Paludismo y Linfoma de Burkitt
Entre los años 1930 y 1940
los casos de paludismo en Venezuela eran aproximadamente de un millón por
año, con una población nacional de 3 millones de habitantes. No obstante,
gracias a la tenacidad, y metodología del doctor Arnoldo Gabaldón en la lucha contra
esta enfermedad, desde finales de la década de los cuarenta se redujeron los
casos a menos de 5.000 por año. En 1962 Venezuela recibió un reconocimiento
internacional de la Organización Mundial de la Salud por el control de esta
enfermedad. Actualmente, hay una expansión geográfica del paludismo que se ha
extendido a casi todo el territorio nacional y se calculan en más de 500.000
casos para el pasado 2017, lo cual es muy grave.
La Sociedad Venezolana de Salud
Pública y la Red Defendamos la Epidemiología revelaron datos que el Ministerio
de Salud se ha empeñado en ocultar desde noviembre de 2014 cuando suspendió la
publicación del Boletín Epidemiológico Semanal: en 2016 la malaria cobró la
vida, al menos, de 150 personas. Cuando en 2012 hubo apenas 10 fallecimientos
por esta epidemia, la cifra es 15 veces mayor a la de hace cuatro años, "Y
podrían ser más víctimas mortales, porque sabemos que hay un amplio subregistro
de casos. El Informe Mundial de la Malaria de 2016 estima valores que están por
encima de los que manejamos en el país. Ese documento habla de 220 fallecidos
en Venezuela", advirtió en marzo del año pasado el ex ministro de
Sanidad, José Félix Oletta.
Hace un par de días relataba en este blog, (bit.ly/2mzH3WU ) a propósito de “La historia del doctor Burkitt”, como fue que en
1958 Denis Burkitt describió casos de un tumor que afectaba a muchos niños en
el África ecuatorial deformándoles la cara y publicó sus hallazgos en el
British Journal of Surgery de 1958, como
“A Sarcoma involving the Jaws in African Children”. Las muestras
de sus casos fueron
examinadas en Londres pero no mostraron inicialmente virus hasta 1964 cuando Anthony Epstein e Ivonne Barr
descubrieron, un virus al cual denominaron virus Epstein-Barr (EBV). Pronto se
comprendió que estos tumores que eran del tejido linfohematopoyético, se
relacionaron con la situación geográfica y se pensó que los tumores podrían ser
lesiones con una etiología endemoepidémicas y que de alguna manera estaban
asociados al paludismo.
Uganda es una nación donde la malaria, según la OMS afecta el 100% de la
población que habita en las zonas endémicas. El año 2003 se describieron 12.343.411
casos correspondiendo al 35% de las muertes intrahospitalarias, y para el año
2004 se describieron 7.277 fallecimientos. Cifras del 2013 estimaron que 70.000
y 100.000 ugandeses mueren al año por esta enfermedad tropical causada por un
parásito transmitido a los humanos por un mosquito. Por esto, al describirse
los tumores deformantes en los niños se pensó que tal vez, así como en el
paludismo un protozoario plamodium
falciparum es trasmitido por los zancudos, quizás el virus igualmente
podría tener el mismo carácter epidemiológico.
Aunque
no es así, curiosamente los estudios revelan que si existe una relación entre
el paludismo producido por el plasmodium
falciparum y el linfoma de Burkitt. En concreto, se ha constatado alta
incidencia de linfoma de Burkitt en regiones donde la incidencia de malaria es
alta y no obstante, pueden verse casos de linfoma de Burkitt en regiones donde
la incidencia de malaria era baja. Se ha podido constatar una disminución de la
incidencia de linfoma de Burkitt en una región de Tanzania donde los organismos
de salud pública provocaron una disminución en la incidencia de malaria. Recientemente
algunos estudios han demostrado que el incremento de anticuerpos frente a los
esquizontes de la malaria se asocia con un aumento de la incidencia de linfoma
de Burkitt, señalando que la malaria origina la activación policlonal de
linfocitos B, lo cual aumenta la expresión de proteínas del virus de Epstein
Barr también relacionado con el linfoma de Burkitt y disminuye la respuesta T
específica para el virus de Epstein Barr.
El Linfoma de Burkitt se origina
en los centros germinales de los folículos linfoides donde existen los linfocitos
B, y los centrocitos que son linfocitos más pequeños. Al encontrarse ante los
antígenos del virus EBV las células dendríticas en las zonas claras de estos
folículos se activan y van a producir proliferación de los centroblastos y
anticuerpos a través de alteraciones y desarreglos de ADN provocándose la
translocación del oncogén c-MYC. Estos cambios fueron descritos en 1975 por
L.Zech y col (Int J Cancer 1976,17:47-56)
como una translocación en la región distal del brazo largo del cromosoma 14
donde se localiza el oncogén C-MYC y en 1982, este oncogén fue detectado
también en los cromosomas 2,8 y 14 en muestras de LFB (Proc Nat Acad Sci USA, 1982,79:7824-7927).
La responsable de estas mutaciones del MYC es la enzima, cistidina-deaminasa
(AID) que está presente en el 70% del LFB. Existe una
sobrexpresión de AID que induce mutaciones en el ADN de los genes del Linfoma
de Burkitt. Se conoce que como daños colaterales AID estimula la proliferación
de células B en los pacientes con paludismo (Cell
2015,13:727,) En regiones endémicas
de paludismo, se sabe que el 80% de los niños tienen infección por EBV. Toda
esta historia debe valer para recordar que para poder diagnosticar con certeza
los casos de Linfoma de Burkitt es necesario hacerle inmunohistoquímica (IHQ) al
tejido afectado o a la biopsia del ganglio linfático extraído bajo la sospecha
de linfoma. En un estudio reciente presentado en la Academia de Medicina del
Zulia demostramos como muchos casos diagnosticados en niños como tumor de
células redondas o posibles linfomas, de los ganglios cervicales, eran casos de
Burkitt cuyo tratamiento debe ser más agresivo apoyado en un diagnóstico con
IHQ, que desafortunadamente, cada vez menos podemos hacer en nuestro país.
Maracaibo, 24 de enero 2018
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