martes, 7 de enero de 2025

Consolaciones

 

Marcia, fue una ciudadana romana, hija del historiador Aulo Cremucio Cordo. Marcia es conocida en la historia por salvar la obra de su padre -los Anales- y por la obra que el filósofo Séneca le dedicó: “Consolación a Marcia”. Marcia vivió en el siglo I de la era cristiana y es recordada por ser gran amiga del filósofo Séneca y por ello, los detalles que sabemos sobre Marcia se deben a “La consolación”, una obra que Séneca le dedicó, a modo de discurso personal, que iba dirigido a ella, para apaciguar su dolor por la pérdida de un hijo.

Poco se sabe de Marcia, salvo que era hija de Aulo Cremucio Cordo, un historiador de ideas republicanas, condenado post mortem por el emperador Tiberio por el delito de lesa majestad. Marcia arriesgó su vida escondiendo el único ejemplar de la obra de su padre, los Anales, gracias a lo cual se salvó de la destrucción y por tanto de la censura, hasta que Calígula levantó la prohibición de la obra de su padre y ella encargó nuevas copias para su circulación. La valentía de Marcia frente a la censura del poder es citada como un ejemplo de que la censura al poner de relieve la obra de los castigados acrecienta su fama y le da gloria a quienes pretendía castigar, así como del valor de aquellos rebeldes gracias a los cuales textos prohibidos se mantienen vivos hasta nuestros días.


El historiador romano Aulo Cremucio Cordo, -padre de Marcia- de cuya obra apenas se conservan algunos fragmentos, se vio obligado al suicidio sin consolación alguna, hecho acaecido durante el régimen de Lucio Elio Sejano un político y militar romano, gran amigo y confidente del segundo emperador romano, Tiberio. Elio Sejano era prefecto del pretorio del emperador y tras haber sido nombrado prefecto introdujo una serie de reformas en el cuerpo legislativo que lo transformaron de una especie de guardaespaldas del emperador. Cuando Tiberio se retiró a la isla de Capri en el 26, Elio Sejano quedó en posesión de toda la administración y actuaba como gobernante de facto. De prefecto, pasó a convertirse en uno de los hombres más poderosos y temidos, pero su carrera terminó en el año 31, con su elección consular, cuando él y sus seguidores sin consuelo alguno, fueron ejecutados. 

 

Marcia, que era una mujer inteligente y erudita, fue capaz de valorar la obra de su padre, Aulo Cremucio, consiguiendo salvar sus escritos de la quema. Luego, durante el principado de Calígula, cuando había sido levantada la prohibición de la obra de su padre, Marcia se encargaría de ponerla de nuevo en circulación. La mayor parte de lo que se conoce de Marcia se relaciona con la muerte de su hijo, Metilio. Según se desprende de la obra de Séneca, el amor de Marcia por su hijo la llevó a hacer un luto que se extendía ya por más de tres años, un desconsuelo totalmente exagerado en el mundo romano de aquella época, en tiempos cuando estos desconsuelos no eran lo habitual, por lo que la entrada de Marcia en un estado de continua desdicha y depresión, acicateo la escritura del filósofo Séneca.

 

Séneca puso dos ejemplos en su “Consolación a Marcia”; el de Octavia, la hermana de Octavio quien tras el primer triunvirato pasó a llamarse Augusto y se convirtió en el primer emperador romano y también el de la tercera y definitiva esposa de Octavio, (https://tinyurl.com/36e6j7vx) la hermosa Livia Drusila proponiéndola para establecer su actitud como el modelo que debería seguir Marcia. La comparó con Octavia por el largo duelo que esta llevó también con la muerte de su hijo y cómo este “desconsolado” comportamiento no le parecía al filósofo que era correcto.

 

Por el contrario, de acuerdo con Seneca en la “Consolación a Marcia”, Livia, siguió adelante a pesar de haber pasado por la misma experiencia, siendo esa la forma de ser que Séneca esperaba de Marcia. No obstante, si se analiza la historia, Livia Drusila o Julia Augusta (59/58 a. C.-29 d. C.) quien fue la tercera esposa del emperador Augusto. Se casó en primeras nupcias con Tiberio Claudio Nerón, a quien dio dos hijos: Tiberio Claudio Nerón, futuro emperador, y Druso, un gran general. Livia fue abuela de Germánico y de Claudio, bisabuela de Calígula y Agripina la Menor y tatarabuela de Nerón.

 

Séneca repite la misma fórmula comparándola con otras mujeres, con Cornelia, la madre de los Graco, famosa por su templanza después de la muerte de muchos de sus hijos. Debió ser Marcia una madre ejemplar, dedicada por completo a la tarea de criar a su hijo. Pero también parece que fue una mujer muy necesitada, pues Metilio renunció a un sacerdocio para poder cuidar de Marcia. De hecho, Séneca esperaba que sus dos nietas la ayudasen a llenar ese vacío.

