Las
condesas Potocka: de Chopin a Maupassant.
Delfina Potocka nació en Murowane Kuryłowce, Podolia (antes Polonia, ahora Ucrania) en Marzo 1807. Era
hija de Stanisław Komar y Honorata Orłowska y en 1825 se casó con el Conde
Mieczysław Potocki y pasó a ser condesa. Tuvo 2 hijas de un matrimonio mal
avenido que terminó en divorcio. Fréderick Chopin le
escribiría a un amigo en París en noviembre de 1831 cuando recién había
conocido a la Sra Condesa Potocka (24 años) bella esposa del conde Mieczysław,
informándole de su belleza. Ella estudiaría piano con él y serían amigos íntimos
hasta la muerte de Chopin en 1849.
La condesa Emmanuela
Potocka, fue la más célebre conquista de Guy
de Maupassant. Nacida en Nápoles, en 1852 de una ilustre familia, Emmanuela
Pignatelli di Cergharia era una auténtica condesa, hija del duque Dio Regina,
embajador de Nápoles en Rusia, y de una “devota romana”, como dijera el
escritor francés Armand Lanoux. Se casó con el conde polaco Félix-Nicolas Potocki,
procedente de una gran familia polaca inmensamente rica, agregado a la embajada
Austro-húngara. La cosmopolita pareja ocupaba un suntuoso palacete particular
en el Nº 27 de la avenida de Friedland, un palacete que en aquella época, era denominado
el “Crédito Polaco”, pues era frecuentado por una incesante muchedumbre de
refugiados mendigantes. La condesa Potocka se hizo famosa, no solo por su
belleza, que según Proust, una “belleza florentina” de una “elegancia
parisiense”. Emmanuela también regía un salón en París que fue uno de los más
brillantes de los años 1880. Pianista avezada, anfitriona sin igual, dotada de
un encanto excepcional, sedujo e inspiró a numerosos espíritus de su tiempo.
Georges Legrand, amigo de
Guy de Maupassant le presentó a Emmanuela (30 años) en 1882 y sin lugar a dudas, Maupassant parece
haberse inspirado en la condesa, para describir a Christiane Andermatt, la
heroína de “Mont-Oriol”, novela publicada
en 1887 centrada en la especulación que provocan ciertas tierras agrícolas tras
descubrirse en ellas unas aguas termales muy útiles para los enfermos y donde Christiane
Andermatt, la protagonista de la obra es una mujer casada quien trasladada al
lugar para tratarse de una supuesta esterilidad, y vivirá una relación adúltera
que tendrá sus consecuencias, mientras su marido hace pingües negocios con las
tierras. Maupassant aprovechó la trama para criticar la situación de la mujer
en la sociedad de la época y también para hacer una parodia de la profesión
médica, todo ello con el trasfondo histórico de la citada especulación. También
la condesa Potocka debe haberle
servido a Maupassant de modelo para la baronesa de Frémines en “NotreCoeur”, una criatura neurótica
conocida en París como extravagante entre las mundanas de la alta sociedad.
Por ello, Emmanuela aparece en la
lógica creadora del escritor que simplemente describe lo que conoce: la
frecuente asistencia a los salones de Marie Kahn y de la condesa Potocka tan
bien como a los de la augusta princesa Mathilde lo autorizan de algún modo a
realizar una viva descripción de esos ambientes… Maupassant
en 1889 ya estaba agotado por la enfermedad que pronto terminaría por enajenar su
razón. Presa de dolores de cabeza y de unas hemorragias insufribles, minado por
el internamiento de un hermano demente que sucumbirá en el mes de noviembre,
parecía desear publicar menos textos cortos, relatos o crónicas cotidianas en
los periódicos (a título indicativo, en 1883, aparte de su novela Une vie, ¡escribiría sesenta relatos y
treinta crónicas en el año!), para continuar viviendo de su pluma. En “NotreCouer” se encuentra la
quintaesencia del arte de Maupassant y lejos de ser una “última novela”, “NotreCoeur” confirmaría la madurez de
un escritor en plena gloria, que habrá de morir poco después.
