“Una izquierda”
Creo que
para nadie es un secreto que existe “una
izquierda” enquistada dentro de la Iglesia católica. Este hecho se refleja patentemente
en la actitud, consecuente aunque pueda parecer absolutamente absurda, de
Francisco el pontífice, quien sin un ápice de vergüenza y con el mayor
desparpajo, muestra ante el mundo su dificultad para deslastrarse de viejas
ideas de corte marxista. Imposibilitado para ocultar sus simpatías por las tiranías
asesinas en América, y me refiero concretamente a las de Cuba, Nicaragua y
Venezuela, Bergoglio
ha pasado de ser un crítico del populismo argentino cuando era obispo católico,
a abrazar sus maneras de una forma cariñosa y militante, desde que asumió su
puesto como sumo pontífice de la Iglesia Católica. Diríase, que cada vez con
mayor fruición, el Papa sencillamente está mostrando ante el mundo, que en su
mente existen ciertas convicciones ideológicas que podrían verse como residuos
de viejas teorías ya desveladas como inoperantes por el correr del tiempo. Las
actitudes de Francisco Bergoglio, en ese sentido, frecuentemente han dejado
estupefacta a la humanidad, de modo tal que algunos críticos de su gestión han llegado a señalar que es comunista, o a
decir que, “así como Juan Pablo II liberó del comunismo a su Polonia, Bergoglio
quiere devolver el comunismo a su Argentina”.
En una entrevista publicada en el diario
italiano La Repubblica, al contestar sobre si querría una sociedad de
inspiración marxista, el papa Francisco afirmó, que: “son los comunistas los que
piensan como los cristianos”, y concluyó expresando “… el pueblo, los pobres, que tengan fe en Dios o no, pero son ellos a
quienes tenemos que ayudar a obtener la igualdad y la libertad”. Con toda lógica, los cristianos,
católicos o no, podrían preguntarse sobre cuál será entonces la doctrina social
de la Iglesia, aquella que Cristo señaló como una opción fundamental, la opción
por los pobres. Ante los paralelismos planteados por el Papa, con lógica curiosidad
se preguntarán… Esa opción los pobres, será que acaso… ¿La hicieron suya los
regímenes comunistas que conocemos? ¿Desterraron acaso la pobreza? ¿Qué pensarán de
las opiniones del papa Francisco los cubanos que arriesgaron su vida intentando
huir durante años del paraíso comunista? ¿Ignora el Papa los jóvenes asesinados
por el gobierno en Venezuela y más recientemente en Nicaragua? ¿No ha oído
hablar de las torturas en sus ergástulas? ¿Conoce, o quizás justifica el número
de cubanos asesinados sin juicio por su paisano el Che Guevara en La Habana? Que se puede pensar cuando el Papa
Bergoglio se muestra indiferente ante los crímenes de los regímenes
dictatoriales latinoamericanos…
También el Papa ha dicho que: “Cristo ha hablado de una sociedad
en la que decidan los pobres, los débiles y los excluidos”. Pero… ¿Deciden
los pobres en los regímenes comunistas? ¿Deciden los débiles, los excluidos, o las
minorías en estas dictaduras…? Es que el Papa Beroglio ignora que en estos
regímenes dictatoriales quienes deciden son
los que poseen las armas y celosamente vigilan las cárceles. El comunismo no
acepta el deseo, o el intento de ser libres, o es que acaso no importan quienes
han muerto durante tantos años intentando llegar a una playa en La Florida.
¿Podrá alguien creer que no signifiquen nada para el Papa Francisco?... Todas esas ideas
sabemos son parte de “una izquierda”,
esa que todos aprendimos a percibir y a querer, la que proviene de la famosa
Teología de la Liberación, la cual, en un intento de interpretar las Escrituras
a través de la crisis económica de los pobres se inició en América del Sur en
la década de los años 50 cuando el marxismo estaba proliferando entre los
pobres al prometerles falazmente que se daría la redistribución de las riqueza
para que ellos pudiesen compartir lo que poseían las élites y mejorar su
situación económica. Bien conoce el
Papa Francisco que todas aquellas ideas nacidas en la segunda Conferencia Latinoamericana
de Obispos, reunida en Medellín en 1968, se dieron cuando el único modelo
gubernamental planteado para la redistribución de la riqueza en un país
sudamericano era el modelo marxista. Pero quienes tenían dinero no iban
fácilmente a desprenderse de sus bienes para propiciar una redistribución de
riquezas, y las rebeliones populistas fueron alentadas entre los pobres para
llegar al poder, y como resultado, el modelo de la Teología de la Liberación
quedó sumergido en el dogma marxista y en causas que quisieran llamarse
“revolucionarias”, o “socialistas”, hasta llegar a este siglo XXI, si, el del
propio socialismo…
Como resultado de sus inclinaciones marxistas, la Teología de la Liberación según lo practicado por los obispos y sacerdotes de América del Sur fue criticada en los años ochenta por la jerarquía católica, del Papa Juan Pablo II. Es bien conocida la historia y como la Iglesia Católica acusó a los teólogos de la liberación de apoyar las revoluciones violentas y las luchas de corte marxista de las clases desposeídas. Perversión esta que surgía como resultado de una visión humanista del hombre pero que la historia de los regímenes marxistas así como la esencia misma de la doctrina marxista adoptada por diversos tipos de totalitarismos llamados revolucionarios se encargarían de mostrar en su verdadera esencia. Quien pretenda no entender estas verdades es porque desea desconocer la historia, ni querer recordar la perestroika o el glasnot, o desconocer el fracaso de 60 años de revolución cubana, ni oír hablar del muro de Berlín, o de la revolución bolchevique. Esas disparatadas “utopías reaccionarias” que parecen negadoras de la historia moderna, provienen de ideas prejuiciadas contra el capitalismo producidas al confundir sus numerosos defectos con sus cualidades, o al no querer aceptar la prosperidad social que el capitalismo ha propiciado en muchas naciones.
Los Estados Unidos tienen ahora su Teología de la Liberación Negra, apoyada en la mismísima filosofía marxista, revolucionaria, y humanista encontrada en la Teología de la Liberación Sudamericana, sin más derecho a reclamar una base bíblica que la que tuvo el trágico Modelo Sudamericano. De la misma manera que se despertó el fervor revolucionario en América del Sur, la Teología de la Liberación intenta despertar el fervor revolucionario en los Estados Unidos, y habría que ver si la Iglesia Católica, o los cristianos en general, reconocen la falsedad de la Teología de la Liberación Negra como la Iglesia Católica lo hizo ya con el Modelo Sudamericano. La Teología de la Liberación Negra seguramente habrá de sufrir el mismo destino que la Teología de la Liberación de América del Sur, revelándose como una falsa doctrina humanista expresada en términos teológicos.
Mississauga,
Ontario, 10 de enero del 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario