“El médico que sólo
sabe medicina; ni medicina sabe”, es una
conocida frase que se le atribuye equivocadamente al químico y microbiólogo
francés Louis Pasteur, pero que en realidad es del polifacético médico
catalán José de Letamendi y Manjarrés.
José de Letamendi y Manjarrés (1828-1897) fue un médico
y académico español nacido en Barcelona quien fue catedrático de Anatomía en
la Universidad de Barcelona de 1857 a 1878
y de la cátedra de Patología General en la Universidad Central de Madrid. En 1869
fue presidente del Ateneu Barcelonès. En 1888, fue nombrado
académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina,
sillón número 41. Fue también fue senador por la provincia de Tarragona (1886-1890).
Además
de numerosas publicaciones de carácter científico, también cultivó la poesía,
la música y la pintura. Dirigió el semanario La Salud (1877) con
publicaciones en Archivos de la Medicina Española, la Revista
de Medicina y Cirugía Prácticas, Diario Médico, Revista
Medico-Social,¿ El
Día,¿ La España Moderna, La Ilustración Artística, El Liberal y El Imparcial, entre
otras.
Se sabe que dictaba enseñanza privada de Matemáticas a los veintitrés años,
y que cursó la licenciatura de Medicina entre 1845 a 1852, demostrando gran capacidad
intelectual. Vinculado a la Facultad de Medicina de Barcelona, en 1854 ya era auxiliar
en la cátedra de Anatomía de la Universidad de Barcelona,
Letamendi supo compaginar la labor docente con la actividad profesional,
pues en 1854 ocupaba la plaza de médico titular de Sant Gervasi, y en 1855
desempeñaba la inspección médica del distrito cuarto de Barcelona con motivo de
la epidemia de cólera; dirigió en estos años el Hospital de Hostafrancs durante
el brote epidémico de 1855. Doctorado en 1857 con el trabajo ¿Es cierto
que la medicina interna no progresa? (Barcelona, 1857), e inició una
intensa actividad de publicista que no abandonó a lo largo de toda su vida.
Letamendi y Manjarrés era miembro de las más prestigiosas sociedades
científicas catalanas, la Real Academia de Medicina, y el Ateneo Barcelonés,
institución de la que ostentó la Presidencia. La inquietud intelectual de
Letamendi le llevó a realizar un Informe en 1862 sobre el “Ictineo”,
especie de submarino fabricado por Monturiol, y en el que se sumergió en el
muelle de Barcelona. Un nuevo brote colérico le llevó a ocuparse en 1865 de la
dirección del Hospital de Hostafrancs para contagiados de la epidemia. Al año
siguiente en 1866, presidió la inauguración del Instituto Médico de Barcelona,
fundado por el médico psiquiatra catalán Juan Giné y Partagás.
Superados los años de la Revolución de septiembre de 1868, solicitó
Letamendi la cátedra de la Universidad de Madrid en 1870, que no le fue
otorgada. Sin embargo, ocho años más tarde, en 1878 obtuvo la deseada plaza
universitaria en la capital del reino, siendo nombrado catedrático de Patología
General de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, centro en el que
llegó a ostentar el cargo de decano.
La obra escrita de José de
Letamendi, amplia y reiterativa, secuaz del romanticismo filosófico-médico
alemán, se inscribe en las pautas del vitalismo heredado de los años finales
del siglo XVIII y primera mitad del XIX. La brillantez y agudeza de sus
exposiciones no mengua la clara servidumbre a la filosofía natural
alemana. Entre los antecedentes y fuentes de las que se nutre su
pensamiento filosófico-médico deben citarse el vitalismo browniano de finales
del siglo XVIII. Con estos precedentes el influjo de la Naturphilosophie
alemana impregna toda la obra de José de Letamendi.. Las similitudes y
afinidades conceptuales entre letamendismo y brownismo son más que evidentes en
el libro Patología General de José de Letamendi, especialmente
de los términos incitabilidad e incitación base
del sistema browniano.
En la obra de José de Letamendi se dan cita los supuestos de la medicina
romántica como la idea de polaridad natural. Letamendi, influido por Goethe y
Schelling, concibe la naturaleza dotada de polaridad positiva y negativa, como
la electricidad, la atracción y repulsión magnética; Letamendi, secuaz
desfasado del romanticismo, sitúa el Sol, el día, la actividad y la virilidad
en el polo positivo, en cambio su opuesto el polo negativo comprende la noche,
la Luna, la tierra, el reposo y la feminidad.
Recibió
críticas de Pío Baroja quien dijo que
Letamendi era un farsante. Baroja quien había sido alumno de Letamendi en la Facultad
de Medicina de Madrid y fue suspendido reiteradamente en su asignatura y luego
en la Facultad de Medicina en Valencia, fue suspendido de nuevo. El ilustre
escritor, acabó la carrera, pero nunca practicó la profesión. Más duro, fue
Gregorio Marañón, quien recomendó que nadie leyera a Letamendi.
Criticó su enciclopedismo y su intento de renovación hipocrática, algo pasado
de moda, aunque también admitió que su Patología General fue un avance en su
tiempo.
Durante muchos
años, Letamendi sufrió una dolencia crónica intermitente que le producía
intensos dolores que le obligaban a guardar cama durante días o semanas e incluso
meses. No por ello suspendió su actividad literaria. Respiración disneica,
lentos y desmayados los ademanes por el dolor, cuando superaba estos episodios
agudos, podía retornar a una actividad casi normal. Los últimos cinco años de
su vida los pasó confinado en su domicilio.
Aunque sus
biógrafos no entran con claridad en la naturaleza de su enfermedad, parece
claro que Letamendi sufría de cálculos del aparato urinario, especialmente los
de la vejiga. Como era habitual en estos casos, se presentó una infección de
orina, infección que se extendió al resto del organismo (septicemia). Durante
cuatro o cinco días tuvo escalofríos y fiebre alta sin que su pensamiento se
alterase. Todos los recursos terapéuticos fueron inútiles. Como resultado de
este episodio, el Dr. José de Letamendi falleció el día 6 de julio de1897
Maracaibo, sábado 27 de septiembre del año 2025.
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