A los atractivos físicos de la condesa Delfina Potocka hay que añadir que era
una muy buena pianista y con una voz muy
bonita y que además era polaca, cualidades por las que indudablemente agradó
particularmente a Chopin, por lo que desde 1832 se convertiría en alumna de
Federico y se iniciarán los correspondientes rumores de una relación entre
ellos, por lo que se dice que sostuvieron un romance desde 1838 a 1846. Los
rumores sí que existieron, de lo contrario Federico no hubiera tenido la
necesidad de negarlos ante Liszt u otros amigos y conocidos. Chopin le dedicó
dos de sus grandes e inmortales obras a la condesa: El Concierto en Fa menor Op.21
y el Vals
en re bemol mayor Op.64, conocido también como el vals del minuto. Existe
una carta de Delfina para Chopin, escrita 3 meses antes de la muerte del músico
y en ella, la condesa le expresa preocupación por su bienestar y le informaba que
se había puesto en contacto con gente en Varsovia para facilitar la visa de Luisa,
para que ella pudiese viajar y acompañar a su hermano enfermo; es una carta con
un tono amistoso, melancólico, con más consideración que intimidad. Como una
curiosidad, existe otro conde, Napoleón Stanisław Adam Feliks Zygmunt Krasiński
(1812–1859), un conde polaco, tradicionalmente clasificado junto con Mickiewicz
y Juliusz Słowacki como uno de los tres grandes poetas románticos que
influenció la conciencia nacional en Polonia y es sabido que la musa del conde
Napoleón fue, durante largos años, la Condesa Delfina Potocka, la amiga de
Frédéric Chopin,
Emmanuela no era
de fácil acceso. Fría, y calculadora e irónica, era las que se divertía
contemplando la corte de adoradores que a su alrededor se presentaban en su
salón, y cuya calidad no era siempre similar a la idea que ella tenía de sí
misma, de su propio valor. Existe un personaje literario,
una joven mujer, Ninotchka, personaje del Libro
de mal amor, de Fernando Iwasaki (1951) un escritor, investigador, docente,
filólogo e historiador peruano quien vive en Sevilla, y quien nos presenta a Ninotchka,
supuestamente como la bisnieta de la condesa Emmanuela Potocka, la musa de
Maupassant, y reina de los salones parisinos de principios del siglo XX. La
condesa Emmanuela Potocka era, según el narrador Iwasaki, “de una belleza indomable, a pesar de la escarcela y las alhajas que
pretendían en vano atemperar su naturaleza mundana”. Proust, dice el
narrador, que consideraba a Madame Potocka como una “heroína balzaquiana” y una Belle sans merci. En cambio,
Ninotchka supuestamente decía de su bisabuela que era una “loca suelta”, “que media Europa se moría por ella”, que “la bandida nunca le hizo caso a nadie”.
Separada del conde, Emmanuela dejó el palacete Potocki bruscamente a finales del
año 1887 llevándose sus bienes personales, y se instaló con su madre en el Nº
14 de la calle Chateaubriand. Luego se mudó a un pequeño hotel donde unos
cuarenta años más tarde, el 18 de diciembre, la condesa Emmanuela Potocka, una
de las más descollantes figuras de “La Belle Epoque”, a la edad de ochenta
años, arruinada y abandonada, muere en su pequeño hotel del barrio Auteuil.
Para los lectores de El año del verano que nunca llegó, de
William Ospina (1954), puede resultar interesante aclararles que según el
diario del doctor Polidori, la condesa Potocka, no se hallaba presente en la Villa
Diodati. Me estoy refiriendo al año 1816 que ha pasado a la historia de la
literatura por la estancia en Villa Diodati de Percy Bysshe Shelley, Mary Wollstonecraft
Godwin (Mary W. Shelley), Claire Clairmont (hermanastra de Mary), Lord Byron y
su médico John William Polidori, en una noche durante la cual, tras la lectura
de una antología de cuentos de fantasmas alemanes, Byron propuso que cada uno de
ellos escribiera un relato, de donde nacerían Frankenstein, August Dawell y El
vampiro. La confusión parece surgir de una invitación para asistir a un
baile en la casa de la Sra Odier que estaba extendida a los cinco ingleses presentes
aquella noche en la Villa Diodati y sería en ese baile donde también,
supuestamente se encontraba la condesa Potocka, señalada como “ex amante de Napoleón”. Se puede
entender entonces que la condesa ausente de la Villa a la que se refiere Ospina
es María Leszczynska (María Walewska) (1786-1817) esposa del conde Atanasio
Colonna-Walewski y conocida en la historia como “la amante polaca de Napoleón
Bonaparte”, viuda desde 1812 y quien ese año (1816) se casaría con el conde Philippe Antoine d'Ornano primo
segundo de Napoleón. María Walewska fallecería el año siguiente 1817 a los 31
años, al dar a luz a su tercer hijo. Una tercera condesa polaca, Maria Walewska,
tan importante o más, que las dos, Delfina y Emmanuela Potocka.
Maracaibo, 22 de octubre del año 2016
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