miércoles, 5 de febrero de 2025

Diálogos

 

      No serán los de Platón, ni los del platón de albóndigas de Les Luthiers; tampoco son diálogo rigvédicos ni del Mahabharata hindú, pero en la relectura diálogos escritos, siempre pueden resultar de interés y en particular cuando nacen dentro de una novela: en este caso, de “Para subir al cielo…” (Maracaibo (1998) ArsGrafica Ed y Maracaibo (2016) Astro Data Edt.

 

1-    Daniel Vargas conversa con su mentor, el cura vasco renegado, Iñigo Machim…

 

- ¿Para qué recordar Daniel, toda la triste historia de la vida pasión y muerte del padre del afamado pintor surrealista que fuera hasta finales de la década de los setenta tu pobre amigo Régulo Palacios? Le llegó su hora. ¿Para qué recordar los días finales del pintor? ¿Tiene sentido el ponerse a hurgar entre los despojos de los muertos? No abramos de nuevo viejas heridas del alma, ¡por favor! A cada cochino le ha de llegar su madrugada y evidentemente, pues para remembranzas dolorosas, creo que este no es el momento Daniel Vargas. ¡Ciertamente, no lo es!

-Tampoco caigamos en sentimentalismos cursis. ¿Ahora no podemos hablar de los muertos? ¿De cuándo acá? Después de que la gente se muere siempre es buena, era chévere, y toda esa paja. Nunca nadie ha sido sincero... ¡Qué importa decir a gritos que Régulo se murió de SIDA, que él, sufrió bastante y al fin, pues se murió, peló esféricas, se peinó de perfil, feneció y punto! Todos vamos a morirnos algún día, es lo único de esta vida que sabemos con certeza, es lo único que puede constarnos a cada uno de nosotros. En este momento, yo estoy en tres y dos, ¿y usted?, usted ya ha enterrado a unos cuantos. Ahorita mismo usted está bien, está pensionado, vive solo, sin problemas, todavía sigue con vida, así que, ¿cuál es?, ¿de quién es la madrugada y de cual cochino hablamos? ¡No jo!, pero ahora, resulta que, ¡no quiere hablar de muertos!

- Bien, pero, ¿para qué? Tranquilo Daniel, cálmate. No le veo el sentido, a este desespero de tu conciencia, muchacho... Creo que estás algo alterado. Sí, pero mira, si vamos a pensar en Régulo, en todo caso, pues por allí están sus cuadros, ellos le han sobrevivido y cada día se cotizan más caros. Era un artista, como pintor...

- Siempre es así… ¡Quedaron de él tan solo algunos cuadros! Uno tiene que morirse en este país para que lo valoren. Así, a veces dicen, sí, él era bueno, sólo a veces... Porque usted todavía no lo acepta en el fondo de su alma, estoy seguro, usted... ¿No puede acordarse de cuando éramos unos muchachos?

- No digas tonterías, todo está muy claro en mi cabeza, pero tú estás mal. ¡No seas tan pesimista y depresivo Daniel! Yo bien se cómo han sido las cosas. Régulo fue un alma atormentada, ni a su madre quiso ofrecerle un último rasgo de bondad. Nos ha quedado su arte, sí, y sus cuadros se venden, eso es señal de que son buenos, eso demuestra que de verdad Régulo era bueno, en lo suyo, como pintor, era un artista. Incomprendido, sí, como casi todos los artistas... Era un tipo fuera de serie, desde muchacho... Claro que me acuerdo. Era muy inteligente, pero atormentado, así fueron también Rimbaud, y Ducasse, y Maupassant, y van Gogh, locos de atar.

- Pintor, bohemio, desprejuiciado, buen amigo, magnánimo, el ser más desprendido de las cosas materiales que jamás hayamos conocido. ¿De veras usted se acuerda de él? ¿Usted nos recuerda? ¿Cómo lo hace? Nos imagina, y usted se ve, ahí, como nuestro ductor, nuestro guía, ¿nuestro maestro?

- Sí, claro que los recuerdo. Pero él tenía el alma echada atrás, y además era un vicioso, no lo neguemos. Por eso terminó como uno de tantos que se llevó en sus cachos la pandemia del SIDA a comienzos de los ochenta. Es cierto eso, ¿verdad?

- En él no existió nunca el egoísmo, hubo quienes no reconocieron en él sus cualidades, él era un amigo de verdad verdad…

- Pero tenía un gran resentimiento, un odio cerval contra muchas personas, contra la sociedad, las instituciones, y puede ser comprensible... Acepto que, a él, le echaron a perder su vida...

- Bueno, eso lo sabemos nosotros dos mejor que nadie. ¿Quién le echó a perder la vida a quién? ¿Al viejo Iñigo Machimbarrena, como que se le rescoñetaron las neuronas del recuerdo? Su discurso refleja amnesia... O... ¿Es que quiere jugar la cuida? ¿Jugar acaso con Régulo y con su historia personal?, ese es un jueguito que, para usted, resulta un tanto morboso. Yo estoy aquí metido en un problemón hasta la cacha. Pero, ¿y usted? Usted no. Usted está muy tranquilo, está fino... ¿No es verdad?

