La enfermedad por arañazo de gato
es una enfermedad infecciosa producida por el bacilo gramnegativo Bartonella henselae, usualmente introducido por
arañazo, rasguño o mordida del gato doméstico (el reservorio principal de la
bacteria). "El riesgo es mayor con
gatos cachorros y cuando tienen pulgas, porque son vectores de la
bacteria", señaló la Dra Griselda Berberian, infectóloga pediatra del
Hospital de Pediatría Dr. Juan P. Garrahan, en Buenos Aires. La Dra. Berberian señaló que la Bartonella henselae pasa al pelo del gato a través
de las heces de las pulgas, así cuando el animal se lame y se rasca, se ensucia
las uñas, la lengua y los dientes, y puede transmitir la bacteria a los
humanos".
Este estudio argentino, ha llamado
la atención sobre el hecho de que la mayoría de los pacientes con enfermedad por arañazo de gato no presentan
huellas visibles en la piel en el momento del examen médico. Este hallazgo desafía
las descripciones tradicionales de la enfermedad y la implicación diagnóstica
de este signo, ya que del 60 al 90% de los pacientes tienen una lesión cutánea
en el sitio de inoculación y más
de 90% de los pacientes desarrolla una o más pápulas de color rojo pardusco
de 3 a 5 mm de diámetro, entre 3 a 10 días y la lesión persiste de una a tres
semanas. En distintos estudios se observaron tasas de infección en gatos, que
van de 85,6% en Chile a 47,5% en Singapur; 36% en Francia y 11,6% en Argentina,
aunque las distintas metodologías de análisis y el número de muestras evaluadas
no permiten comparaciones directas.
La bioquímica Rita Armitano, Ph.
D., de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud Dr. Carlos Malbrán, en la Ciudad de Buenos
Aires, ha llamado la atención de que si bien es cierto que el 80% de los
pacientes con sospecha clínica tiene algún contacto con gatos, cuando se busca
la cicatriz o el antecedente real de la causa del arañazo, aparece en menos de
10% de los casos. Según la Dra. Berberian esto se debe a que la uña de un gato
que araña, funciona como si fuera una inyección intradérmica, y aunque el
hallazgo de puerta de entrada ayudaría al diagnóstico, su ausencia no lo
descarta. “La pápula puede no ser notoria", comentó la Dra. Salomé
Santarcángelo, profesora adjunta de Pediatría de la Universidad de Buenos Aires
y exjefa de la División de Clínica del Hospital de Pediatría Pedro de
Elizalde.
Las Dras.
Berberian y Santarcángelo recordaron los signos y antecedentes para sospechar
la enfermedad, en su forma típica: adenopatías localizadas, sobre todo en axila
y cuello; síndrome febril prolongado, y contacto frecuente con gatos, sobre
todo menores de un año. Habitualmente el diagnóstico se realiza a partir de la
clínica, el antecedente epidemiológico y las pruebas serológicas. Cuando la
serología es negativa, se puede detectar el ADN bacteriano con la técnica de
reacción en cadena de la polimerasa sobre el tejido afectado o muestras de
sangre. En el nuevo estudio, investigadores de los Institutos de Salud-Malbrán
y del Instituto de Zoonosis Luis Pasteur de Buenos Aires, analizaron la
evidencia serológica de infección por Bartonella
henselae en 92 pacientes de 1 a 14 años (edad media = 5 años) con
tres criterios clínicos/epidemiológicos para la sospecha de enfermedad: adenopatías
regionales; fiebre prolongada (igual o superior a 2 semanas) y antecedentes de
contacto con gatos. Las lesiones pueden ser muy superficiales, y pueden cicatrizar antes de
que se desarrolle la inflamación de los ganglios. El proceso demora de 2 a 3 semanas,
por lo que los rastros cutáneos podrían desaparecer para el momento de la
consulta. Resultados publicados en la Revista Argentina de Microbiología confirman, que la
concentración de anticuerpos específicos IgM e IgG fluctúa en función del
tiempo en que se realiza el análisis desde la aparición de los síntomas.
¿Por qué las huellas
de rasguños, no siempre se notan? Puede que los médicos no hubieran completado
ese dato cuando remitieron las muestras para su análisis o que no las hubieran
buscado en el examen clínico. Otra opción es la transmisión por contacto con la
saliva del felino a través de piel lesionada o mucosas, "cuando el niño se
frota los ojos o se lleva las manos a la boca" o, la infección transmitirse
por la picadura directa de la pulga al humano. Aunque la mayoría de los casos
de enfermedad por arañazo de gato es benigna y autolimitada (puede curar espontáneamente
en dos a tres meses), existen variantes atípicas, son 10% del total y pueden
desencadenar cuadros severos de encefalitis asociada a neumonía, anemia
hemolítica, meningitis aséptica, neurorretinitis con pérdida aguda de la visión
y compromiso óseo.
La Dra. Armitano opinó
que sería importante realizar estudios en el país que exploren la
seroprevalencia de la infección por Bartonella henselae en población
sana, con el objetivo de definir mejor los puntos de corte adecuados para los
análisis serológicos. En cuanto a la
interrogante acerca del cuidado de las mascotas y si se puede tener un gato
conviviendo con niños, las Dras. Armitano y Berberian indicaron que. "La clave es una tenencia responsable".
Los padres deben conocer los riesgos que implica tener un gato, entre ellos, la
enfermedad por arañazo de gato. Hay que llevar a las mascotas periódicamente al
control veterinario, y en la medida de lo posible, evitar el rasguño de los
gatos pequeños. 'Conocer siempre ayuda a prevenir'".
Donosti, País Vasco, 16 de enero 2019
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