Turguéniev
y Pauline
Releyendo la novela Una y mil muertes de
Sergio Ramírez, volví a tropezarme con el episodio de la visita casual en las
afueras de París a la casa de campo (la dacha) donde vivió y murió el escritor Turguéniev.
No he resistido la tentación de decir algo sobre este señor quien una vez
afirmó: "En la vida de las personas hay grandes misterios y el amor es uno de
los más inaccesibles". Esta frase de Iván Serguievich Turguéniev me
ha llevado a escribir algo sobre su vida.
Turguéniev (1818-1883) fue un escritor ruso de una
familia noble rural, con un padre, coronel de la caballería imperial Serguéi
Nikoláyevich Turguénev, que murió cuando Iván tenía dieciséis años, dejándolo
junto con su hermano Nikolái al cuidado de su abusiva madre, Varvara Petrovna
Lutovínova, mujer de una crueldad, mezquindad y barbarie sólo superadas por las
de su propia madre, la abuela de Iván. Esa infancia marcada por la presencia
dictatorial de su madre puede explicar los problemas que Turguéniev
(solterón empedernido) tuvo en su vida para tener una relación estable con una
mujer. Su madre lo hacía azotar por cualquier desobediencia o travesura
infantil y cuando ya siendo adulto quiso interceder por los siervos, ella le
retiró su asignación dejándolo en la pobreza a pesar de lo que por herencia le
correspondía. Turguénev estudió durante un año en la Universidad de Moscú y
luego en la Universidad de San Petersburgo, especializándose en los clásicos,
literatura rusa y filología. En 1838 lo enviaron a la Universidad de Berlín a
estudiar filosofía e historia y Turguénev se impresionó con la sociedad centro-europea
de Alemania de manera tal que volvió a Rusia “occidentalizado”.
Según Vladimir Nabokov, en
su Curso de literatura rusa, Iván
Serguievich, no fue un gran escritor, pero sin duda con Gorki y Chejov, es de los
escritores rusos más conocidos y es reconocida su excelencia en la pintura de
los paisajes, de la naturaleza y de los cuadros vivos, la vida de los
personajes comunes, los siervos que ampliamente brillarán en las obras de
Chejov. De vuelta a su país, Turguéniev inició su carrera literaria con relatos
de estética posromántica. En 1852 con Apuntes
de un cazador consolidó su fama de escritor, y sería hecho preso y desterrado
de sus propiedades por el gobierno por escribir un artículo sobre Gogol, un autor
considerado subversivo. Turguéniev residió poco en Rusia, publicaría Nido de hidalgos (1859), Vísperas (1860), Padres e hijos (1862), Aguas
primaverales (1870), prefiriendo irse a París, desde el momento cuando
conoció en el teatro Mariinski de San Petersburgo a la cantante española
Paulina García de Viardot o Pauline García-Viardot. Turguéniev abandonaría
Rusia para establecerse en Francia para estar cerca de ella y por cuyo amor
estuvo obsesionado hasta el final de sus días.
La enigmática mujer que
robó el corazón de Iván Turguéniev, y quien lo estuvo volviendo loco durante
cuarenta años, se llamaba Paulina García Sitjes y era hija de una pareja de españoles
cantantes de ópera, Manuel García y Joaquina García-Sitjes. Manuel, era un tenor
quien fundó toda una dinastía de cantantes líricos, su mujer era una prima-donna
gaditana y sus hijas las famosas cantantes Paulina y María Felicia, que era conocida
como María-Malbrán y brilló en los escenarios europeos desde los 17 años, debutaría
en Londres en 1825 con El Barbero de
Sevilla, y fallecería a los 28 años. El hijo varón se llamó como su padre, Manuel
García y siendo tenor es mejor conocido porque inventó el laringoscopio al
decidirse a entender cómo funcionaban sus propias cuerdas vocales. Paulina
nunca vivió en España, pero no dejó de cultivar la lengua materna de sus padres,
ni de cantarla. En 1837, con tan sólo dieciséis años, Pauline García hizo su
debut como cantante en Bruselas. Dos años después Londres la aplaudiría
frenéticamente gracias a su representación de Desdémona, en la ópera de Rossini,
Otello. Fue aclamada como símbolo artístico de lo español durante décadas y
considerada como una de las más grandes sopranos de su tiempo. A los pies de
Paulina se rindieron Rossini, Chopin y Liszt. Poseedora de una gran
extensión de voz, cantó como soprano, mezzosoprano y contralto. Sus
interpretaciones, abarcaron la mayor parte del repertorio de su época, destacando
en Il Profeta (1849) de Meyerbeer, y Orpheo (1856) de Gluck. Fue también
pianista y compositora, y autora de varias operetas.
Un ambiente de cultura
española imperaba en la casa de Pauline en Francia gracias a su marido, Louis
Viardot, director del Thèâtre des Italiens en París, gran hispanista de la
época, conocedor de los clásicos españoles y traductor de El Quijote. Pauline-Viardot
una mujer inteligente y de gran talento
hablaba seis idiomas y componía en varios estilos pero fue su expresión e
interpretación como cantante y artista lo que la hizo famosa. Su casa era lugar
de reunión de escritores, músicos y artistas, quienes además de amigos, fueron
inspirados y apoyados por ella: Turgueniev, George Sand, Chopin, Clara
Schumann, Liszt, Berlioz, Massenet, Schumann, Fauré y Brahms. Pauline, estuvo
casada desde 1840 con Louise Viardot, quien era veintidós años mayor que ella. Pauline mantendría
una extraña relación extramatrimonial con uno de aquellos hombres ilustres de
la cultura, Ivan Turguéniev, quien dejó a Rusia para seguirla allá a Francia y con quien mantuvo durante
años un romance con el silencioso beneplácito del señor Viardot.
Pauline se retiró de la
escena en 1861, pasando a ejercer la enseñanza. En realidad, Paulina, Louis
Viardot e Iván Turguéniev formaban un triángulo absolutamente público, viajaban
y vivían juntos y se aceptaba tácitamente su condición adúltera. Decían que el
escritor ruso adquirió su casa en Bougival para estar a sólo treinta metros de
la bella Pauline. En esos años Turguéniev quien era 20 años menor que Viardot,
sufría de gota, tal vez acicateada por los esturiones y el caviar del Volga que
recibía y compartía con su amigo Gustav Flaubert, por lo que en ocasiones
necesitaba usar el bastón. Puede que también su salud se resintiese por efecto
de la sífilis adquirida en un viaje por el Oriente, en Beirut en 1849 y por los
tratamientos con altas dosis de mercurio para aplacar su enfermedad. Al final
de su vida, cuidado por Pauline para quien se disfrazaba y gateaba haciéndola
reír, Iván padecía de grandes dolores quizás algún cáncer pero los cuales según
su médico, el famoso Charcot, eran producto de una “neuralgia estomacal gotosa”.
Turguéniev es considerado uno de los grandes novelistas de la era victoriana,
junto con Thackerav, Hawthorne y Henry James aunque su estilo fue muy diferente
al de estos escritores norteamericanos y británicos. También ha sido comparado
con sus compatriotas Leon Tolstoi y Fiedor Dostoyevski quienes escribieron sobre circunstancias y
temas similares.1883 fue un año
triste para Pauline, pues en poco tiempo perdió a su marido y a su amado Iván,
quien murió en Bougival, cerca de París. Su cuerpo sería trasladado a San
Petersburgo y enterrado en el cementerio Vólkovskoie por expreso deseo de Turguénev. El 18 de mayo
de 1910, Pauline García fallecería en su hogar de París a los ochenta y ocho
años de edad.
Maracaibo,
7 de octubre de 2016.
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