sábado, 28 de diciembre de 2024

Juana de Ibarbourou

Juana Fernández Morales (1892-1979) es Juana de Ibarbourou. Poetisa uruguaya considerada una de las voces más personales de la lírica hispanoamericana de principios del siglo XX. A los veinte años se casó con el capitán Lucas Ibarbourou, del cual adoptó el apellido con el que firmaría su obra. Tres años después se trasladó a Montevideo, donde vivió desde entonces.

 

La literatura uruguaya del siglo XX contó entre la nómina de sus autores con una serie de poetisas María Eugenia Vaz Ferreira, Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou. Cada una de ellas desplegó un acento propio y característico; así, mientras Vaz Ferreira representa la altiva castidad, y Agustini la mujer en espera anhelante, Juana de Ibarbourou representa el equilibrio de la entrega espontánea.

 

Sería con la chilena Gabriela Mistral con quien Juana de Ibarbourou mantuvo un parentesco más directo: ambas con la misma sensibilidad exquisita y arrebatadora, la misma sinceridad de pasión, facilidad y sencillez en la expresión, en cambio separadas por su mundo anímico: Gabriela Mistral poseída de un espiritualismo cristiano; e Ibarbourou, en sus primeras obras aparece loca de vida, pagana, desbordando vitalidad y sensualidad no escapó a la influencia modernista y paulatinamente su poesía se desviste de pompas para ganar en efusión y sinceridad.

 

Sus primeros poemas aparecieron en periódicos de la capital uruguaya (La Razón) bajo el seudónimo de Jeannette d’Ibar. Comenzó su larga travesía lírica con los poemarios Las lenguas de diamante (1919), El cántaro fresco (1920) y Raíz salvaje (1922). Muy marcados por el modernismo, su influencia se percibe en la abundancia de imágenes sensoriales y cromáticas, de alusiones bíblicas y míticas, siempre con un acento muy singular.

 

Su temática tendía a la exaltación sentimental de la entrega amorosa, de la maternidad, de la belleza física y de la naturaleza. Juana le imprimió a sus poemas un erotismo que constituye una de las vertientes capitales de su producción, tempranamente reconocida en 1929 y proclamada "Juana de América" en el Palacio Legislativo del Uruguay. ceremonia que El poeta "oficial" uruguayo Juan Zorrilla de San Martín  que contó con la participación del ensayista mexicano Alfonso Reyes.


 

Poco a poco su poesía se fue despojando del ropaje modernista para ganar en efusión y sinceridad. En La rosa de los vientos (1930) se adentró en el vanguardismo, rozando incluso las imágenes surrealistas. Con Estampas de la BibliaLoores de Nuestra Señora e Invocación a san Isidro, todos de 1934, inició en cambio un camino hacia la poesía mística. En la década de 1950 se publicaron sus libros Perdida (1950), Azor (1953) y Romances del destino (1955). En esta misma época, en Madrid, salieron a la luz sus Obras completas (1953), donde se incluyeron dos libros inéditos Dualismo y Mensaje del escriba. De su obra poética posterior destaca Elegía (1967), libro en memoria de su marido.


Juana de Ibarbourou ocupó la presidencia de la Sociedad Uruguaya de Escritores en 1950. Cinco años más tarde su obra fue premiada en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, y en 1959 el gobierno uruguayo le concedió el Gran Premio Nacional de Literatura, otorgado por primera vez aquel año. Su obra en prosa estuvo enfocada fundamentalmente hacia el público infantil; en ella destacan Epistolario (1927) y Chico Carlo (1944).

 

La evolución de su poética ha sido comparada al ciclo de la vida humana; se ha dicho que Las lenguas de diamante (1919) equivalen al nacimiento a la vida, Raíz salvaje (1922) a la apasionada juventud, La rosa de los vientos (1930) a la madurez y Perdida (1950) a la vejez. En cada uno de esos libros el paso del tiempo, en continua progresión, va adquiriendo una mayor importancia. Estampas de la Biblia (1934) y Loores de Nuestra Señora (1934) acusan una evolución religiosa. 

 

En sus inicios, Juana de Ibarbourou no escapó a la influencia modernista, pero paulatinamente su poesía se desviste de pompas para ganar en efusión y sinceridad. En su producción poética encontramos una continua evolución "Tómame ahora que aún es temprano / y que llevo dalias nuevas en la mano". Los sentimientos de la autora, en soledad o en diálogo con la naturaleza, constituyen la temática central de sus versos.

 

El escritor venezolano Rufino Blanco Fombona dijo de Ibarbourou que su filosofía se reduce al horror a la nada; por eso concebirá a la muerte como una continuación de la vida, casi como su evolución natural. No existe un verdadero horror a la muerte; en Vida garfio, uno de sus mejores poemas, se imagina muerta, pero, en realidad, continúa sobreviviendo por el amor: "¡Por la parda escalera de raíces vivas / yo subiré a mirarte en los lirios morados!".

 

Nada hay menos intelectual, pues, que la lírica de Ibarbourou; todos sus pensamientos arrancan de sus propias sensaciones. La naturaleza le atrae, la siente, y habla con ella, con el río y con el árbol; les da carne y sangre y hace que aparezcan ante nosotros con sus sufrimientos y alegrías. A veces recurre para ello a atrevidas imágenes; así describe el ciprés: "Parece un grito que ha cuajado en árbol / o un padrenuestro hecho ramaje quieto".

