miércoles, 2 de octubre de 2024

Voy a perder la cabeza…

 

La canción 'Voy a Perder La Cabeza Por Tu Amor', de Manuel Alejandro, interpretada por José Luis Rodríguez, 'El Puma', es un clásico de la música romántica en español que ha trascendido generaciones y se ha convertido en un himno para aquellos que han experimentado el dolor de un amor no correspondido o de una relación tormentosa.

 

La metáfora de 'porque tú eres agua, porque yo soy fuego' ilustra la lucha interna del protagonista, quien se ve atrapado en un ciclo de atracción y rechazo. La repetición del verso 'Voy a perder la cabeza por tu amor' enfatiza la idea de que el amor puede llevar a la locura y a la pérdida de la racionalidad.

 

Como venía diciendo, por amor se puede “perder la cabeza”, pero les informo hoy que las moscas de la fruta pierden la cabeza por el sexo y el deseo provoca en ellas que no capten las amenazas en su entorno (¡no están “mosca”!) con trágicas consecuencias… En la medida que el macho continúa su cortejo y ya está cercano el momento de aparearse, se ha descrito claramente lo que sucede cuando se presenta una amenaza… Simplemente la mosca “no la ve”, y según señalan los autores de un estudio publicado en Nature“las moscas de la fruta macho 'drogan' a la hembra para que se duerma y no copule con otros”.

 

Drosophila melanogaster (en griego  literalmente 'amante del rocío de vientre negro'), también llamada mosca del vinagre o mosca de la fruta, es una especie de díptero braquícero de la familia Drosophilidae, que recibe su nombre porque se alimenta de frutas en proceso de fermentación. Esta especie es utilizada frecuentemente en experimentación  genética ya que posee un reducido número de cromosomas (cuatro pares), breve ciclo de vida (de quince a veintiún días) y aproximadamente el 61 % de los genes de enfermedades humanas que se conocen tienen una contrapartida identificable en el genoma de las moscas de la fruta, y el 50 % de las secuencias proteínicas de la mosca tiene análogos en los mamíferos.

 

Para propósitos de investigación, estas moscas Drosophila melanogaster fácilmente pueden reemplazar a los humanos. Se reproducen rápidamente, se pueden estudiar muchas generaciones en un corto espacio de tiempo, ya se conoce el mapa completo de su genoma. Fue adoptada como animal de experimentación genética a principios del siglo XX(Thomas Morgan) . Sus 165 Mb de genoma (1 Mb = 1 millón de pares de bases) fueron publicados en marzo de 2000, y alberga alrededor de trece mil seiscientos genes.

 

Por tu amor… voy a perder la cabeza”, cantaba El Puma José Luis Rodríguez, sin connotaciones sexuales aparentes, pero, aunque usted no lo crea, las moscas de la fruta sí que pierden la cabeza por el sexo: el deseo provoca en ellas una especie de distracción y no captan las amenazas. Cuando ya están tan metidas en el dulce ensueño de la copula, esta las conduce finalmente a terminar perdiendo la cabeza. Ahora, un estudio publicado en 'Nature Neuroscience' revela que, además, se ciegan tanto por el deseo, que dejen de percibir cualquier estímulo de peligro.

 

Todo esto y algo más nos lo contaría no hace mucho Patricia Biosca en ABC el 28/8/2024 hablándonos de la mosca de la fruta y parangonándola como uno de los seres vivos más estudiados que existen, con la gran ventaja de ser, precisamente un ser sencillo y barato, que sirve para casi cualquier experimento científico (sino averigüen, y verán que ellas -las moscas-  tienen varios premios Nobel en su palmarés- que es como los españoles dicen de “quien merece la palma”, y que podría abreviarse como, el “CV” de las Drosophilas.

 

El trabajo publicado en Nature, fue capitaneado por investigadores de la Universidad de Birmingham (Reino Unido), quienes buscaban probar si una recompensa codiciada (en este caso, relacionada el deseo de una mosca macho de tener sexo con una mosca hembra) provoca que la mosca de la fruta macho ignorase amenazas que podrían acabar con su vida, como es la presencia de los depredadores.


Carolina Rezaval, una de las autoras del estudio, planteaba que: “Todos los días tomamos decisiones que requieren que calibrar entre oportunidades y riesgos, pero sabemos poco sobre lo que sucede en nuestro cerebro mientras tomamos estas decisiones”… «Analizando las vías neuronales que se activan en el cerebro de las moscas de la fruta podemos saber más sobre estos procesos. A medida que la mosca continúa su cortejo y está cerca de aparearse, podemos ver claramente que cuando se presenta una amenaza, simplemente “no la ve».

 

¿Cómo poder “mirar” dentro del cerebro de las moscas? ¡Es sorprendente! Los investigadores utilizaron una técnica de proyección de imagen fluorescente que permite la imagen de tejido vivo hasta una profundidad de un milímetro; es la denominada microscopia de excitación de dos fotones, y la aplicaron para observar qué neuronas del cerebro de la mosca se activaban durante el cortejo.

 

El equipo introdujo una amenaza artificial utilizando luz y sombra para simular el efecto de un depredador volando cerca y describieron sus resultados así: “Durante las primeras etapas del cortejo, descubrimos que la presencia de una amenaza activaba ciertas neuronas visuales en el cerebro que interferían con las neuronas controladas por la serotonina. Esto impulsa a las moscas a abandonar su cortejo y escapar de la amenaza”{ Esto lo explica Laurie Cazale-Debat, investigadora principal del grupo de Rezaval en la Universidad de Birmingham. “Sin embargo, a medida que avanza el proceso, el aumento de dopamina bloquea ciertas vías sensoriales clave, lo que reduce la capacidad de la mosca para responder a las amenazas y hace que se concentre en el apareamiento”.

 

Si hemos llegado ya a este punto, el animal debe decidir qué es lo más importante: si la amenaza o aparearse. La dopamina es clave en este proceso de toma de decisiones; sin embargo, los niveles suben por encontrarse cerca del objetivo. Así lo explica también Lisa Scheunemann, líder del grupo de la Freie Universität Berlín colaboradora del estudio: “Este tipo de motivación se puede observar constantemente entre los seres humanos. Imaginemos que estamos escalando una montaña y estamos cerca de la cumbre. Si el clima cambia y las condiciones se vuelven peligrosas, es posible que ignoremos esa amenaza porque estamos muy cerca de nuestro objetivo”.


Así, los investigadores pusieron de manifiesto que, en el caso de la mosca de la fruta, que a medida que avanza el cortejo, la dopamina aumenta, actuando como un filtro sensorial que bloquea las distracciones y ayuda al animal a concentrarse en la tarea en cuestión cuando está cerca de su objetivo. “Estamos muy entusiasmados por explorar si este es un mecanismo general de toma de decisiones que también está presente en los mamíferos, incluidos los humanos”, indicaría Carolina Rezaval.

 

Así, en medio del entusiasmo de las moscas Drosophila melanogaster, contagiando a los investigadores, esperamos terminen por aclarar los intríngulis del misterio de la toma de decisiones en los seres humanos.  

 

Maracaibo, miércoles 2 de octubre del año 2024

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