmortem de individuos consumidores de
cocaína, se ha observado un incremento de la unión de ligandos específicos de DAT, lo que se traduce en un aumento de
la densidad del transportador, junto con un aumento de la recaptación de
dopamina. Estos mismos resultados arrojan los estudios in vivo de la
Tomografía Computarizada de Emisión de Fotón Único, más conocida por sus siglas
en inglés como SPECT (Single Photon
Emission Computed Tomography), técnica avanzada de diagnóstico por imagen
utilizada en medicina nuclear que permite la visualización tridimensional de la
distribución de un radiofármaco dentro
del cuerpo humano.
Con este par de artículos sobre dopamina, DAT y los efectos de la cocaína, creo que ya esta bien.
Maracaibo,
martes 22 de octubre del año 2024
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