 

Ante todo, Juana de Ibarbourou es la voz del amor juvenil y ardoroso, de la mujer que se sabe admirada y deseada por el hombre y que lleva dentro de sí toda la fuerza de esa naturaleza que ama "Besarás mil mujeres, mas ninguna / te dará esta impresión de arroyo y selva / que yo te doy". Para ella el amor no es sino una forma de participación en el misterio continuo del mundo: "Somos grandes y solos sobre el haz de los campos", le dirá a su amado. Siempre se encuentra en su voz, exigida por la fuerza de sus sentimientos, una sinceridad total en el pensamiento, y al mismo tiempo la expresión violenta e ingenua de la pasión.

 

En 1967 publicó Elegía, obra dedicada a su esposo Lucas Ibarbourou, fallecido muchos años antes. Como su título indica, el libro es apasionado, pero contiene un canto de amor entonado en voz baja; aunque también tiene algunas exasperadas quejas, más por todos los poemas cruza un dulce sosiego, una sosegada resignación. "Ahora, ¿qué hacer, caídos los dos brazos, / rodeada de crepúsculo y de bruma?", se pregunta ante su pérdida; sin embargo, algo la empuja a esperar que en alguna parte podrá recuperar aquel amor, que sigue vivo: "Nadie olvida porque yo no olvido, / y para que él no muera yo no muero".

 

La representación de la muerte en la poesía de Ibarbourou no fue uniforme en toda su obra. En La inquietud fugaz, Ibarbourou retrató una muerte acorde con la tradición occidental. Sin embargo, en Vida-Garfio y en Carne Inmortal, Ibarbourou describe cómo su cuerpo muerto dio origen a la vida vegetal. En Rebelde, uno de sus poemas más ricamente construidos, Ibarbourou detalla un enfrentamiento entre ella y Caronte , el barquero del  Estigia y rodeada de almas que lloran en el pasaje en barco hacia el inframundo, Ibarbourou se niega desafiante a lamentar su destino con la alegría de un gorrión obtiene una victoria moral contra las fuerzas de la muerte.

 

Como la mayoría de los poetas, Ibarbourou sentía un intenso miedo a la muerte. Aunque es fácil deducirlo a partir de su poesía, ella lo afirma explícitamente en el primer verso de Carne Inmortal. Mas a veces cuando pienso/que bajo de la tierra he de volver/abono de raíces, /savia que subirá por tallos frescos/árbol alto que acaso centuplique/mi mermada estatura, /me digo: -Cuerpo mío:/Tú eres inmortal.

 

Maracaibo sábado 28 de diciembre del año 2024

 

 

viernes, 27 de diciembre de 2024

La explicación…

 

Habiendo publicado más de un centenar de trabajos de investigación y algunos libros de patología, (perdonen la inmodestia, pero ese era mi trabajo) resulta que, desde hace casi 40 años he venido escribiendo y publicando libros de contenido literario; son más de 10 novelas y libros de relatos los culpables de que me encuentre hoy, tratando de explicar el cómo y el por qué he adoptado esta “maña” como una especie de variante escritural.

 

Sobre la escritura “como oficio”, no me refiero a la de “trabajos de investigación”, ni la descripción de casos anatomopatológicos, ni tampoco a la redacción de ensayos filosóficos o de artículos periodísticos. Este tema es de “escribir, literatura”. Sobre el asunto del “oficio de escribir”, Jorge Luis Borges dijo una vez que los oficios, son actividades remuneradas, y este -Oficio de escribir-para los escritores en general y para mí en particular, nunca ha sido remunerado, absolutamente, o mejor dicho, ha sido siempre: “muy mal remunerado”.

 

Puedo explicar -cómo y por qué-, siendo médico-anatomopatólogo, llegué a involucrarme con la literatura, hasta un punto tal, de que paralelamente a mi ejercicio como patólogo e investigador, me haya querido transformar en “escribidor”…de novelas. Para compartir con ustedes mis amables lectores, este hecho, tal vez singular –que, para mí, ha sido muy gratificante- escribo esta breve “pestelocada” de hoy.

 

Corriendo el riesgo de parecer pedante, puedo regresar y desandar los pasos por donde he venido ininterrumpidamente escribiendo, mayormente novelas y escudriñar como he planteado el asunto de escribir con seriedad -como un oficio-, desde la página en blanco para ir borroneado palabras y escribir y corregir diariamente, durante años…

 

Escribir literatura, para mí no significó tener que abandonar el trabajo que representaba la redacción, corrección y publicación de manuscritos de carácter científico, o sea, los trabajos de investigación. Aunque pueden establecerse paralelismos y hasta puntos de contacto, entre el oficio de escribir ciencia y literatura, hay una división formal entre estas dos maneras de escribir. Escribir literatura es algo totalmente diferente a esa pasión por la verdad que implica el ejercicio de redactar trabajos de investigación en ciencia, y he citado a Don Pío Baroja, escritor gipuzkoano quien también era médico y señaló una vez: “Soy un aficionado a la Biología; naturalmente sin un rigor completo, porque en literatura el rigor científico no puede existir”.