- No seas canalla, Daniel Vargas, que yo no tengo edad ni arrestos para discutir esas cosas contigo. No lo hagas... Me duelen, ¿sabes? Me haces sentir muy triste...

- Perdóneme usted. He sido un grosero. Discúlpeme.

- Pues hijo, ya que carajo le vamos a hacer. Yo estoy más de allá que de acá. He rezado y he meditado mucho y creo que Dios no quiere la muerte del pecador, a mí me ha dado aliento para que me arrepienta y viva, aunque sea sumergido en el terrible conflicto de mis propios errores... Pero, ahora, lo que tenemos que hacer, el asunto a dilucidar ahora, es ver como enmiendas el entuerto en que estás metido, porque se te están acabando las horas y no tienes municiones, ni muchas ideas. Yo creo que debes regresar a tu casa, te sugiero llamar a Jacobo, concertar con él una entrevista personal rápidamente y luego esperar por el teléfono y saber que quieren tus supuestos plagiarios. Cuando te digan lo que tienes que hacer, deberás hallar la manera de comunicárselo a Jacobo, buscar el amparo de la ley, aunque tengas que decirle toda la verdad. Te podrá ayudar tan solo la policía. No tienes otra alternativa.

 

2-La doctora Mirtha Gonzáles patólogo forense, conversa con el comisario Jacobo Guzmán. En ese momento el mesonero servía otro Martini seco y un whisky con agua.

- Entre tantas cosas como las que hemos hablado, Jacobo ¿Tú sabes algo curioso?, en la antigua Mesopotamia, las plantas tenían sexo. Ya estás creyendo de nuevo que te estoy tomando el pelo. Pero es de lo más cierto...

- Una botánica sexual. Eso sí es novedoso.

- ¡Pero es verdad Jacobo! No sólo que, si las corolas y que si los pistilos de las flores son macho y hembra, en las plantas el misterio metamorfoseado de los hermafroditas se hace una realidad. ¿Nunca habías pensado en eso?

- Para metamorfosis, las del Bosco. Él era experto en sexualizar, no digo a los frutos y las flores, hasta de las rocas creaba extrañas criaturas.

- ¿Crees tú que esa manía de metamorfosear pudiera ser un afán por exponer sus conflictos internos? Tal vez el Bosco tenía personalidades múltiples... Es decir, yo me figuro que en sus tiempos las ideas eran tan rígidas que él se negaría a aceptar muchas cosas; tal vez trataba de contradecir las leyes de la naturaleza y en ello ponía su imaginación. Recuerda que el tipo era posiblemente un alquimista. La fusión del mercurio con el azufre también es una unión sexual. ¿No lo sabías?

- Tú estás resultando una experta en cuestiones sexuales querida Mirtha.

- Es que sé bastante, no sólo de sexo, se de alquimia, me fascina el esoterismo, como al Bosco, pienso yo. ¿Sabías que siete son las substancias metálicas implicadas en la alquimia? Siete, como las bocas del Nilo, ¡y los días de la semana!, siete son, como los pisos del zigurat de Marduck y los planetas del Universo. Siete, Jacobo. Durante siglos el hombre intentó dominar a la madre naturaleza a través de la alquimia…

- A mí, francamente, al hablar de alquimia, siempre me parece ver al anciano Aureliano Buendía bajo el árbol, fabricando pescaditos de oro... Esa imagen es más real que la del viejo Paracelso quien leyó uno cosas cuando estudiaba la historia de la Medicina, o incluso, para mí es más patente el recuerdo del mismo mago Melquíades. Pero, quien sabe si con la búsqueda de la piedra filosofal, los alquimistas tan solo perseguían llegar al conocimiento perfecto de Dios. Así seguramente interpretará mi amigo el viejo vasco cualquier acercamiento alquímico de Don Gerónimo, como le dice él al Bosco. Fíjate que, a los sabios religiosos, como Tomás de Aquino y Alberto El Grande, la ciencia nunca los apartó de la religión, por el contrario, ellos creían que la sabiduría procedía de Dios. Yo también creo querida Mirtha que el Bosco se interesó por los secretos de la alquimia, y puede que contradiga a mi amigo vasco, pero, de cualquier modo, no hay forma ni manera de probarlo.

- Tantos simbolismos como se les ha dado a sus pinturas, las frutas, los híbridos de todo tipo, las metamorfosis, el huevo, los árboles huecos, hay tantos símbolos que él compartió con los alquimistas... Jacobo... Esta situación me desespera, no la del Bosco, ¡no!, la nuestra, la real. Dime... ¿Qué hacemos con Daniel? ¿Por qué no habrá llegado todavía? ¿Él no te dijo acaso que se vendría directamente para acá?...

 

En Maracaibo, el miércoles 5 de febrero del año 2025

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