 

Otra de las características que Séneca retrata de Marcia es lo parecida que era en temperamento a los hombres. Así, alaba en Marcia cualidades como el vigor, la resistencia al dolor y a la fatiga y la capacidad para acometer grandes empresas, además de su capacidad para aprender y enseñar. En conjunto, y aunque no se puede obviar el hecho de que Séneca haya podido exagerar su relato en favor de Marcia, la imagen que ha quedado de ella es la de una mujer de alcurnia, bien instruida, buena dirigente del hogar y, sobre todo, madre entregada, a la altura de las más insignes mujeres romanas del momento.

 

Si por algo es recordada Marcia, precisamente es por “la consolación a Marcia” que su amigo Séneca le dedicó, pero también por la protección que efectuó sobre el legado de su padre, enfrentándose a un veredicto que habría supuesto el fin de sus escritos.

 

En “la consolación a Marcia”, Séneca desgrana uno de los ejes centrales de su filosofía estoica, al reconocer e incluso esperar la muerte como algo natural e inevitable que puede sobrevenirnos en cualquier momento. Sin embargo, algunos aspectos de la obra, sobre todo el que trata con la inmortalidad del alma, son tan semejantes a los propugnados por el cristianismo que llevaron a muchos pensadores cristianos como a Tertuliano o a San Jerónimo a considerar la filosofía de Séneca, y a él mismo, como “saepe noster”, esto es, a menudo, uno de los nuestros. Mostramos aquí (ver), un busto imaginario de Séneca en mármol, elaborado en el siglo XVII que reposa en el Museo del Prado, Madrid, España.

 

En la obra “consolacion”, además, Séneca compara dos modelos de llanto maternal: el de Octavia la Menor, hija de Augusto, quien, al perder a su hijo Marcelo cuando este tenía 20 años, “no puso freno a sus llantos y gemidos”, y el de Livia, esposa de Augusto, la cual, al perder a su hijo Druso, “tan pronto como lo puso en la tumba, enterró junto con su hijo toda su pena, y lamentó su pérdida no más de lo que respetaba al César o era justa con Tiberio, viendo que ambos estaban vivos”. Séneca admira el temple de Livia, pues: “si te aplicas a imitar a la magnánima Livia, más moderada y tranquila en su dolor, no te dejarás consumir en los tormentos”.

 

Livia nació el 30 de enero  del año 59 o 58 a. C., hija de Marco Livio Druso Claudiano y su esposa Alfidia, quien era hermana de Aufidio Lurco. El diminutivo de Drusila («la pequeña Drusa») hace pensar que pudiera tratarse de una segunda hija. En 42 a. C., su padre se suicidó en Filipos junto con Casio y Bruto, los asesinos de Julio César, que fueron derrotados por Octavio y Marco Antonio. En torno a 42 a. C., contrajo matrimonio con Tiberio Claudio Nerón, un primo suyo de familia patricia. Después de la Guerra Civil que siguió al asesinato de Julio César, Tiberio Claudio Nerón estaba en el bando contrario a Octavio; la familia sobrevivió a la persecución y se encontró con Augusto en 39 a. C.. En aquellos momentos, Livia ya tenía un hijo, el futuro emperador Tiberio, y estaba embarazada del segundo, Druso el Mayor.

 

Livia Drusila fue deificada por Claudio y recibió el título de Augusta después de que Tiberio se negase a hacerlo y a ejecutar su testamento, tarea que fue llevada a cabo por Calígula. Se muestra (ver) una estatua de Livia vestida como Ceres en el Museo de Louvre, Paris, Francia.  En 42 a. C., su padre la casó con Tiberio Claudio Nerón, su primo, de condición patricia, que luchaba con él en el lado de los asesinos de Julio César contra Octavio. Su padre se suicidó en la batalla de Filipos, junto con Cayo Casio Longino y Marco Junio Bruto, y su marido a continuación siguió luchando contra Octavio, ahora en nombre de Marco Antonio y de su hermano. En 40 a. C., la familia se vio obligada a huir de Italia con el fin de evitar las proscripciones octavianas, y se unió a Sexto Pompeyo en Sicilia, después de pasar a Grecia. Sobrevivió a su segundo hijo Nerón Claudio Druso y a sus nietos: Germánico, hijo de Druso el Mayor y a su primo Druso el Menor, hijo de Tiberio.


La leyenda cuenta que Augusto se enamoró fulminantemente de ella, pues pasaba por ser una de las mujeres más bellas de su tiempo, y que se casaron un día después de que sus divorcios fueran anunciados. Aparentemente, Tiberio Claudio Nerón estuvo de acuerdo en ello y fue a la boda. La importancia del papel de los Claudios en la política de Augusto y la supervivencia política de Tiberio Claudio Nerón parecen las explicaciones más racionales para esta tempestuosa unión.

 

De cualquier modo, el matrimonio entre Livia y Augusto se mantuvo durante los siguientes 52 años, a pesar del hecho de que no tuvieron hijos, y ella siempre disfrutó del privilegio de ser la consejera de confianza de su esposo. Después del suicidio de Marco Antonio tras la batalla de Accio en 31 a. C., Octavio no encontró más oposición a su poder. Finalmente, y siempre con Livia a su lado, (aquí la vemos en mármol en el Louvre) fue nombrado emperador de Roma con el título de Cesar Augustus. Juntos establecieron el modelo de pareja romana.

 

Maracaibo, martes 7 de enero del año 2025

 

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