 

Escribir novelas es un reto a la imaginación, es un querer ser invencionero y escribidor de todas las cosas que asedian los muros de nuestra conciencia. El proceso de escribir novelas, debe tener un significado importante en mi vida y espero que estos comentarios puedan servir para quienes se interesen y algunos hasta se entusiasmen, en arriesgarse a perseguir esa aventura…

 

La novela es sin duda alguna, uno de los géneros más sensibles y más complejos de la literatura. Don Pio Baroja decía que la novela es “Multiforme y proteica” -“la novela lo abarca todo”- La novela podría definirse como la vida reinventada. Escribir una novela puede parecerse a componer música. La novela debe tener un tono y un ritmo determinado y el instrumento de cada obra, no es otro que: el lenguaje. 

 

Creo necesario decir que, entre los 10 y los 16 años leía mucho, y escribí muchas cosas, tantas que, si no fuese porque guardé por años algunas hasta esbozos de novelas, les juro que ahora creería que todo fue un invento, o que me traiciona la imaginación. Por esto puedo afirmar que el amor por la literatura se afianzó en mi tempranamente. Mis padres, ambos, nos llenaron de libros. Mi madre leía siempre y tocaba el piano, y desde muy niños, mis hermanos y yo, disfrutamos de la lectura.

 

En mi habitación compartida con mi hermano mayor existía una biblioteca presidida por los 12 tomos de la Historia Universal de Espasa Calpé, una colección de libros de Monteiro Lobato, un escritor brasileño, y además de haber manoseado desde los 7 años “el libro de Oro de los Niños” y muchos otros libros y novelas algunas de las que leía mi madre: todas estas cosas despertaron en mí el amor por la lectura.

 

Recuerdo a “Miguel Strogoff” de Verne, y todos sus libros, a “El último de los Mohicanos” de Fenimore Cooper, o “Los verdes años” y “La ciudadela” de AJ Cronin. Me veo releyendo a “David Coperfield” y a “Oliver Twist” de Dickens, y creo haber relatado como en esos años, me ilusionaba pensando en que cuando fuese grande, sería escritor. Después se me pasó todo aquello cuando empecé a estudiar Medicina, y finalmente la Patología y la investigación sobre la ultraestructura y los virus, absorbieron mi espíritu durante muchos-muchos años, creo que hasta el fanatismo.

 

En 1983, a los cuarenta y tres años, me supe hipertenso y sin saber por qué, calculando temeroso el espesor de mi ventrículo izquierdo imaginándolo inversamente proporcional a la vida que me restaba, en ese momento, sentí que lo más lamentables sería que nadie se enteraría de mis vivencias sobre una ardua lucha, que había librado durante siete increíbles años-(1968-1974)- en mi propia tierra zuliana, para hacer investigación con un microscopio electrónico y a pesar de lograr impresionantes resultados no logré convencer a los patólogos de mi terruño, de que valía la pena dedicarse a esos menesteres.


En aquella crisis ante la hipertensión, se me ocurrió pensar que la mejor manera de “echar el cuento” de lo sucedido, era creando una novela y pensé que, si la escribía, ocultaría los nombres y apellidos y todo iba a parecer producto de una calenturienta imaginación pues lo que había acontecido en aquellos años, me parecía ¡una pesadilla surrealista! De allí surgirían LaPeste Loca y La Entropia Tropical y lo demás ya es historia…

 

Ya en la capital, me acostumbré a decir que vivía “en el exilio” y comencé a escribir y a escribir - y nació un libro que mientras lo escribía, crecía como un monstruo de casi 500 páginas llenas de personajes, en una escritura intertextualizada, lúdica, con una historia mesopotámica que parecía parangonar a mi tierra natal con Babilonia y donde el doctor Ildemaro Torres-director de Cultura de la UCV-, la Licenciada Mariela Sánchez Urdaneta, y años más tarde, el escritor Eduardo Liendo me hicieron creer- que aquello que había escrito, y que yo denominaba “mi jerigonza apocalíptica”  - era, una novela.


En 1986 y ya dándole los últimos toques a “La Entropía Tropical”, me metí en un proyecto acariciado desde hacía varios años. Quería escribir una novela sobre Rafael Rangel, y el presidente Cipriano Castro como contrafigura, la novela culminaría con la peste bubónica en La Guaira, el suicidio de Rangel y el exilio para siempre de Cipriano Castro. Tres años de sucesos a comienzos del siglo XX corriendo paralelos a varias historias vivenciadas en los treinta años de nuestro sistema democrático: era algo desmesurado…. Así después de años de re escribir y de corregir nacería “La Peste Loca”, todo aquello se me había transformado en un hipertrófico manuscrito de más de 700 páginas, y me explicaron la imposibilidad para un autor desconocido, de publicar algo tan voluminoso. Separando la historia del pasado, y de la del período democrático, nacieron con “La Entropía Tropical”, “La Peste Loca” y “El movedizo encaje de los uveros”-


En 1994 mi novela “Escribir en La Habana” gano la Bienal José Rafael Pocaterra del Ateneo de Valencia, y en 1997 en otra Bienal de Literatura del Estado Falcón (Elías David Curiel) mi novela “Para subir al cielo…” también sería la ganadora. Estos galardones estimularon mi interés por la escritura como oficio desde aquellos ya lejanos días…

 

Siento que, si algo es crucial en el oficio de escribir, es que hay que hacerlo desde el fondo de cada quien; lograrlo desnudando el alma. Sin afanes de pedagogía, sin ideales políticos, sin proclamas reformistas, sin ser rebasado por lo sociológico o por sus propios conflictos. El estilo puede ser hiperbólico o puede existir economía de los medios de expresión, entendiendo que no es lo mismo ser simple que sencillo pues el lenguaje siempre habrá de ser claro y preciso.

 

Citaré unas frases sobre el oficio de escribir, en boca de una joven, personaje de mi novela “Escribir en la Habana”. Para escribir yo no quisiera plagiar la realidad, esa está en la prensa... ¿Recuerdan a Lavoe con y para que leer un periódico de ayer? …Yo no escribiré para relatar vivencias, una debe escribir para inventar la vida”.

 

Maracaibo, viernes 27 de diciembre del año 2024

jueves, 26 de diciembre de 2024

José Balza

 


Silda Cordoliani escribió sobre José Balza -quien en estos días cumplió 85 años- un hermoso artículo titulado “El escritor enamorado de la luz” y me he atrevido, o he intentado, hacer una síntesis del mismo, para este mi blog, lapesteloca, con el debido respeto a su autora al modificar la transcripción de variados fragmentos de su publicación original.

 

José Balza una vez tuvo ocho años, y ya para entonces las aventuras de Oliver Twist o Scaramouche habían hecho su efecto: lo literario había creado “como un prestigio abstracto de un mundo que desconocía”. La importancia de la aparición de la radio en la vida de aquel niño (para entonces con once años) fue tal que muchos años después habría de convertirse en la columna vertical de su cuarta novela ( “D” ).

 

Balza diría que su inclinación hacia los libros y la música “hizo que el mundo lleno de soberbia de la naturaleza palideciera”, y ese niño, que sentado en un barranco frente al río, en la novela “Medianoche en video: 1/5”, se imaginaba una fiesta en un barco, había sido dotado por algún extraño dios de los confines del Delta del Orinoco de una sensibilidad particular. “No existe el arte, existen los artistas”.

 

Por eso, diría el propio Balza: Podríamos pensar en los dramaturgos griegos, cuya creación hilaba simultáneamente la forma verbal, o podríamos aludir a Leonardo: dibujante, pintor, diseñador, escritor, político discreto, inventor. Su genio —aunque aborde áreas diferentes— converge hacia una misma dimensión. “El gran arte, la soberana magnitud de las revelaciones sociales y estéticas”, como dijera Julio Ortega en “José Balza: La escritura como ejercicio de la imaginación”.

 

Entre los escritores sobran ejemplos: desde William Blake en quien gráfica y literatura se complementan, hasta el Kafka que dibuja escenas de sus novelas. En 2015 la Sala Mendoza de la Universidad Metropolitana inauguraba una exposición de la gran cantidad de dibujos que atesoraba José Balza en una serie de cuadernos de diferentes formatos.  Lo hecho en el caballete, en cambio, se debe de haber perdido para siempre. Esas muchas aristas vinculantes con el arte: obsesión por la música, exactos dibujos y luminosas acuarelas y, en la adolescencia, ejercicios de pintor en un caballete armado en el zaguán de la casa…


 

Cuenta Balza que sus primeras “creaciones” no fueron cuentos ni dibujos. Con-el barro del barranco-, daba forma a unos pequeños animales, las figuritas ocres secadas al sol pasaron a convertirse en níveos conejitos, protagonistas seguramente, de unas cuantas historias en la cabeza de su creador. Con diecisiete años abandona la famosa aldea, de su obra narrativa, para establecerse en Caracas. Durante esos años de formación inicia una extensa novela que nunca vio la luz, pero que no se perdió del todo y surgió el relato más largo de su narrativa breve, que es “Alexis, el frecuente”, cuyo personaje Praxíteles el escultor de la Grecia clásica por excelencia, y su interlocutor, Alexis, retomarán su conversación al inicio de “Setecientas palmeras plantadas en el mismo lugar”, la novela que Balza publicaría en 1974.

 

“Todos sus niveles textuales están permeados por una textura estallante de color, de forma, de sonido, provocando una experiencia plástica y sensorial en el ojo que la persigue”, así lo afirmaría acertadamente Carlos Noguera en “La convergencia múltiple”. En 1983, Balza escribe uno de los más sagaces ensayos, sobre el pintor de El Castillete, “Reverón traspasó la barrera cromática y destruyó el arcoíris y el prisma, alcanzando en el blanco, con el blanco y por el blanco, todo el resumen de lo que podía decirse sobre el color”.

 

La luz (o su ausencia) ocupa un lugar fundamental en la narrativa de Balza, a veces de una manera evidente, como en “La sombra de oro” o en “Las dos” filtrándose en los intersticios del relato para crear atmósferas subyugantes y casi palpables, porque la evocación del resplandor consigue, en efecto, iluminar esa emoción donde debe detenerse el lector. En este escritor que una vez quiso ser pintor, los efectos y cualidades de la luz sobrepasan su presencia constante para arropar a toda una propuesta literaria donde los contornos se desvanecen.

