miércoles, 18 de junio de 2025

Bacterias y cáncer


Las evidencias de que diferentes parásitos, virus y bacterias están implicados en cáncer humano son cada vez más numerosas y los resultados de estas últimas investigaciones indican la necesidad de profundizar en la investigación del papel de los microorganismos en el cáncer.

Los tratamientos contra el cáncer comenzaron con agresivos cócteles químicos y ahora han evolucionado hacia la creación de fármacos a partir de células. Ahora, en la guerra contra estas enfermedades se puede incorporar a los seres vivos. Hace unos días, un equipo de investigadores de las universidades de San Diego (EUA) y Adelaida (Australia) presentó en la revista Science la noticia de que, ahora han llegado las bacterias capaces de detectar si se está desarrollando un tumor, para poder aniquilarlo…

Un estudio reciente prueba la capacidad de un microbio diseñado para identificar mutaciones tumorales de forma precoz, de manera que las bacterias y los tumores en una compleja relación puedan ser beneficiosa o también perjudicial para el desarrollo de un cáncer. Algunas bacterias puedes apoyar el crecimiento y la progresión del cáncer, mientras que otras pueden ser usadas para combatirlo.

Examinaremos brevemente algunas de las evidencias científicas y las nuevas hipótesis sobre este tema. El descubrimiento de que los microorganismos producían enfermedades fue uno de los principales hitos de la Microbiología en el siglo XIX y, ya a finales de ese siglo, los microbiólogos buscaron en estos organismos el origen de muchas enfermedades, incluido el cáncer. Varios autores han llevado a cabo revisiones sobre los microorganismos que causan cáncer en el hombre, entre los que destaca Zur Hausen, galardonado en 2008 con el Premio Nobel de Medicina por sus trabajos sobre el papilomavirus humano y su implicación en el cáncer de cérvix.

 

A finales del siglo XIX, William B. Coley, un médico de Nueva York desarrolló un tratamiento contra el cáncer con un preparado de bacterias llamado “las toxinas de Coley”, y lo propuso al darse cuenta de que los pacientes con cáncer y quienes además sufrían una infección respondían mejor que los pacientes sin infección. Coley desarrolló un cóctel de bacterias Streptococcus pyogenes y Serratia marcescens, que inyectaba directamente en el tumor.  De manera que era ya una historia conocida que durante años en EUA se trató a pacientes de algunos tipos de cáncer incurables con preparados de bacterias y toxinas, en muchos casos de forma exitosa.

 

Ciertas especies bacterianas patógenas y no patógenas son capaces de multiplicarse de forma preferente en tumores e inhibir su crecimiento. Asimismo, esta especificidad por los tejidos tumorales, permite que estas bacterias y sus esporas sean utilizadas como vectores ideales para la liberación de proteínas terapéuticas hacia los tumores. Las toxinas bacterianas también se han convertido en una estrategia prometedora para el tratamiento del cáncer.

 

Desde que se ha logrado la secuenciación del genoma de distintos tumores humanos, ahora se entienden mejor las cosas al saber que el cáncer se compone de miles de alteraciones genéticas de una gran cantidad de genes, por lo que se hace necesario conocer cuales mutaciones son realmente las importantes para el desarrollo del cáncer. Es importante, la presencia de un genoma relativamente grande para manipular su orientación específica hacia los tumores, lo que les permite penetrar en el tejido de forma activa, además de que son de fácil detección. Durante la última década, se ha demostrado que Salmonella, Clostridium, Bifidobacterium Escherichia coli y otros géneros, tienen control sobre el crecimiento tumoral y promueven la supervivencia en modelos animales.


Encarna Velázquez y col.,del Departamento de Microbiología y Genética, de la Universidad de Salamanca, en España, han publicado el trabajo Microorganisms and cancer: Scientific evidence and new hypotheses, donde utilizando ratones como modelos preclínicos de investigación han podido desarrollar este modelo animal que permite generar linfomas en ratones tras la expresión de mutaciones del gen VAV1 en linfocitos T sanos. La identificación y catalogación de estas mutaciones del gen VAV1 puede contribuir a desarrollar fármacos personalizados contra la progresión de este tipo de linfomas. 

 

Las estrategias terapéuticas pueden dividirse en tres grupos: 1) terapias tendientes a potenciar la acción del sistema inmune (mediante expresión de citoquinas o quimiocinas en el tejido tumoral, o mediante la expresión de receptores antigénicos en células del sistema inmune, 2) terapias con genes tóxicos (con efecto citotóxico directo en las células tumorales) y 3) terapias con genes suicidas (que permiten la activación enzimática de prodrogas en metabolitos citotóxicos).

 

Lo cierto es que el uso de bacterias vivas no patógenas, atenuadas o genéticamente modificadas, ha comenzado a emerger como un agente antitumoral potencial. Se ha demostrado que una cepa derivada de S. typhimurium, tiene la capacidad de inhibir la metástasis de melanoma conduciendo a una reducción sustancial en el tamaño y número de micrometástasis. La cepa mencionada presenta supresión de dos de sus genes (msbB y purl), obteniendo así total atenuación (para impedir un shock tóxico en los animales inoculados) y dependencia de fuentes externas de purina y otras mutaciones auxotróficas para sobrevivir. Esta dependencia deja indefensa a la bacteria lo que la hace incapaz de replicarse en tejidos normales como el hígado o el bazo.

 

Se han realizado experimentos tanto in vivo como in vitro, inoculando la cepa S. typhimurium. A1 modificada con auxotrofias para leucina y arginina, con la expresión de una proteína verde fluorescente (GFP). La bacteria fue introducida intravenosa e intratumoralmente en ratones, y fue capaz de invadir y replicarse intracelularmente en diversas células cancerosas, provocando la erradicación completa del tumor al día 20 después de la inoculación.

 

En estudios con modelos murinos de cáncer colorrectal avanzado y melanoma, la vacuna bacteriana potenció el sistema inmunitario para suprimir el crecimiento de cánceres primarios y metastásicos, o en muchos casos eliminarlos. Todo ello sin afectar las partes sanas del cuerpo. La vacuna bacteriana demostró ser más eficaz que las vacunas terapéuticas contra el cáncer basadas en péptidos que se han utilizado en numerosos ensayos clínicos anteriores sobre el cáncer.

 

Maracaibo, miércoles 18 de junio del año 2025

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