Hospitales en Venezuela, ¿zonas de peligro para la
salud?
El 19 de
octubre del año pasado (2017), Laura Carrillo Nieto publicó este reportaje:
La OMS indicó que 1 de cada 10 personas sufre una
afección al ingresar a un hospital para un tratamiento. Hasta un 30% de los
pacientes venezolanos son perjudicados por errores médicos y por falta de
higiene en entes de salud pública del país.
El sistema de
salud nacional se encuentra gravemente deteriorado. Las ventajas que
representaba nacer en un territorio político y jurídicamente comprometido con
salvaguardar las condiciones mínimas para la protección de los derechos
fundamentales desaparecen. Actualmente, vivir en Venezuela es un riesgo para
todos los ciudadanos. La Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, en sus artículos 83, 84, 85 y 86, sostiene que es una obligación
del Estado garantizar la salud como parte del derecho a la vida y, en ese
sentido, promover y desarrollar políticas públicas orientadas a elevar el
bienestar colectivo. Sin embargo, pese a los esfuerzos mediáticos por parte del
Gobierno nacional por demostrar que existe un compromiso en brindar atención
médica de calidad a la población, con proyectos como el Plan Cayapa
Hospitalario —anunciado en marzo de 2017 por la ministra de salud, Antonieta
Caporale, para fortalecer el sistema preventivo en el país—, quienes acuden a
la emergencia de un hospital o clínica del país afirman que la realidad es,
indiscutiblemente, otra: un sistema sanitario deteriorado, en el que las
pésimas condiciones de infraestructura, la insalubridad, la falta de personal
calificado y la escasez de recursos e insumos médicos imposibilitan la atención
oportuna al paciente, lo que atenta contra su seguridad y empeora su
delicada situación. La Encuesta Nacional de Hospitales 2017 (ENH), realizada en
92 hospitales venezolanos por la organización Médicos por la Salud con el apoyo
de la Subcomisión de Salud de la Asamblea
Nacional, indicó que 89 % de los servicios de rayos X ofrecidos
se encuentran inoperativos o intermitentes; en 71 % los de ecogramas; 94 %
los de tomografía computarizada y en 94 % los de laboratorio. Además, 64 % de
los servicios nutricionales se encuentra fuera de funcionamiento. Mientras que,
por su parte, la Federación
Farmacéutica Venezolana denunció que el desabastecimiento de
fármacos supera 80 %, con el agravante de que unas 150 referencias de alta
rotación necesarias para atender enfermedades crónicas se encuentran
prácticamente desaparecidas del mercado. Asimismo, la escasez de recursos y la
deficiencia en políticas de control sanitario indispensables para la prevención
de enfermedades y la correcta atención clínica supone enormes peligros para los
pacientes que, con la intención de recibir un diagnóstico o un tratamiento para
su padecimiento, terminan por exponerse durante su estancia en el hospital a
efectos adversos como el contagio de infecciones nosocomiales o
intrahospitalarias.
Todo esto
aunado, en primer lugar, a la falta de profesionalismo de una generación de
médicos que, respaldada por el Ejecutivo, asume arbitrariamente la
responsabilidad de salvar la vida de pacientes aun con insuficiente
formación académica; y, en segundo, a la inconsciencia ética de la directiva de
algunas instituciones que se han caracterizado por someter a los miembros de
sus organizaciones a la realización de prácticas inadecuadas, como la
reutilización de inyectadoras y otros materiales desechables. Las consecuencias
son lamentables y quedan expuestas en el Boletín Epidemiológico Nº 52 publicado
por el Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS) en 2016: la
reaparición de al menos tres enfermedades infecciosas, el aumento de 30,12 %
de muertes en niños menores de un año y ascenso a un 65,79 % de mortalidad
moderna en relación al año anterior. Para el Observatorio Venezolano de la Salud, estas cifras
revelan el deterioro en el cuidado y atención médica, sobre todo, de las
mujeres y niños, ya que las causas de muertes en madres y neonatales expuestas
en el documento pueden ser prevenidas y abordadas con un excelente pronóstico
si se contara con el personal, las herramientas y las condiciones adecuadas.
