Laurence van der Post
Quisiera iniciar este relato
sobre un escritor poco conocido, que dio origen a una película dirigida por un
cineasta japonés, (Nagisa Oshima, recordado por sus filmes El imperio de los sentidos -1976, y El imperio de la pasión -1978). En esta ocasión me referiré a la
novela de Laurence
van der Post “La semilla y el sembrador” que sirvió de argumento para que Nagisa
Oshima produjera su filme Feliz
Navidad Mr Lawrence (1983)
un relato que se desarrolla en los campos de prisioneros de los japoneses
durante la Segunda Guerra Mundial.
Señalaré que he
traído este tema al blog al tener la suerte de leer el libro del Señor F.J
Erick Kramer “Japanes camps in the Ducht East Indies 1942-1945” donde relata
sus experiencias de niño como prisionero de un campo de concentración japonés
en Indonesia, para aquel tiempo y desde 300 años antes, colonia del Reino de
los Países Bajos hasta 1949 cuando se hicieron independientes y su capital
Batavia pasó a llamarse Jakarta. El señor Kramer quien vivió en Venezuela
cuando se creó la empresa VIASA, es el padre de Federika, mi nuera, esposa de
Jorge Eduardo mi hijo mayor. Más adelante conversaré sobre esta importante obra
ya en una cuarta edición.
Laurence van der Post fue un escritor cuyo nombre quizás jamás aparecerá
entre los grandes literatos de la humanidad. Fue asesor para las antiguas
colonias africanas de Margaret Tacher, amigo íntimo del Príncipe Carlos, y en
buena medida, su figura resulta destacada por cuestiones extraliterarias, en
particular por su vinculación a los círculos de poder del Reino Unido, más que
por sus amistades con el Círculo de Bloomsbury.
Laurence nació en una acomodada familia de granjeros afrikáners, y posee una aureola heroica durante la Segunda
Guerra Mundial. Es reconocida su activa
defensa del paisaje y de las raíces culturales, folclóricas y étnicas de África
tan devastada por la colonización del hombre blanco. Todo ello hace de él el
último de los exploradores británicos, con un perfil intelectual vinculado con
el espíritu decimonónico de descubrimiento, sorpresa y aventura. Van der Post
acabaría divulgando sus conocimientos como conservacionista en la televisión
inglesa hasta su muerte en 1996.
En el período de posguerra,
cuando el existencialismo era la corriente filosófica predominante, su visión, más moderna, despojada del afán
imperialista, le permitió, desmarcarse y dibujar en las páginas de sus libros
una forma de entender al ser humano bajo un prisma optimista y esperanzador. La
obra de Van der Post incluye La
semilla y el sembrador, que fue parcialmente adaptada por el director
Nagisha Oshima en la película Feliz Navidad, Mr. Lawrence, creando un
filme muy interesante. Partiendo de la conocida parábola bíblica, La semilla
y el sembrador es una composición narrativa de un particular momento en la
Noche Buena y el día de Navidad cuando el coronel John Lawrence (alter ego del
escritor) y el anónimo narrador se reúnen para celebrar, por primera vez libres
y juntos, unas pascuas diferentes a las que compartieron durante su cautiverio
bajo yugo japonés en Java, a finales de la Segunda Guerra Mundial.
La obra superpone los diversos
puntos de vista de las experiencias relatadas y revela desde las memorias de la
guerra pasada y la compasión como clave de la redención humana como si de un
poema sin rimas se tratara, con imágenes que se repiten insistentemente para
recordarnos que todos los personajes de este cuento navideño para adultos
conforman una misma realidad, compleja, dolorosa, abominable y sublime; pero definitivamente
humana. Van der Post no construye su narración para hacer hincapié en las
ironías del destino, y en cómo el mal conduce a la perdición, sino que, al
contrario, recuerda que nadie posee la verdad absoluta y que, por tanto,
erigirnos en jueces de nuestros semejantes es siempre peligroso y erróneo. A
pesar de la desazón que destila la historia, el autor apunta una melancólica
esperanza: el perdón y la reconciliación son posibles.
El segundo relato de la obra, el
más largo, da título al conjunto; “La semilla y el sembrador” construido
mediante el clásico recurso del manuscrito encontrado. Celliers, es un
personaje diferente a Lawrence, el coronel Jack Celliers, con rasgos
autobiográficos de Van der Post (es sudafricano), es una suerte de lord Jim que
carga con una culpa muy diferente: la de la traición y la hipocresía, aceptará
misiones suicidas y decidirá su destino en un campo de prisioneros japonés.
Celliers padecerá de una insatisfacción permanente, incapacidad para amar, y una
perpetua alienación de sí mismo. El fruto de ello será su legado al capitán
Yonoi, el oficial al mando del campo de prisioneros donde Celliers y el
narrador acabarán confinados. La simpatía de Celliers por el responsable de su
cautiverio, provocará en Yonoi, abrumado por la conciencia de deshonor como
sólo puede estarlo un japonés, reconociendo en él a su alma gemela. Pero la
verdad y el conocimiento siempre tienen un amargo precio, la diferencia nunca
es aceptada y ambos hombres lo pagarán de la forma más amarga.
Finalmente, el tercer relato, “La
espada y la muñeca”, recupera el protagonismo de Lawrence, mediante una
historia de amor. Es el relato más convencional desde el paradigmático título
del cuento (opone el juguete del hijo del narrador, la espada, al de la hija, la
muñeca, como símbolos de muerte y de vida, de destrucción y de encarnación, de
yang y de yin). Semejante visión idealizada pareciera conectar con una línea de
pensamiento feminista que promulga la mayor capacidad de compasión y
comprensión de las mujeres, el avistamiento de un mundo mejor si el futuro es
compartido con ellas, dicho de otra forma: el amor humano como reflejo del amor
divino.
Mississauga, Ontario, 5 de enero del 2019
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