 

Ya se ha dicho, que Alejandro Otero y Jesús Soto ocupan un lugar relevante en la obra ensayística de José Balza. Famosas son las ocho páginas que les dedica en “D”. Con evidentes visos autobiográficos, la visita a Alejandro Otero de la mano de Aromaia, da lugar a un resumido, pero agudo recorrido por la obra (y también vida) de ambos artistas plásticos. La transición a Soto y su obra, sondeada asimismo en sus diferentes etapas por el narrador, se realiza a partir de esa recurrente alquimia donde los personajes se funden y confunden para terminar mostrándose como las dos caras de Jano.

 

El primer libro de relatos publicado por José Balza en 1969 se tituló Ejercicios narrativos. en 1986 decide dar una pequeña vuelta de tuerca y subtitula la colección de cuentos reunidos en La mujer de espaldas, son sus “ejercicios holográficos”. Existe una  “atmósfera lumínica” que se respira en la mayor parte de ellos, no en vano el libro se inicia con “La sombra de oro”. Dice Julio Ortega que “el lenguaje de Balza es una suerte de lección de las artes; viene de la música tanto como de la pintura”

 

Afirmar que leer a Balza puede equivaler muchas veces a una experiencia semejante al recorrido de la mirada sobre un cuadro pleno de detalles no encierra ninguna exageración. No vamos a ver figurar en sus cuentos y novelas los nombres de pintores admirados, pero tal vez es posible reconocer a William Turner en sus fulgores (el “pintor de la luz”, como nuestro Reverón), a Antoine Watteau en sus frondas y riqueza de matices cromáticos o a Rembrandt en sus constantes claroscuros.

 

“El saludo del árbol” nos lleva a preguntarnos dónde están los límites entre el arte y la realidad o, si se prefiere, ¿en qué punto exacto se confunden? No menos sucede con “Dilución”, escrito en 2003, cuando los estragos de un nuevo régimen comenzaban a hacer mella y a crear profundas grietas en la sociedad venezolana, este cuento, que puede ser visto como una historia presagiada por la pintura, es a su vez presagio literario de lo que aún estaba por venir en Venezuela.

 

Que “José Balza ha escrito algunos de los textos más brillantes que hayan concebido en el castellano de estas tierras” es un hecho conocido. Tal vez lo que se ignore es que ellos son producto de “una incesante contemplación de lo visible, y lo visible se ha ido destilando en la mano que lo escribe y lo enmudece de su viva voz, haciéndose, con palabras, también dibujos, imágenes, reflejos, palimpsestos…”, esto bien lo dice Pérez-Oramas en el catálogo que acompañó a la primera exposición de Balza.

 

Tuve la fortuna de haber sido un asiduo lector de las novelas de José Balza (Tucupita 1939) desde su primera su primera novela, Marzo anterior (1965), a Medianoche en vídeo: 1/5 (1988). Balza ha sido ensayista, editor, narrador y crítico, todo esto como afluentes de un mismo río que busca y encuentra su desenlace natural en el vasto mar de las historias y las narraciones… Fue profesor de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Católica Andrés Bello. Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1991. Balza califica a el conjunto de su obra como "ejercicios narrativos", como si se tratara de un aprendizaje continuo y sin fin. Paralelamente a su obra literaria, Balza no ha dejado nunca de escribir ensayos críticos. La labor de rescate de autores venezolanos poco apreciados o valorados en su juventud es uno de los tesoros que ha legado a la crítica y a los lectores venezolanos.

 

Silda Cordoliani (Ciudad BolívarVenezuela, 1953) es cuentista, ensayista, y editora, estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela, con estudios de postgrado en cine y literatura en la Universidad de Barcelona. Fue gerente editorial de Monte Ávila Editores. Su inclusión en la antología Vindictas: cuentistas latinoamericanas (Madrid, 2020) confirma su lugar en el panorama narrativo actual. Relatos suyos han aparecido en antologías dentro y fuera de Venezuela, y han sido traducidos al inglés, francés y esloveno. Esta sinopsis sobre José Balza es una muestra de su sensibilidad artística.

 

En Maracaibo, el jueves 26 de diciembre del año 2024

martes, 24 de diciembre de 2024

Sandro Botticelli


Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi (1445 –1510), apodado Sandro Botticelli, fue un pintor /italiano de la escuela de Florencia durante el Renacimiento, en la segunda mitad del Quattrocento. Sin embargo, Botticelli no se cuenta entre los grandes innovadores del Renacimiento, pertenece más bien a un grupo de pintores que rehuyó el realismo y se inclinó por un estilo basado en delicadeza, gracia y un cierto sentimentalismo.

En 1470, Botticelli, contaba ya con un taller propio, y se introdujo en el círculo de los Médicis, para quienes realizaría sus obras más famosas. Pier Francesco de Médicis, primo de Lorenzo el Magnífico, le encargó la alegoría de La primavera y también, al parecer, El nacimiento de Venus y Palas y el centauro.