Mónica
Chirinos, especialista en Seguridad del paciente y calidad asistencial, explica
que el principal problema es que «desafortunadamente, en Venezuela, una
política de seguridad del paciente no está establecida claramente», lo que
provoca que todas las acciones que se realicen estén dispersas y no tengan una
repercusión contundente; ni que las instituciones de salud tengan un respaldo a
la hora de realizar alguna acción que tenga que ver con resguardar la seguridad
del paciente. «En el mundo, el servicio de salud es más peligroso que otras
organizaciones. En el caso de Venezuela, si existen los mínimos controles, si
la gestión de riesgos es nula, si prácticamente existe una anarquía en las
situaciones cuando el compromiso debería ser mayor para garantizar una mejor
seguridad del paciente, la situación se intensifica. Para el venezolano es muchísimo más riesgoso ir a una institución de
salud que la inseguridad en calle», afirma Chirinos.
Un problema de
salud pública: Desde el 2002, la seguridad del paciente es considerada un problema de
salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS)
indicó que 1 de cada 10 personas puede sufrir una afección al ingresar a un
hospital para recibir un tratamiento y las posibilidades de que esta fallezca
debido a un error médico es de una entre 300. Mientras que en «de
cada 100 personas hospitalizadas, siete en países desarrollados y 10 en países
en desarrollo, adquirirán al menos una infección asociada con el cuidado
sanitario». No obstante, pocas son las políticas implementadas en los
centros de salud venezolanos para salvaguardar la vida de los ciudadanos. El 10 de octubre de 2017, la presidenta del
Colegio de Profesionales de la Enfermería del Distrito Capital, Ana Rosario
Contreras, denunció la carencia de insumos de higiene como cloro, guantes,
jabón y soluciones antisépticas; así como la reutilización de jeringas para la
administración de dosis a los enfermos, medida impuesta por la dirección de dos
hospitales de Caracas y que puede ocasionar infecciones asociadas con bacterias
para las que no hay antibióticos. Ya en el 2010, la Sociedad
Venezolana de Infectología advertía que la incidencia de las
infecciones intrahospitalarias superaba el 25 % cuando en el resto del mundo
oscilaba entre 3 y 7 %, y lo aceptable es que no superen un 5 %. Hoy, se
estima que 30 % de los pacientes que asisten a una institución médica nacional
se ve afectado por su precario estado higiénico, según estudios de la Red
Defendamos la Epidemiología. Para
Chirinos, «si los entes gubernamentales, como la Contraloría Sanitaria, están
afectando la seguridad del paciente y no realizan los controles sanitarios
necesarios, se está haciendo cómplice de estas situaciones; sobre todo cuando
ellos, como entes de control, al menos deberían garantizar que existan las
condiciones de aseo e higiene correcto en las instituciones».
¿Negligencia
médica tolerada? :Entre las principales causas de los efectos adversos que amenazan la
seguridad del paciente se encuentra el nivel académico de algunos profesionales
médicos del país que, sin el debido compromiso de quienes diariamente son
proveedores y ofertantes del servicio, «muestran actitudes como la pasividad
y el desinterés para brindar una atención de calidad», según explicó la
especialista. En el 2012, la Academia
Venezolana de Medicina alertaba sobre las deficiencias del personal
de la salud formado por el Gobierno nacional a través del Programa Nacional de
Formación en Medicina Integral Comunitaria para la atención a pacientes en los
entes pertenecientes al Área de Salud Integral Comunitaria del MPPS. El análisis —denominado La Enseñanza de la
Medicina fuera de la escuelas universitarias formales: la Medicina Integral
Comunitaria» y el cual integra el documento Educación Médica, firmado
por 11 expertos en la materia— revela que la primera generación de pasantes
del proyecto era incapaz de realizar un examen físico completo, por lo que resultaba imposible realizar un
diagnóstico y aplicar un tratamiento adecuado. Además, se identificaron
fallas en el manejo de conocimientos básicos sobre anatomía, fisiología,
farmacología, fisiopatología y bioquímica.
