En la actualidad,
los plásticos se han introducido de una forma agresiva en la cadena trófica de
los seres vivos alterando el ciclo de vida y afectando directamente los
ecosistemas. El término microplástico apareció por
primera vez hace ya 15 años
gracias a un profesor de biología marina, Richard Thompson, cuya
intuición le hizo plantear un reto a sus estudiantes de que en vez de recoger
las piezas más grandes, recogieran las más pequeñas.
Los microplásticos o microesferas de plástico son pequeñas partículas sintéticas derivadas de plásticos, petróleo o incluso de productos del hogar. Se caracterizan por tener un tamaño inferior a 5 milímetros de diámetro lo cual puede llegar a ser imperceptible para el ojo humano. Los investigadores han encontrado muestras diminutas de plásticos en sitios extraños, desde el Everest, hasta en las propias heces o en placentas humanas.
Los microplásticos llegan hasta el intestino a través de bebidas y alimentos de los que se consumían a diario. Un reciente estudio holandés investigación los ha mostrado encontrándose por primera vez en la sangre humana. Heather Leslie y Marja Lamoree, de la Universidad Libre de Ámsterdam (Vrije Universiteit), constatan que se han hallado trozos de plástico -de 5 milímetros o menos-, provenientes del entorno vital y absorbidos por el torrente sanguíneo humano.
Un equipo multidisciplinario de investigadores italianos, liderado por Luigi Montano de la Unidad de Andrología del Hospital S. Francesco di Assisi en Salerno, ha dado un paso crucial en la comprensión de cómo los contaminantes ambientales afectan la salud reproductiva de las mujeres. El estudio, publicado bajo el título «First Evidence of Microplastics in Human Ovarian Follicular Fluid», revela por primera vez la presencia de microplásticos (MPs) en el líquido folicular humano,
El trabajo, desarrollado en el
marco del proyecto *EcoFoodFertility*
y aprobado por el Comité Ético de la ASL Campania Sur-Salerno, analizó muestras
de 18 mujeres (con una edad promedio de 35.9 años) que se sometieron a
tratamientos de fertilización in vitro en una clínica de Salerno entre 2019 y
2020. Para evitar contaminación, el equipo empleó materiales de vidrio y agujas
especiales, descartando muestras con rastros de sangre. La detección de
microplásticos se realizó mediante una técnica avanzada que combina microscopía
electrónica y espectroscopía, capaz de identificar partículas de menos de 10
micrómetros.
Los resultados son alarmantes: en el 77.8% de las muestras (14 de 18) se encontraron microplásticos, con una concentración promedio de 2191 partículas por mililitro. Las imágenes mostraron partículas diminutas (de alrededor de 4.48 micrómetros), pero no fibras ni fragmentos mayores. Lo más preocupante fue la correlación moderada pero significativa entre los niveles de MPs y la hormona FSH, un marcador clave de la reserva ovárica. Esto sugiere que los microplásticos podrían estar interfiriendo con la función reproductiva, aunque no se encontraron vínculos claros con otros factores como la edad, el índice de masa corporal o los resultados inmediatos de fertilización.
Investigadores y médicos de la Universidad de Murcia y las clínicas de reproducción asistida Next Fertility analizaron muestras de plasma seminal de 22 donantes y fluido folicular de 29 mujeres bajo tratamiento de fertilidad. Los resultados de este trabajo los presenta el primer autor de la investigación, el investigador español Emilio Gómez Sánchez, en la reunión anual de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE), por sus siglas en inglés), celebrada en París. Había microplásticos en el 69% de las muestras de fluido folicular, el líquido donde se desarrollan los ovocitos, futuros ovario.
Estos hallazgos adquieren mayor
peso al compararlos con estudios en animales, donde se ha demostrado que los
microplásticos alteran la producción
hormonal, aumentan el estrés oxidativo y dañan las células ováricas. La
presencia de estas partículas en el líquido folicular humano indica que pueden
atravesar barreras biológicas críticas, actuando como vehículos de disruptores
endocrinos y afectando el ambiente necesario para la maduración de los óvulos. Sin
embargo, el estudio tiene limitaciones. El pequeño número de participantes
(todas de una misma región italiana) y la falta de identificación química
detallada de los plásticos impiden generalizar los resultados. Por eso, los
investigadores subrayan la necesidad de estudios más amplios que exploren cómo
la acumulación de microplásticos podría relacionarse con problemas como la
falla ovárica prematura.
Con esta investigación
pionera abre un nuevo capítulo en el estudio de los contaminantes ambientales
(microplasticos) y su impacto en la fertilidad. Aunque los hallazgos son
preliminares, refuerzan la urgencia de investigar los umbrales de toxicidad de
los microplásticos y desarrollar estrategias para reducir su exposición. Desde
una perspectiva clínica, estos resultados invitan a considerar la contaminación
por plásticos como un factor relevante en la evaluación de la salud
reproductiva femenina, especialmente en zonas con alta polución ambiental.
Maracaibo, jueves 7
de agosto del año 2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario