Las
evidencias de que diferentes parásitos, virus y bacterias están implicados en
cáncer humano son cada vez más numerosas y los resultados de estas últimas
investigaciones indican la necesidad de profundizar en la investigación del papel
de los microorganismos en el cáncer.
Los tratamientos contra el cáncer comenzaron con agresivos
cócteles químicos y ahora han evolucionado hacia la creación de fármacos a
partir de células. Ahora, en la guerra contra estas enfermedades se puede incorporar
a los seres vivos. Hace unos días, un equipo de investigadores de las universidades
de San Diego (EUA) y Adelaida (Australia) presentó en la revista Science la noticia de que, ahora han llegado las
bacterias capaces de detectar si se está desarrollando un tumor, para poder
aniquilarlo…
Un estudio
reciente prueba la capacidad de un microbio diseñado para identificar
mutaciones tumorales de forma precoz, de manera que las bacterias y los tumores
en una compleja relación puedan ser beneficiosa o también perjudicial para el
desarrollo de un cáncer. Algunas bacterias puedes apoyar el crecimiento y la
progresión del cáncer, mientras que otras pueden ser usadas para combatirlo.
Examinaremos brevemente algunas de
las evidencias científicas y las nuevas hipótesis sobre este tema. El
descubrimiento de que los microorganismos producían enfermedades fue uno de los
principales hitos de la Microbiología en el siglo XIX y, ya a finales
de ese siglo, los microbiólogos buscaron en estos organismos el origen de
muchas enfermedades, incluido el cáncer. Varios autores han llevado a cabo
revisiones sobre los microorganismos que causan cáncer en el hombre, entre los
que destaca Zur Hausen, galardonado en 2008 con el Premio Nobel de Medicina por
sus trabajos sobre el papilomavirus humano y su implicación en el cáncer de
cérvix.
A finales del siglo XIX, William B.
Coley, un médico de Nueva York desarrolló
un tratamiento contra el cáncer con un preparado de bacterias llamado “las
toxinas de Coley”, y lo propuso al darse cuenta de que los pacientes
con cáncer y quienes además sufrían una infección respondían mejor que los
pacientes sin infección. Coley desarrolló un cóctel de bacterias Streptococcus pyogenes y Serratia marcescens, que inyectaba directamente en el
tumor. De manera que era ya una historia conocida que durante años
en EUA se trató a pacientes de algunos tipos de cáncer incurables con
preparados de bacterias y toxinas, en muchos casos de forma exitosa.
Ciertas
especies bacterianas patógenas y no patógenas son capaces de multiplicarse de
forma preferente en tumores e inhibir su crecimiento. Asimismo, esta
especificidad por los tejidos tumorales, permite que estas bacterias y sus
esporas sean utilizadas como vectores ideales para la liberación de proteínas
terapéuticas hacia los tumores. Las toxinas bacterianas también se han
convertido en una estrategia prometedora para el tratamiento del cáncer.
Desde que se ha logrado la secuenciación del genoma de distintos tumores humanos, ahora
se entienden mejor las cosas al saber que el cáncer se compone de miles de
alteraciones genéticas de una gran cantidad de genes, por lo que se hace
necesario conocer cuales mutaciones son realmente las importantes para el
desarrollo del cáncer. Es importante, la presencia de un genoma
relativamente grande para manipular su orientación específica hacia los
tumores, lo que les permite penetrar en el tejido de forma activa, además de
que son de fácil detección. Durante la última década, se ha demostrado
que Salmonella, Clostridium,
Bifidobacterium y Escherichia coli y otros géneros, tienen
control sobre el crecimiento tumoral y promueven la supervivencia en modelos
animales.
Encarna
Velázquez y col.,del Departamento de Microbiología y Genética, de la
Universidad de Salamanca, en España, han publicado el trabajo “Microorganisms and cancer: Scientific
evidence and new hypotheses”, donde
utilizando ratones como modelos preclínicos de investigación
han podido desarrollar este modelo animal que permite generar linfomas en
ratones tras la expresión de mutaciones del gen VAV1 en linfocitos T sanos. La
identificación y catalogación de estas mutaciones del gen VAV1 puede contribuir
a desarrollar fármacos personalizados contra la progresión de este tipo de
linfomas.
Las estrategias terapéuticas pueden dividirse en
tres grupos: 1) terapias tendientes a potenciar la acción del sistema inmune
(mediante expresión de citoquinas o quimiocinas en el tejido tumoral, o
mediante la expresión de receptores antigénicos en células del sistema inmune,
2) terapias con genes tóxicos (con efecto citotóxico directo en las células
tumorales) y 3) terapias con genes suicidas (que permiten la activación
enzimática de prodrogas en metabolitos citotóxicos).
Lo cierto es que el uso de bacterias vivas no
patógenas, atenuadas o genéticamente modificadas, ha comenzado a emerger como
un agente antitumoral potencial. Se ha demostrado que una cepa derivada
de S. typhimurium, tiene
la capacidad de inhibir la metástasis de melanoma conduciendo a una reducción
sustancial en el tamaño y número de micrometástasis. La cepa mencionada
presenta supresión de dos de sus genes (msbB y purl),
obteniendo así total atenuación (para impedir un shock tóxico en los animales
inoculados) y dependencia de fuentes externas de purina y otras mutaciones
auxotróficas para sobrevivir. Esta dependencia deja indefensa a la bacteria lo
que la hace incapaz de replicarse en tejidos normales como el hígado o el bazo.
Se han realizado experimentos tanto in vivo como in vitro,
inoculando la cepa S. typhimurium. A1 modificada con
auxotrofias para leucina y arginina, con la expresión de una proteína verde
fluorescente (GFP). La bacteria fue introducida intravenosa e intratumoralmente
en ratones, y fue capaz de invadir y replicarse intracelularmente en diversas
células cancerosas, provocando la erradicación completa del tumor al día 20
después de la inoculación.
En estudios con modelos murinos de cáncer colorrectal avanzado y
melanoma, la vacuna bacteriana potenció el sistema inmunitario para suprimir el
crecimiento de cánceres primarios y metastásicos, o en muchos casos
eliminarlos. Todo ello sin afectar las partes sanas del cuerpo. La vacuna
bacteriana demostró ser más eficaz que las vacunas terapéuticas contra el
cáncer basadas en péptidos que se han utilizado en numerosos ensayos clínicos
anteriores sobre el cáncer.
Maracaibo, miércoles 18 de junio del año 2025
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