Múltiples casos de afecciones graves e incluso muerte en manos de estos
y otros doctores han sido expuestos a la luz pública, evidenciando la falta de
vocación del personal médico y el riesgo que esto supone para la vida de los
venezolanos. La fiscal nacional con
competencia plena 59º Marisol Zakaría manifestó que, durante el periodo
2016-2017, 89 denuncias por fallecimientos y 118 por lesiones fueron
reportadas al Ministerio
Público desde todo el país; lo que refleja un aumento en el número
de personas que reportaron acusaciones, sobre todo en Caracas y el Zulia.
Mientras que, de estas cifras, 30 muertes ocurrieron en niños y adolescentes el
año pasado, según indicó el informe anual Somos Noticia 2016, publicado por la
organización no gubernamental Centro Comunitario de Aprendizaje.
En el caso
específico de Maracaibo, la doctora Mónica Chirinos sostiene que en 4
instituciones de la ciudad —2 públicas y 2 privadas—, la cantidad de incidentes
con daño al paciente supera un 19 % la tasa promedio de eventos de
Latinoamérica, lo cual corresponde a un 10 %; siendo Traumatología, Pediatría y
Medicina Interna los servicios donde se cometen más errores por parte de los
profesionales. «Ningún trabajador de un hospital o clínica tiene intención de daño. Sin
embargo, es suficiente con su estado de enfermedad de un paciente, como para
que también el proceso le genere daño. Lo importante es sensibilizar a los profesionales de la salud para que acepten su cuota de
responsabilidad, reconociendo la importancia de esta situación,
haciéndoles partícipes en las medidas de mejora», explica. Para Mónica Chirinos, ante el crítico estado
actual del sistema de salud venezolano y las fallas en respuestas eficientes
por parte de los organismos estatales encargados, la única solución para
preservar la seguridad del paciente es evitar acudir a un centro médico. Por
tal motivo, es necesario iniciar un proceso educativo orientado a incentivar la
participación de toda la población en la defensa de su derecho a la salud y la
vida.«La gente se debe aferrar a las buenas prácticas, como promover hábitos
alimenticios adecuados y hacer ejercicio. Hay que cuidarse para evitar ir a una centro médico», aconseja.
Asimismo, invitó a los ciudadanos a educarse porque «en la medida de que se
informe y sea participativo en todo lo relacionado a la situación de la salud
que están ocurriendo en Venezuela, se sensibilizará y evitará muchas cosas. Es
necesario empoderar al paciente para que esté pendiente y no sea sujeto de un
daño peor del que lleva». Para
ello, los interesados pueden acceder a la cuenta en Instagram @seguridaddelpaciente_vzla, «a
partir de la cual se podrán obtener datos sobre los últimos estudios en esta
área y métodos de prevención, así como los proyectos y actividades impulsadas
por los gremios de la salud», comenta.
Maracaibo 14 de enero del año 2018
1 comentario:
Es un articulo, realista y sustentado con evidencias científicas. No es una simple opinion, y debería ser tomado no como una agresión sino como una oportunidad de mejora. Somos muy sensibles a este tipo de investigaciones y las malinterpretamos. A mi juicio de experto no son solo los hospitales zonas de peligro, sino todo el sistema; estas instituciones son solo parte importante del mismo, de mayor costo para su operación y de prestigio, pero como afirma la OMS solo resuelven la menor cantidad de los problemas relacionados con la salud, pero se le pretende culpar de todo cuanto ocurre en el sector, por ello, quienes pregonan conocer la problemática sanitario asistencial,por lo menos en el pais, aunque la tendencia no es exclusiva, se empecinan en tratar de resolver los problemas enfocando la solución en el Hospital y no en el sistema. Ojala todas las investigaciones como esta, se divulguen, despierten interes,estimulen y no queden en los anaqueles de las Bibliotecas.R.Salom Gil
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