Marcia, fue una ciudadana romana, hija
del historiador Aulo Cremucio Cordo. Marcia es conocida en la
historia por salvar la obra de su padre -los Anales- y por la obra
que el filósofo Séneca le dedicó: “Consolación a Marcia”. Marcia vivió en
el siglo I de la era cristiana y es recordada por ser gran amiga del filósofo
Séneca y por ello, los detalles que sabemos sobre Marcia se deben a “La
consolación”, una obra que Séneca le dedicó, a modo de discurso personal, que
iba dirigido a ella, para apaciguar su dolor por la pérdida de un hijo.
Poco se sabe de Marcia, salvo que era hija de Aulo Cremucio Cordo, un historiador de ideas republicanas, condenado post mortem por el emperador Tiberio por el delito de lesa majestad. Marcia arriesgó su vida escondiendo el único ejemplar de la obra de su padre, los Anales, gracias a lo cual se salvó de la destrucción y por tanto de la censura, hasta que Calígula levantó la prohibición de la obra de su padre y ella encargó nuevas copias para su circulación. La valentía de Marcia frente a la censura del poder es citada como un ejemplo de que la censura al poner de relieve la obra de los castigados acrecienta su fama y le da gloria a quienes pretendía castigar, así como del valor de aquellos rebeldes gracias a los cuales textos prohibidos se mantienen vivos hasta nuestros días.
El historiador romano Aulo Cremucio
Cordo, -padre de Marcia- de cuya obra apenas se conservan algunos fragmentos, se
vio obligado al suicidio sin consolación alguna, hecho acaecido durante el
régimen de Lucio Elio Sejano un político y militar romano,
gran amigo y confidente del segundo emperador romano, Tiberio.
Elio Sejano era prefecto del pretorio del emperador y tras haber
sido nombrado prefecto introdujo una serie de reformas en el cuerpo legislativo
que lo transformaron de una especie de guardaespaldas del emperador. Cuando
Tiberio se retiró a la isla de Capri en
el 26, Elio Sejano quedó en posesión de toda la administración y actuaba como
gobernante de facto. De prefecto, pasó a convertirse en uno de los hombres
más poderosos y temidos, pero su carrera terminó en el año 31, con su
elección consular, cuando él y sus seguidores sin
consuelo alguno, fueron ejecutados.
Marcia, que era una mujer
inteligente y erudita, fue capaz de valorar la obra de su padre, Aulo Cremucio,
consiguiendo salvar sus escritos de la quema. Luego, durante el principado de
Calígula, cuando había sido levantada la prohibición de la obra de su padre,
Marcia se encargaría de ponerla de nuevo en circulación. La mayor parte de lo
que se conoce de Marcia se relaciona con la muerte de su hijo, Metilio. Según
se desprende de la obra de Séneca, el amor de Marcia por su hijo la llevó a
hacer un luto que se extendía ya por más de tres años, un desconsuelo totalmente
exagerado en el mundo romano de aquella época, en tiempos cuando estos
desconsuelos no eran lo habitual, por lo que la entrada de Marcia en un estado
de continua desdicha y depresión, acicateo la escritura del filósofo Séneca.
Séneca puso dos ejemplos en su “Consolación a Marcia”; el de Octavia, la
hermana de Octavio quien tras
el primer triunvirato pasó a llamarse Augusto y se convirtió en el primer emperador romano y también el de la tercera y definitiva esposa de Octavio, (https://tinyurl.com/36e6j7vx)
la hermosa Livia Drusila
proponiéndola para
establecer su actitud como el modelo que debería seguir Marcia. La comparó con
Octavia por el largo duelo que esta llevó también con la muerte de su hijo y
cómo este “desconsolado” comportamiento no le parecía al filósofo que era
correcto.
Por el contrario, de acuerdo con Seneca
en la “Consolación a Marcia”, Livia, siguió adelante a pesar de haber pasado
por la misma experiencia, siendo esa la forma de ser que Séneca esperaba de
Marcia. No obstante, si se analiza la historia, Livia Drusila o Julia
Augusta (59/58 a. C.-29 d. C.) quien fue la tercera
esposa del emperador Augusto.
Se casó en primeras nupcias con Tiberio Claudio Nerón, a
quien dio dos hijos: Tiberio Claudio Nerón, futuro emperador, y Druso,
un gran general. Livia fue abuela de Germánico y de Claudio,
bisabuela de Calígula y Agripina la
Menor y tatarabuela de Nerón.