En aquella época realizar obras de gran formato que no fueran de temática religiosa, era una novedad y todo ello se debió seguramente, a la vinculación del mecenas con la filosofía neoplatónica, cuyo carácter simbólico debían reproducir las obras encargadas. De ellas se han realizado interpretaciones de enorme complejidad. Menos de cien años después, este movimiento, bajo el mecenazgo de Lorenzo de Médicis fue considerado por Giorgio Vasari como una "edad de oro", encabezaba su Vita de Botticelli. Su reputación póstuma disminuyó, siendo recuperado a finales del siglo XIX; desde entonces, su obra se ha considerado representativa de la gracia lineal de la pintura del primer Renacimiento, y El nacimiento de Venus y La primavera son, actualmente, de las obras maestras florentinas más conocidas.

Sandro nació en Florencia en la clase trabajadora rione en el arrabal de Ognissanti. A esta misma parroquia de Ognissanti o Todos los Santos pertenecieron los Vespucci, aliados de los Médicis, y de quienes recibiría encargos. Era el menor de cuatro hermanos del matrimonio formado por Mariano di Vanni di Amedeo Filipepi, de oficio curtidor, y su esposa Smeralda. Cuando nació Sandro, su hermano mayor, Giovanni ya tenía 25 años; se cree que adoptó y educó a Sandro. Giovanni tenía el apodo de Botticello ("tonelete"), sin que se sepa si recibió el apodo por su gordura o por gran bebedor; otros indican que era su hermano Antonio el que tenía este mote. De él deriva el apodo de "Botticelli".

Al alcanzar los catorce años de edad, se convirtió en aprendiz lo que indicaría que recibió una educación más completa que otros artistas del Renacimiento. Accediendo a los deseos del niño, el padre lo mandó al taller de Fra Filippo Lippi en Prato (de 1464 a 1467). De este pintor recibe Botticelli sus mayores influencias: la síntesis entre el nuevo control de formas tridimensionales, la delicadeza expresiva en los rostros y los gestos, los detalles decorativos (herencia del estilo del Gótico tardío) y un estilo íntimo.

En menor medida, resultó influido por la monumentalidad de Masaccio. En 1467 Sandro vuelve a Florencia, frecuentando el taller de Andrea del Verrocchio, donde trabajó al lado de Leonardo da Vinci. De esta época datan toda una serie de Madonas influidas por Lippi. Para el año 1470, Botticelli tendría taller propio. Su obra se caracteriza por una concepción de la figura como vista en bajorrelieve, pintada con contornos claros, y minimizando los fuertes contrastes de luz y sombra con formas plenamente modeladas. Recibió ese año un importante encargo: una de las pinturas sobre Virtudes para la Sala del Tribunal de los Mercaderes: La fortaleza. Esto indica que para entonces, con unos 30 años, ya debía haber ejecutado obras destacadas.

En 1472 entró a formar parte de la Compañía de San Lucas, gremio de pintores. En los años siguientes Botticelli se hizo muy famoso y fe llamado a Pisa para pintar un fresco en su catedral, hoy perdido. Se cree que gracias a Adoración de los Magos que pintó en 1475 para Santa María Novella, llamó la atención de los Médicis, que rápidamente emplearon su talento. Comenzó a trabajar para ellos pintando un estandarte para el torneo de Juliano de Médicis. Sus contactos repetidos con esta familia fueron muy útiles para garantizarle protección política y crear las condiciones ideales para su producción de numerosas obras maestras.

La primavera es obra realizada hacia 1478 para la casa de Lorenzo di Pierfrancesco de Médici en la ciudad de Florencia. El nacimiento de Venus fue un encargo posterior, de otra persona para un lugar diferente, aunque a fines de siglo estas dos pinturas estuvieran juntas. Se convirtió en el máximo intérprete del neoplatonismo de la época, con su fusión de temas cristianos y paganos y su elevación del esteticismo como un elemento trascendental en el arte. Para dar forma a esta nueva visión del mundo, Botticelli opta por la gracia, la elegancia intelectual y exquisita representación de los sentimientos. Ese año 1478 tuvo lugar la conjura de los Pazzi, en la que murió asesinado el hermano de Lorenzo el Magnífico, Juliano de Médicis. Sandro pintó al fresco sobre la Puerta de la Aduana los retratos de los conjurados Jacopo, Francesco y Renato de Pazzi y del arzobispo Salviati, ahorcados; fueron borradas en 1494. De esta época datan varios retratos conmemorativos del fallecido Juliano.

En 1481, el Papa Sixto IV llamó a los artistas prominentes florentinos y umbríos, entre ellos a Botticelli, para que pintasen frescos en las paredes de la Capilla Sixtina. El programa iconológico para realizar esta obra, los pintores tuvieron que aceptar unas convenciones representativas comunes a todos. En esta obra común la contribución de Sandro fue moderadamente exitosa, realizando tres recuadros: Castigo de Core, Datan y Abiram, Hechos de la vida de Moisés y La tentación de Cristo.

Después de su estancia en Roma (1481-1482), Botticelli volvió a Florencia, y según Vasari "siendo de mente sofisticada, allí escribió un comentario sobre un pasaje de Dante e ilustró el Infierno que él mismo imprimió, dedicándole mucho tiempo, y esta abstención al trabajo condujo a serios desórdenes en su vida." A mediados de los años 1480 Botticelli trabajó en un gran ciclo de frescos con Perugino, Ghirlandaio y Filippino Lippi para la villa de Lorenzo el Magnífico cerca de Volterra; además, pintó muchos frescos en iglesias florentinas y en 1491 Botticelli formó parte de un comité para decidir la fachada de la catedral de Florencia.

