lunes, 10 de febrero de 2025

Marc Bloch

 

Marc Léopold Benjamin Bloch (1886-1944) fue un historiador francés especializado en la Francia medieval y fundador, junto a Lucien Febvre, de la Escuela de los Annales. Bloch vivió en la primera mitad del siglo XX  durante la Segunda Guerra Mundial y se unió a la resistencia francesa, siendo detenido por la Gestapo el 8 de marzo de 1944. Diez días después del desembarco de Normandía fue fusilado junto con otros 29 resistentes.

En su obra póstuma La extraña derrota escribió: “Afirmo, pues, si es necesario, frente a un antisemita, que soy judío. [...] Extraño a todo formalismo confesional como a toda solidaridad pretendidamente racial, me he sentido, durante toda mi vida, ante todo y simplemente francés... Muero, como he vivido, un buen francés”. 

Marc Bloch tuvo gran influencia en el campo de la historiografía a través de los Annales y de su manuscrito inacabado Introducción a la historia, o Apología para la Historia. Bloch fue un notable estudioso de la historiografía del siglo XX y planteaba una “Nueva historia”  que estuviese fundamentada en lo social, lo económico y lo psicológico,​ como una nueva forma de acercarse a las fuentes, en contraposición de lo hecho por su maestro Charles Seignobos (1854-1942) historiador francés, miembro de la Liga de los derechos del hombre y especialista en la Tercera República francesa.  

 

Las circunstancias en las que Marc Bloch escribió el texto y, sobre todo, aquellas que le impidieron terminarlo, se dieron bajo las circunstancias de ser judío, viviendo el ostracismo de ser judío en la Francia ocupada con los sobresaltos que generaba ser de la Resistencia. En medio de la gran redada organizada por Klaus Barbie después del desembarco en la Normandía, fue detenido, enviado a la cárcel de Montluc, sometido a golpes y baños de agua helada y, cuando los torturadores consideraron que ya era imposible arrancarle delaciones, fue fusilado el 16 de junio de 1944.

Marc Bloch, para entonces era un afamado profesor que estaba a dos semanas de cumplir cincuenta y ocho años. Él y su libro, la Apologie pour l’histoire,  o Métier d’historien cambiaron la forma en la que estudia y se escribe la historia. Recientemente, a propósito de Marc Bloch, el escritor zuliano Humberto José Olivar hablándonos de que “El pasado infinito nos penetra y se desvanece (El Nacional, febrero 3, 2025) comentaba cuando en cierta ocasión, paseando Bloch en Estocolmo con el historiador belga Henri Pirenne, le preguntó qué visitarían primero, y Pirenne le dijo que preferia “ver las cosas viejas”… por lo que Bloch concluyó, que captar lo vivo debería ser la “cualidad dominante” del historiador.   

Tras esa reflexión, recordé que Norberto José Olivar es Doctor en Ciencias Políticas e historiador y como escritor zuliano, él ha publicado: Los guerreros (1999), El misterios caso de Agustín Baralt (2000), El hombre de La Atlantida (2003), La ciudad y lo herejes (2004), Un cuento de piratas (2007), Un vampiro en Maracaibo (2008), Cadáver exquisito (2010), El príncipe negro-Notas de un hombre lobo (2011), El polvo de los muertos (2013) y El fantasma de la Caballero (2015).

Nos recordaría el escritor Norberto José Olivar, como enEl inglés reanimado” escrito por Mary Shelley (https://tinyurl.com/3az3ut56) donde el personaje de Roger Dodsworth vuelve a la vida después de doscientos años de animación suspendida, al no lograr entender el presente que le acoge, decide hacerse anticuario, léase, historiador. Este quizá sea uno de los relatos menos conocidos de la autora hija de Mary Wollstonecraft, el cual supuestamente está basado en hechos reales, sobre un fraude público del año 1826, con el hallazgo de un hombre en estado de suspensión animada en los Alpes, quien habría quedado congelado a fines del siglo XVII. El relato de Mary Shelley, reinterpretando la historia de aquel fraude, lo utiliza para plantear una discusión respecto de los límites de la ciencia. 

El texto concretamente supone, a un hombre quien logra alcanzar los 209 años de edad al ser congelado, para terminar planteando un dilema ético que la ciencia podría quizás responder en el futuro: ¿aquel estado de suspensión animada puede considerarse parte de la vida? La pregunta me regresó mentalmente a un cuento del Edgar Allan Poe publicado por primera vez en diciembre de 1845 El extraño caso del señor Valdemar donde quizás estimulado por en el mesmerismo y los trances hipnóticos, Poe señalaba que hasta donde él sabía, nadie había sido mesmerizado voluntariamente en el umbral de su muerte, y los efectos en su moribundo amigo Valdemar, enfermo de tuberculosis lo llevarán al experimento de caer en un trance hipnótico, afirmando estar muerto en aquel “estado mesmérico” y así sin pulso y sin respiración transcurriría siete meses.

Norberto José continuaría comentado sobre el Hikikomories, un síndrome japonés de aislamiento social juvenil que pareciera coincidir con las ideas de Bloch, sobre la incomprensión del presente, que no es solo por ignorar el pasado, sino, además, por el hecho de vivir al modo japonés de los hikikomori, donde la cualidad dominante no es captar lo vivo, sino aislarse de ello. Así que como en el caso de Roger Dodsworth, el pasado puede resultar un refugio ante el inefable presente.  

Maracaibo, lunes 10 de febrero del año 2025

 

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