Séneca repite la misma fórmula comparándola
con otras mujeres, con Cornelia, la madre de los Graco, famosa por su templanza
después de la muerte de muchos de sus hijos. Debió ser Marcia una madre
ejemplar, dedicada por completo a la tarea de criar a su hijo. Pero también
parece que fue una mujer muy necesitada, pues Metilio renunció a un sacerdocio
para poder cuidar de Marcia. De hecho, Séneca esperaba que sus dos nietas la
ayudasen a llenar ese vacío.
Otra de las características que
Séneca retrata de Marcia es lo parecida que era en temperamento a los hombres.
Así, alaba en Marcia cualidades como el vigor, la resistencia al dolor y a la
fatiga y la capacidad para acometer grandes empresas, además de su capacidad
para aprender y enseñar. En conjunto, y aunque no se puede obviar el hecho de
que Séneca haya podido exagerar su relato en favor de Marcia, la imagen que ha
quedado de ella es la de una mujer de alcurnia, bien instruida, buena dirigente
del hogar y, sobre todo, madre entregada, a la altura de las más insignes
mujeres romanas del momento.
Si por algo es recordada Marcia, precisamente
es por “la consolación a Marcia” que su amigo Séneca le dedicó, pero también
por la protección que efectuó sobre el legado de su padre, enfrentándose a un
veredicto que habría supuesto el fin de sus escritos.
En la obra “consolacion”, además,
Séneca compara dos modelos de llanto maternal: el de Octavia la
Menor, hija de Augusto, quien, al perder a su hijo Marcelo cuando este tenía 20
años, “no puso freno a sus llantos y gemidos”, y el de Livia, esposa de Augusto,
la cual, al perder a su hijo Druso, “tan
pronto como lo puso en la tumba, enterró junto con su hijo toda su pena, y
lamentó su pérdida no más de lo que respetaba al César o era justa con Tiberio,
viendo que ambos estaban vivos”. Séneca admira el temple de Livia,
pues: “si te aplicas a imitar a la magnánima Livia, más moderada y
tranquila en su dolor, no te dejarás consumir en los tormentos”.
Livia nació el 30 de enero del año 59 o 58 a. C., hija de Marco Livio Druso Claudiano y su esposa Alfidia, quien era hermana de Aufidio Lurco. El diminutivo de Drusila («la pequeña Drusa») hace pensar que pudiera tratarse de una segunda hija. En 42 a. C., su padre se suicidó en Filipos junto con Casio y Bruto, los asesinos de Julio César, que fueron derrotados por Octavio y Marco Antonio. En torno a 42 a. C., contrajo matrimonio con Tiberio Claudio Nerón, un primo suyo de familia patricia. Después de la Guerra Civil que siguió al asesinato de Julio César, Tiberio Claudio Nerón estaba en el bando contrario a Octavio; la familia sobrevivió a la persecución y se encontró con Augusto en 39 a. C.. En aquellos momentos, Livia ya tenía un hijo, el futuro emperador Tiberio, y estaba embarazada del segundo, Druso el Mayor.
La leyenda cuenta que Augusto se
enamoró fulminantemente de ella, pues pasaba por ser una de las mujeres más
bellas de su tiempo, y que se casaron un día después de que sus divorcios
fueran anunciados. Aparentemente, Tiberio Claudio Nerón estuvo de acuerdo en
ello y fue a la boda. La importancia del papel de los Claudios en la política
de Augusto y la supervivencia política de Tiberio Claudio Nerón parecen las
explicaciones más racionales para esta tempestuosa unión.
De cualquier modo, el matrimonio
entre Livia y Augusto se mantuvo durante los siguientes 52 años, a
pesar del hecho de que no tuvieron hijos, y ella siempre disfrutó del
privilegio de ser la consejera de confianza de su esposo. Después del suicidio
de Marco Antonio tras la batalla de Accio en 31 a. C., Octavio no
encontró más oposición a su poder. Finalmente, y siempre con Livia a su lado,
(aquí la vemos en mármol en el Louvre) fue nombrado emperador de Roma con el
título de Cesar Augustus. Juntos establecieron el modelo de pareja romana.
Maracaibo, martes 7 de
enero del año 2025
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