A finales del siglo XV, el ambiente florentino cambió con Savonarola quien es la personificación de este cambio en el ambiente de la época. Este predicador, regresó a la ciudad en 1490, y esta vez sus tremendas predicaciones sobre el Juicio Final tuvieron éxito dada la pérdida de poder que sufrieron los Médicis debido a las guerras franco-italianas, y la expansión de la sífilis, llamado "mal francés" era este el ambiente de milenarismo conforme cuando se aproximaba el año 1500.

En 1492 murió Lorenzo el Magnífico. El rey Carlos VIII de Francia invadió Florencia en 1494, expulsando a Pedro de Médicis. Savonarola se hizo el líder de la ciudad, estableciendo una República que abominaba de todo aquello que representaban los Médicis como los cuadros pintados por Botticelli. Sandro era muy religioso. Según Vasari Botticelli era un piagnone ("llorón"), así se designaba a los seguidores de Savonarola.

En realidad, Sandro no fue un verdadero seguidor de Savonarola, como su hermano Simone, con quien vivía el pintor. El 7 de febrero de 1497 Savonarola y sus seguidores encendieron la “Hoguera de las vanidades” con objetos que representaban la relajación moral para hacerlos arder en la Plaza de la Señoría. En esa hoguera ardieron varias obras de Botticelli. El 4 de mayo de una revuelta popular acabó con el dominio de Savonarola, quien murió el día 23 en la hoguera.

Se dice que Botticelli cayó en la pobreza, y que habría muerto de hambre si no hubiera sido por la diligente ayuda de sus antiguos patrones. Lo cierto es que sigue produciendo obras, si bien en un tono más dramático y con una consciente regresión estilística hacia modelos antiguos, como puede verse en la serie sobre la Vida de san Cenobio y la Natividad mística (1501), consideradas sus últimas obras.

No se conoce amor concreto de Botticelli, ni alusión a excesos sentimentales; tenía "horror al matrimonio"[1]. No se casó nunca. Fue denunciado anónimamente en 1502 de sodomía con uno de sus ayudantes, pero los cargos fueron más tarde desestimados. En 1504-1505 aparece como miembro del comité que iba a decidir la ubicación del David de Miguel Ángel. Murió el 17 de mayo de 1510 y fue sepultado en su parroquia: la iglesia de Ognissanti en Florencia. Un cráter del planeta Mercurio ha recibido su nombre por el pintor: cráter Botticelli.

Maracaibo, 25 de diciembre del año 2024

Vida salarial miserable


Han transcurrido meses y meses y estamos finalizando diciembre, pero desde que el 1 de mayo Nicolás Maduro, cuando anunció que subiría el ingreso mínimo integral de los trabajadores a 130 dólares... Recordemos que minutos después, el diputado y exministro del Trabajo, Francisco Torrealba, aclaró que lo que se aumentaría en realidad sería el llamado bono de guerra económica (90 dólares) y el “cestaticket” para sus beneficiarios (a 30 $), como ya había ocurrido el año anterior. Tristes noticias en Navidad…

 

Al llegar como uno de los bonos especiales de diciembre, el monto que recibiría como nombre “el Bono Feliz Navidad” sería de 235 bolívares, lo que representa un aproximado de 4,7 dólares, de acuerdo con el tipo de cambio actual del Banco Central de Venezuela (BCV). Estos “aumentos” no han sido publicados mediante una norma jurídica ni en la Gaceta Oficial.

 

El salario mínimo sigue como está claramente establecido en el artículo 91 de la Constitución, decreto por el cual se obliga al Estado a garantizar “a los trabajadores del sector público y del sector privado “un salario mínimo vital” - (nótese el cinismo por lo de VITAL y lo de “cinismo” no necesita explicación si se mira el costo de la llamada “canasta alimentaria”) - que dizque será ajustado cada año, tomando como una de las referencias el costo de la canasta básica. "La ley establecerá la forma y el procedimiento”. La desnutrición infantil: un hecho...


Surgen dudas sobre la diferencia entre salario mínimo e ingreso mínimo (¡mueve a risa!) que no son equiparables; este último parece estar sirviendo de máscara para ocultar la destrucción del primero, con las consecuencias que esto acarrea para los trabajadores, jubilados y pensionados (¡mueve a llanto!)...

 

Este mandato ha venido siendo incumplido de manera sistemática por el Gobierno desde el año 2022. Gracias a Hoy en día, una parte de los trabajadores venezolanos apenas cobran por concepto de salario mínimo 130 bolívares, lo cual es equivalente a apenas unos 3,5 dólares. Esto hace del salario mínimo de Venezuela el más bajo de toda Suramérica. En contraposición, en 2023 los precios en el país subieron 189,8 %, según los cálculos del propio Banco Central de Venezuela (BCV).

