sábado, 28 de junio de 2025

El equilibrio puntuado

 

Las lombrices de tierra están revelando un mecanismo evolutivo que desafía las teorías de Darwin. El estudio liderado por el Instituto de Biologia Evolutiva de la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona, España, revela que los gusanos de mar rompieron su genoma en mil pedazos para reconstruirlo de forma radicalmente distinta cuando pisaron tierra firme hace 200 millones de años.  

 

El descubrimiento, publicado en la revista Nature Ecology and Evolution, se basa en datos genómicos de invertebrados, comparables a los empleados para secuenciar el genoma humano. El mecanismo de “desorden genómico” identificado, similar al observado también en el desarrollo del cáncer, podría iluminar el origen evolutivo de la biodiversidad terrestre y contribuir a la salud humana.

La escasez de formas intermedias llevó a los paleontólogos Stephen Jay Gould y Niles Eldredge a proponer en 1972 la idea provocadora de: el equilibrio puntuado. Un equipo de investigación liderado por el Instituto de Biología Evolutiva (IBE), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Pompeu Fabra (UPF en Barcelona, España), por primera vez destacaron este mecanismo de reorganización genómica rápida y masiva que pudo intervenir en la transición de los animales de los océanos a la tierra, hace 200 millones de años.

 

Los anélidos marinos (los gusanos) reorganizaron su genoma de arriba a abajo, dejándolo irreconocible, al abandonar los océanos y pisar tierra firme y estas observaciones son consistentes con el modelo de equilibrio puntuado, y apuntarían a que cambios abruptos en el genoma – y no solamente graduales – pudieron intervenir en la adaptación de los animales estudiados a ambientes terrestres.

 

El equipo ha secuenciado por primera vez el genoma de alta calidad de varias lombrices de tierra, llegando a poseer una librería de genomas invertebrados sin precedentes y los ha comparado con los de otras especies de anélidos cercanas (sanguijuelas y anélidos marinos, o poliquetos). La precisión ha sido la misma con la que se secuencian los genomas humanos, con la particularidad de que se partía sin referencia alguna para las especies estudiadas.


La ausencia de genomas completos había impedido hasta ahora el estudio de patrones y características a nivel cromosómico para muchas especies, reduciendo la investigación a fenómenos a menor escala – estudios poblacionales en un puñado de genes, frente a cambios macroevolutivos a nivel de genoma completo. Después de armar cada uno de los rompecabezas genómicos, el equipo ha conseguido viajar en el tiempo con gran precisión hasta hace más de 200 millones de años, cuando vivieron los ancestros de las especies secuenciadas. “Se trata de un episodio evolutivo esencial para la vida en el planeta, puesto que muchas especies, como los gusanos o los vertebrados, que vivían en el océano, pisaron entonces por primera vez tierra firme”, comenta Rosa Fernández, investigadora principal del grupo de Filogenómica y Evolución de Genomas Animales (Metazoa Phylogenomics and Genome Evolution Lab) en el IBE.

 

¡El análisis de estos genomas ha revelado un resultado inesperado! Las transformaciones genómicas de los anélidos no sucedieron de forma gradual, como predice la teoría neodarwinista, sino en explosiones puntuales de profunda remodelación genética. “La enorme reorganización de los genomas observada en los gusanos al pasar del océano a tierra firme no puede ser explicada con el mecanismo parsimonioso que propone Darwin; nuestras observaciones resuenan mucho más con la teoría de Gould y Eldredge de la evolución puntuada”, añade Fernández.

 

Un radical mecanismo genético que aportaría respuestas evolutivas. El equipo ha descubierto que los gusanos de mar rompieron su genoma en mil pedazos para volver a construirlo de otra forma y continuar su legado evolutivo en la tierra. Este fenómeno desafía los modelos de evolución de genomas conocidos hasta ahora puesto que, si observamos casi cualquier especie – desde una esponja hasta un coral o un mamífero-, muchos de ellos conservan su estructura genómica casi a la perfección. “Todo el genoma de los gusanos de mar se rompió y luego se reorganizó de forma completamente aleatoria en muy poco tiempo en la escala evolutiva”, dice Fernández. “Hice que mi equipo repitiera el análisis mil veces, porque no me lo podía creer”.


La clave de por qué esta rotura tan drástica no resultó en extinción puede estar en la estructura 3D del genoma. El equipo de Fernández ha descubierto que los cromosomas de estos gusanos modernos son mucho más flexibles que los de los vertebrados y otros organismos modelo. Gracias a esta flexibilidad, es posible que genes que están en distintas partes del genoma pudieran cambiar de lugar y seguir funcionando juntos. 

 

Los grandes cambios en el ADN pudieron ayudar a los gusanos a adaptarse rápidamente a la vida en la tierra, reorganizando sus genes para responder mejor a nuevos desafíos como la respiración o la exposición a la luz solar. El estudio ya comentado, sugiere que estos reajustes no solo movieron genes, sino que también unieron fragmentos antes separados, creando nuevas “quimeras genéticas” que habrían impulsado su evolución. “Podría parecer que ese desorden encerraría la extinción del linaje, pero puede que algunas especies basaran su éxito evolutivo en ese superpoder”, comenta Fernández.

 

Las observaciones del estudio son consistentes con un modelo de equilibrio puntuado. ¿Es el desorden cromosómico un problema o una solución? Este estudio apunta a que conservar la estructura genómica a nivel lineal – es decir, que los genes estén más o menos en el mismo sitio en especies diferentes – quizá no sea tan esencial como se creía. “De hecho, la estabilidad podría ser la excepción y no la regla en los animales, que podrían beneficiarse de un genoma más fluido, comenta Fernández. Este fenómeno de reorganización extrema genética se había observado anteriormente en la progresión del cáncer en humanos. Bajo el término cromoanagénesis se agrupan varios mecanismos de rotura y reorganización de cromosomas en células cancerosas, donde se aprecian cambios similares a los observados en las lombrices de tierra. La única diferencia es que mientras en los gusanos estas roturas y reorganizaciones genómicas son toleradas, en humanos dan lugar a enfermedades. Los resultados de este estudio abren la puerta a comprender mejor la potencia de este radical mecanismo genómico con implicaciones para la salud humana.

 

“Ambas visiones, la de Darwin y la de Gould, son compatibles y complementarias. Mientras que el neodarwinismo explica a la perfección la evolución de las poblaciones, aún no ha conseguido explicar algunos episodios excepcionales y cruciales de la historia de la vida en la Tierra, como la explosión de la vida animal en los océanos primero, hace más de 500 millones de años, o la transición de la vida de los océanos a la tierra, hace 200 en el caso de las lombrices de tierra”, apunta Fernández. “Aquí es donde la teoría del equilibrio puntuado podría aportar respuestas”.

En el futuro, una mayor investigación de la arquitectura genómica de invertebrados menos estudiados podría arrojar luz sobre los mecanismos genómicos que vertebran la evolución de las especies.

 

En Maracaibo, para el Blog lapesteloca, el sábado 28 de junio del año 2025

 

 

No hay comentarios: