ESCENA II
En el
escenario aparece la oficina del doctor Wagner, muestra un gran escritorio con
un microscopio de luz en el centro, está rodeado de láminas de vidrio con
preparaciones coloreadas, que están colocadas sobre carpetas de cartón y esperan
ser examinadas en el microscopio. En una silla, el doctor Wagner aparece
sentado frente a su microscopio. Sobre el escritorio, sentado con las piernas
cruzadas e indudablemente en una condición no visible para el patólogo, se
encuentra el bufón. Las paredes muestran estantes con muchos libros y un
sinnúmero de frascos de los más variados tamaños, y dentro de ellos flotan
especímenes de distinto tamaño formas y colores, hay dedos, trozos de pellejo y
grasa, fetos, y en uno de ellos hay un corazón. Todos los frascos están
identificados por etiquetas en las cuales el proffesor ha escrito de su puño y
letra un diagnóstico y un número.
Detrás del doctor Wagner, el juglar
apoyado en un estante, cadenciosamente hace sonar su laúd y gime una triste
melopea que ha de sonar durante toda la escena, la tonada recuerda una que dice...
“ de noche si es que me acuesto le rezo
a la virgen de la Macarena”....
Al subir el telón, el doctor Gartán
entra en escena, hace irrupción, y el profesor Wagner sentado ante el
microscopio, en su sillón, le mira...Y dice:
WAGNER: ¿Cómo está amigo Gartan? Ya me contó
el doctor Salazar por el teléfono toda la historia, así que no me diga nada, lo
tengo todo resuelto. He averiguado todo y el diagnóstico dejará de ser una cosa
del azar. El error estuvo allá abajo, en la sala de autopsias. Usted
sabe cómo son esas gentes; son descuidados, botaron lo que tenían que congelar.
No le ponen atención al trabajo, porque solo están pendientes de los funerarios
y de cuanto le van a cobrar a los familiares del muerto. Bueno, dizque
honorarios... También le reclamé al patólogo, pues es su responsabilidad, pero
déjeme que llame un momento al doctor Cesar Aranda, él es el responsable del
caso y ya está en cuenta.
Pulsa un botón
rojo. El bufón salta al sonar estridente un timbre. El bufón hace morisquetas
alrededor del doctor Wagner, quien ni se inmuta, ni lo siente...
RODRIGO: Mire doctor Wagner, yo no quiero que
el doctor Aranda se vaya a molestar porque yo tenga que meterme a examinar las
muestras de este caso. Se lo digo porque yo sé que él es, un poco delicado...
WAGNER: Mire Rodrigo, eso del doctor Aranda
es problema mío.
Una señorita en minifalda aparece en
la puerta. El bufón la mira y haciendo gestos sobre sus curvas y se va
acercando hacia ella mientras sigue haciendo muecas. Al hablar el doctor
Wagner, el bufón volteará a mirarlo.
WAGNER:-Maigualida, escúcheme un momento,
encuéntreme al doctor Aranda, donde quiera que esté y le dice que venga
inmediatamente.
Se dirige a Rodrigo en cuanto sale Maigualida y el bufón escapa de la escena detrás de la joven secretaria. -Yo soy el jefe y si doy una orden, él tiene que cumplirla. ¿No es verdad amigo Gartan?
RODRIGO: Si es cierto, bueno, yo creo...
WAGNER: Acérquese al microscopio Rodrigo,
quiero mostrarle una lesión muy interesante que recibimos hace unos días.
Rodrigo se acerca y Wagner se levanta
dejándole la silla, y mientras Rodrigo enfoca y Wagner parece relatarle la
historia del caso, el juglar detrás de ellos cambia el gemido de su melopea por
unas estrofas.
