viernes, 18 de septiembre de 2020

Etanol intrauterino

Etanol intrauterino

Hace 40 años, unas jovencitas, hicieron un trabajo de investigación con ratas albinas de laboratorio (Sprage Dawley) para graduarse de bachilleres, en Caracas. Hoy en 2020, supongo que algunas ya serán hermosas abuelitas, pero como nunca más supe de ellas, voy a escribir un relato usando la identidad nominal de las mismas, hasta con fotografía, y espero que les pueda parecer una historia interesante.

 

En un instituto (el IAP) de la Facultad de Medicina de la Universidad Central (UCV) lindando con el Jardín Botánico, había una pequeña casa en un terreno anexo al estacionamiento trasponiendo una cerca “ciclón”, con su puerta. Esa vivienda la usaba en ocasiones un veterano vigilante de la universidad. En mi obsesivo interés pensando cómo crear un modelo experimental con ratas sobre el efecto in útero del virus de la EEV, había transformado aquellos espacios en un improvisado “bioterio”.

Para la época, para graduarse de bachiller era necesario presentar un trabajo y acostumbraban los alumnos a reunirse para hace en conjunto “la tesis”. Al IAP de la UCV llegaban jóvenes y el director suponía que yo los podría orientar. Así recuerdo como un grupo de ellas escribió sobre “La autopsia” y otras se atrevieron a trabajar con mis ratitas albinas para hacerles ¡citología vaginal! Importante “tesis” para precisar la etapa el ciclo menstrual por el estudio microscópico de los frotis y conocer el tope de su fertilidad. Yo aprovechaba aprendiendo con ellas pues me interesaban las fechas del apareamiento para calcular el nacimiento de las crías, pensando plantear más adelante el estudio del daño intrauterino por el virus encefalítico.

Llegaron así al IAP de la UCV, un grupo de estudiantes del 5to año del Colegio “Los Campitos”. Eran Carolina Castro, María Antonieta Moros, María Isabel Siblesz, María Isabel Vogeler y Trili Rojas (quien falta en la foto anexa), y aprendieron con gran entusiasmo  a trabajar con mis ratas. El experimento propuesto consistía en pasar una delgada sonda que llegaba solo al estómago y con una inyectadora darle 3cc de etanol al 40% a cada rata madre ya recién preñada. Recibirían una dosis diaria, durante su gestación y se compararían con ratas preñadas similares, sin recibir nada. El título del trabajo era “Efecto del etanol in útero sobre el desarrollo pondo-estatural, psicomotor y del sistema nervioso central de la rata”. Sonaba ambicioso, pues se trataba de pesar y medir las crías, compararlas con los controles y mirarles el cerebelo. Así fue como el trabajo de las jovencitas lograría resultados sorprendentemente positivos.

Cuando parieron las ratas, las muchachas hallaron a los 3, 7, 9, 12, 15 y 21 días, que las que recibieron etanol, tenían menos crías, éstas eran más pequeñas y con menos peso. Luego hubo que sacrificar algunas en los días señalados y procesar sus cerebros para hacer el estudio histológico del cerebelo para verlo con el microscopio de luz y el electrónico (ME). La idea era mirar las células de Purkinje del cerebelo, unas neuronas grandes alineadas y separadas de una capa de neuronas pequeñas llamadas granulares externas. Los resultados fueron muy convincentes y repetían en lo del peso y talla, algo ya descrito experimentalmente y en humanos.

Los hallazgos con el microscopio de luz y el ME mostraban diferencias precisas entre el número y tamaño de las células de Purkinje y sobre la granulosa externa. Concretamente las neuronas de las ratas que recibían etanol eran diferentes, menores en número, eosinofílicas con el microscopio de luz y con el ME sus mitocondrias se veían hinchadas. Estos resultados eran tan interesantes que llevé el trabajo (con mis jóvenes ayudantes como coautoras) a un Congreso Internacional de Neuropatología en Budapest, Hungría y los comentarios que suscitó fueron de gran interés.

Lo que no reporté y de lo que mis jóvenes ayudantes no se enteraron, es que los hijos de las ratas madres que sobrevivieron, cuando crecieron, ya con mes y medio de edad, estaban más grandes, con más pelo y activamente similares a los hijos de las ratas madres que no habían recibido etanol… Preferí pensar que era un “fenómeno de recuperación”, como podría verse en un ejemplo de niños post Kwashiorkor. Confieso que siempre me quedó esta inquietud que no había revelado hasta hoy, y que la relato, en la seguridad que sorprenderá igualmente a cualquiera de las ahora abuelitas que trabajaron en este asunto hace 40 años, si llegan a enterarse…  

Maracaibo, viernes 18 de septiembre, 2020

 

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