Gilbert y el magnetismo
Los
fenómenos magnéticos fueron conocidos por los antiguos griegos. Se dice que se
observaron por primera vez en la ciudad de Magnesia, en Asia Menor, de ahí el
término magnetismo. Sabían que ciertas piedras atraían el hierro y que los
trocitos de hierro atraídos, atraían a su vez a otros. Estas se denominaron
imanes naturales.
Un imán es un cuerpo con un campo magnético que atrae o repele otro imán
significativo, de forma que tiende a juntarse con otros imanes. Un imán está
conformado por: 1- el “Eje Magnético” (barra de la línea que une los dos
polos); 2-la “Línea neutra” (la línea de la superficie de la barra que separa
las zonas polarizadas), y 3-“Los Polos”: (los dos extremos del imán donde las
fuerzas de atracción son más intensas); estos polos son, el polo norte y el
polo sur; también denominados polos positivo y negativo, respectivamente.
William Gilbert, (1544-1603) fue un médico inglés, filósofo natural y un pionero del
estudio científico del magnetismo, quien al realizar experimentos con la electrostática y el magnetismo logró avances en
la termodinámica, realizando experimentos que él describía
detalladamente en sus obras. A través de sus experiencias clasificó los
materiales en conductores y aislantes, e ideó el primer electroscopio. Descubrió la imantación por influencia y
observó que la imantación del hierro se pierde cuando
se calienta al rojo. Estudió la inclinación de una aguja magnética concluyendo
que la Tierra se comporta como
un gran imán.
Gilbert pensaba que las fuerzas que mantienen a los
planetas en movimiento alrededor del Sol eran de origen magnético, y para
estudiar este problema hizo unas esferas de magnetita y estudió la interacción
de éstas con agujas de brújula puestas en diferentes direcciones. Observó
entonces que en un punto de la esfera había un máximo de atracción de un
extremo de la aguja y en el punto opuesto un máximo de atracción del otro
extremo. La aguja siempre se orientaba en una posición definida a lo largo de
un círculo que enlazaba las puntas de atracción máxima o polos magnéticos de la
esfera. Este comportamiento era similar al de las agujas de la brújula en los
distintos puntos de la Tierra, y Gilbert concluyó que la Tierra puede ser
considerada como un imán gigantesco con sus polos situados cerca de los polos
norte y sur geográficos.
Gilbert
consiguió amplia fama como médico y como científico: en 1589 era uno de los comisarios
encargados de la dirección de la Pharmacopeia Londinensis, obra que no
vio la luz hasta 1618. En 1601 fue nombrado médico de la corte; a la muerte de
la reina Isabel I en
marzo de 1603 y su sucesor Jacobo I Estuardo de Inglaterram
le confirmó el cargo. Ese mismo año fue nombrado miembro del Real Colegio de
Médicos, pero Gilbert murió poco después. El cráter lunar Gilbert lleva este nombre en su memoria,
honor compartido con el geólogo estadounidense del mismo apellido Grove Kael Gilbert (1843-1918).
Maracaibo 28 de enero de 2018
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