JUGLAR: Con suavidad y encanto,/ al dar
inicio a las trágicas secuencias, / les canto, para endulzar la audiencia./ El
banano, guineo-cambur,/ puede pasar a ser un cargo protervo, /”desmaye el peso
de su dulce carga”, / topocho-puesto-titiaro, / la codicia puede ser mortal
arma, / armaros, de paciencia compañeros, / recién comienza el drama, / la inconciencia
y el azar señero, /en la tierra infeliz de los palmares, / convertirán a un
caballero, /quizá de antigua adarga, / en pájaro inseñero, / los avatares,
lo dejarán en un ruinoso alero, / pero, a la larga persistirá en aquello, / de
decir como Bello,/... “el banano primero”.
Con las estrofas finales, hace su aparición, por una
de las entradas laterales, moreno, gordo y cachaplón, el médico patólogo
requerido en cuestión.
ARANDA: ¿Dígame doctor Wagner? Me dijo Maigua
que me estaba llamando...
WAGNER: Mi secretaria se llama Maigualida,
doctor Aranda... Necesito que me traiga del frasco donde está el cerebro de la
niña Yamelis Soto, tráigame muestras del material fijado, del Asta de Amón, del
cerebelo y de la corteza. Lo necesito ya. Estas muestras, el doctor Gartan debe
llevárselas para estudiarlas con el microscopio electrónico.
ARANDA: Ese frasco está todavía abajo doctor
Wagner, yo no he tenido tiempo de subirlo, pero, de aquí a un ratico, puedo
pedirle a alguien que me lo traiga para acá.
WAGNER: Usted, haga como quiera, pero yo las necesito
aquí a esas muestras, inmediatamente!!
En ese momento, entra el bufón
haciendo muecas y gira corriendo como loco alrededor del doctor Aranda quien, a
pesar de que no lo puede ver, se detiene, como si estuviese suspendido en el
tiempo, mientras analiza la respuesta de su jefe. Al fin, hace un gesto de
desagrado, levanta los hombros y sale tirando la puerta, el portazo le da al
bufón en las narices y lo hace caer sentado. El doctor Wagner sonríe mirando a
Rodrigo y le habla mientras el bufón grita llorando y sobándose las narices.
WAGNER: No se preocupe, que él es así, es grosero,
pero ya regresará muy pronto con lo que usted necesita. Vuelva a mirar la
lámina del caso por el microscopio, y dígame, que le parece ese tumor... Se
voltea sacando unos libros de una pequeña biblioteca. A su lado el juglar
consuela al bufón y volviendo a hacer sonar su laúd, ambos gimen mumurando
cadenciosamente la antigua melopea de la virgencita gitana... Rodrigo sigue mirando por el microscopio y se
voltea dirigiéndose al doctor Wagner…
RODRIGO: Después de mirar muy bien este tumor,
doctor Wagner, creo, me parece, que debe ser un coriocarcinoma… ¡Es muy
hemorrágico!...
Levanta la vista y mira al doctor
Wagner quien se acerca hacia él.
WAGNER: Una cosa así es el
diagnóstico, sí, un tumor germinal, y lo quiero llevar a las Jornadas de
Anatomía Patológica este año, ya va a ver que va a ser una sorpresa.
Hace irrupción el doctor Cesar Aranda y coloca
ruidosamente un frasco sobre el escritorio de su jefe; el bufón hace gestos como
queriendo estrangularlo, pero el juglar lo contiene, se enfrascan ambos -juglar
y bufón- en un forcejeo.
ARANDA: Aquí
está el frasco que me pidió.
Se da media vuelta y sale tirando de nuevo la puerta.
El bufón parece calmarse.
RODRIGO: Tomando el frasco. Gracias por su ayuda doctor Wagner.
Lo primero que haré es procesar estas muestras para histología, así podré
orientarme mejor antes de ir al microscopio electrónico. En cuanto tenga un
resultado, yo le aviso.
Sale por la puerta y cae lentamente
el telón mientras juglar y bufón escapan cada uno por un lado del escenario.
Cae el telón.
Esta
es la segunda parte de 3, de una tragicomedia que está publicada en mi novela “La
Entropia Tropical”(Ediluz, Maracaibo, 2003), y apareció en este blog en octubre
del 2014.
Maracaibo,
domingo 16 de abril del año 2023
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