 

Por su parte, la figura del ingreso mínimo, fue creada mediante el decreto presidencial n.º4.805 del 2 de mayo de 2023, publicado en Gaceta Oficial n.º 6.746 Extraordinario del 1 de mayo de ese mismo año, en el cual se ajustó “el cestaticket socialista” y, además, se creó “un complemento solidario único de protección”, sin incidencia salarial, evidentemente, y además denominado Bono contra la Guerra Económica”, para ser cobrado por trabajadores del sector público activos, pensionados y jubilados.

 

Lo anterior deja en claro que la diferencia fundamental entre el salario mínimo, y el ingreso mínimo integral indexado reside en que los dos últimos están compuestos por conceptos que no tienen incidencia en el cálculo de los beneficios laborales de los trabajadores, tales como lo son las vacaciones, las utilidades o bonificación de fin de año y/o las prestaciones sociales que se deben percibir una vez que concluye la relación laboral. Hechos estos que corroboran el título de “miserable” utilizado para este breve artículo.

La estrategia seguida en los últimos años por las autoridades, vulnera lo previsto en la Constitución y la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (LOTTT) de 2012, que casi de manera idéntica estipulan que el salario debe permitir a los trabajadores “vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales”.

Por su parte, el artículo 100 de la ley antes mencionada prevé que los patronos, comenzando por el Estado, deben fijar los salarios atendiendo a los cinco principios siguientes:

-1. La satisfacción de las necesidades materiales, sociales e intelectuales del trabajador, la trabajadora, sus familiares y dependientes, que les permitan una vida digna y decorosa. - 2. La justa distribución de la riqueza como el reconocimiento del mayor valor del trabajo frente al capital.-  3. La cantidad y calidad del servicio prestado.  -  4.  El principio de igual salario por igual trabajo.   -5. La equivalencia con los salarios devengados por trabajadores y trabajadoras de la localidad, o de aquellos y aquellas que presten el mismo servicio.

A lo anterior se añade que los dos últimos ajustes al ingreso mensual integral, el de enero y el de mayo de 2024, fueron anunciados por el Gobierno a través de los medios de comunicación social, pero no fueron publicados en la Gaceta Oficial, una situación que pone en duda su validez legal y genera inseguridad jurídica.

Esta práctica se está haciendo recurrente, pues en años anteriores el Ejecutivo nacional ya había anunciado aumentos de salario mínimo y del cestaticket socialista a través de alocuciones presidenciales y redes sociales como X (antigua Twitter), pero obvió cumplir con el trámite de publicar dichos aumentos en la Gaceta Oficial. Algunos ejemplos de estas irregularidades fueron los incrementos decretados en noviembre de 2020 y marzo de 2021.

Una revisión más a fondo permite revelar cuáles son los efectos de esta política y cuales las consecuencias de esta estrategia. Además de que los ajustes no tienen ningún impacto en beneficios como las vacaciones, utilidades y prestaciones, la maltrecha seguridad social también sufre, pues el pago de contribuciones como las cotizaciones al seguro social, al régimen prestacional de empleo, la formación al trabajo (Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista [Inces]) y para la política habitacional (Fondo de Ahorro Obligatorio para la Vivienda [FAOV] o Banco Nacional de Vivienda y Hábitat [Banavih]) se calcula en base al salario pagado al trabajador, el cual para millones de personas es de apenas 130 bolívares.

Estas razones explican por qué la seguridad social no ha hecho más que empeorar en los últimos años. ¿Y la contribución de la Ley de Pensiones no ayuda? Hasta ahora no se han visto mayores resultados para los jubilados y pensionados como se prometió, aunque se trata de una ley, aprobada a toda velocidad, para imponer una «contribución especial» para mejorar las pensiones de los jubilados venezolanos. De hecho, entró en vigencia el 8 de mayo, con lo cual han transcurrido más de 7 meses sin que los beneficiarios hayan visto mejorar sus pensiones. La novísima obligación se suma a la contribución parafiscal de protección social ya existente y establecida en la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social y la Ley del Seguro Social, que regulan las contribuciones para los pensionados y jubilados.

La política de bonificación salarial que el Gobierno de Nicolás Maduro viene aplicando no solo viola lo establecido en la Constitución y la ley, sino que atenta contra la posibilidad de progreso de los trabajadores venezolanos. A pesar de la inflación, desde 2022 no ha habido cambios, salvo por algunos beneficios que no se consideran como salario y, por ello, no se aplican para el cálculo de vacaciones, utilidades ni prestaciones sociales.

Solo la nueva Ley de Pensiones cumple con las formas básicas legales, pero ha creado una contribución exclusiva para el sector privado, lo cual es discriminatorio y no necesariamente impacta a favor de los pensionados y jubilados como se prometió al aprobarse, ya que los fondos recaudados van al Tesoro nacional y no a un fondo especial para financiar pensiones, que de hecho no han obtenido un aumento proporcional a lo presuntamente recaudado y todo cuanto hemos captado de diversas fuentes apuntan a mostrar el por qué tenemos una “política salarial miserable”. Es feo el tema para “celebrar” el nacimiento del niño Jesús, pero siendo en “el portal de Belén” y entre pastores, estaremos entonados con un nacimiento que acompañe a la mayoría que son los pobres y desnutridos venezolanos.

Maracaibo el martes 24 del mes de diciembre de este año 2024